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Poesía primeriza de un Poe veinteañero

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Guarda silencio Guarda silencio en esa soledad que es no estar solo, pues entonces los espíritus de la muerte que estuvieron en la vida antes que tú, están de nuevo en la muerte a tu alrededor, y su voluntad te subyugará: no te muevas. Edgar A. Poe (1819-1849)

La buena poesía siempre se recibe

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Epitafio de un poeta Yo canté las cosas naturales, en el momento que las cosas naturales se extinguían. Amé la tierra y las cosas de la tierra, cuando la tierra y las cosas de la tierra eran destruidas por el hombre. Mi poesía cabalgó hacia el campo huyendo de la ciudad, cuando la gente del campo abandonaba el campo, y se venía para la ciudad. El canto no se escuchaba en la ciudad porque la ciudad estaba llena de ruido, pero mi canto no se escuchó tampoco en el campo porque el campo estaba lleno de soledad. He abandonado la prosa, y me he ido en busca de la poesía, cuando la poesía abandonaba a la poesía, y se entregaba en manos de la prosa. El poeta siempre llega donde nadie lo recibe, y así vive hasta que llega la muerte; sólo entonces, cuando la muerte tampoco lo recibe, es cuando todos reciben su canto. Pablo Antonio Cuadra (1912-2002)

Unas sensaciones

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Junto al terreno Junto al terreno del jardín cubierto los árboles permanecen en extraño silencio. Nunca pareció tan profundo el valle, ni tan elevada la colina. Una asombrosa sensación de calma, un reposo absoluto alienta desde el perlado césped y las silenciosas hileras del jardín. Como los cascos del galope del caballo oídos a lo lejos de la llanura, un íntimo conocimiento de grandes pensamientos conmueve vagamente mi cerebro. Apoyo mi cabeza sobre un brazo, y mi corazón está rebosante para pensar. Como el rugir de los mares, sobre mi corazón se hunde el silencio de la mañana. Robert Louis Stephenson (1850-1894)

Un pensamiento fugaz

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Cerrando el apartamento de la playa Ya está limpio y en orden. Los armarios cerrados, igual que las ventanas. Nada al descuido encima de los muebles. El dormitorio con la cama a punto, la mesita de noche y el retrato de la muchacha con los ojos iluminados por una sonrisa. Todo el invierno sola y escuchando al mar. Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938)

Lo que importa

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Tu presencia, tu energía Un atardecer de plata y versos nerudianos lejos de cualquier mar soñé ayer: vértigo de palabras, color, metáforas, visiones y mucha, profunda emoción… Ah! Pablo y el verbo torrencial y terrenal. Sobre un río de calma se deslizaba mi vida, y como el agua buscaba su sencillo acomodo. También en mi sueño el trigo verdeaba infinito: esa magistral pintura efímera de la Naturaleza. Primaveras, sueños, esperanzas, amaneceres. Todo para morir. Las calles desiertas del pueblo se llenaban con el alboroto de nuestra alegría mientras paseábamos. Y fue entonces, cuando de tu risa franca sentí que nacía todo para mi. Aunque si yo andara solo por esas calles, todo se reduciría a nada. Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)

La gracia de un prosista escribiendo poesía

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El río cercano a Grez ¿Conocéis el río cercano a Grez?..., un río profundo y claro. Hoy recorre entre los lirios todo su camino ese río, de una nevada presa a otra. Avanza rápido y claro, Tan viejo como el Rhin de gran renombre; corre veloz por campos y pueblos, de sur a norte, de arriba a abajo, del presente al pasado. El amor que guardo se lo llevó ese río, y ahora en la distancia mi alma solitaria oye el gorjeo del agua sobre el espolón estrellado, junto al puente que hay en Grez. Ojalá que ese amor lleve siempre en la vida un paso parecido. Ojalá que ese amor nunca envejezca, sino cual manantial puro y fresco continúe en permanente gracia. Robert Louis Stevenson (Edimburgh, 1850- Samoa, 1894)

Góngora y la esperanza

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Romance Las flores del romero, niña Isabel, hoy son flores azules, mañana serán miel. Celosa estás, niña, celosa estás de aquel dichoso pues le buscas, y ciego pues no te ve, ingrato pues te enoja, y confiado pues no se disculpa hoy de lo que hizo ayer. Enjuaguen esperanzas lo que lloras por él, que celos entre aquellos que se han querido bien, hoy son flores azules, mañana serán miel. Aurora de ti misma que cuando a amanecer a tu placer empiezas, te eclipsan tu placer; serénense tus ojos y más perlas no des, porque al sol le está mal lo que a la aurora bien. Desata como nieblas todo lo que no ves, que sospechas de amantes y querellas después hoy son flores azules, mañana serán miel. Don Luis de Góngora Del Romancero Español de Dámaso Alonso 

Realmente Ginsberg tenía razón: el peso del mundo es amor.

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Lectura Me hace penetrar en otras vidas. Llevo días leyendo, pero ahora alzo los ojos, porque me doy cuenta que apenas sé nada de quien escribió el libro. Me avergüenza tan sólo conocer su lucidez. Toda supervivencia es esta especie de conversación silenciosa y sin tiempo. Esto es aterrador, y ocurre en el abismo de la mente: un cielo azul y frío en el que el amor es la única forma de posteridad. Joan Margarit (Sanaüja, Lleida 1938) Del libro  No estaba lejos, no era dificil .  Ed. Visor Poesía

El reverendo Bruce es más peligroso que una caja de bombas...

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El cacao (fragmento) Lo bebían con flores en xícara pulida, batido con molinillo para levantar espuma. Era como beber la tierra: un trago amargo y dulce. Línneo lo llama Theobroma : manjar de dioses. Oviedo el Cronista lo encuentra: "Precioso y sano. E dizen los indios que bebido el cacao en ayunas, non ay víbora o sierpe que les pique". Pero Benzoni el italiano lo rechaza: "Más bien parece un brebaje para perros que para hombres". Colón encuentra en su ruta una gran canoa con indios transportando cacao. Los lejanos caciques del Caribe trocaban oro y jade por almendras. Ana de Austria lleva en sus nupcias a la corte de Francia la fragante bebida. Y el doctor Juan de Cárdenas, médico de virreyes, descubre que es bebida contradictoria: "Fría, seca, terrestre y melancólica como también, aérea, blanda, lenitiva y amorosa". Por eso Madame de Savigne, moviéndose como una gaviota en su salón, bebe en la fina taza de porcelana, y sente

La poesía y la vida

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Balada de la poesía He construido estructuras de edificios. Estructuras de hierro que la helada volvía peligrosas. La vida ha ido quedándose debajo de este frío de los inviernos en las obras, y yo me he hecho viejo viendo salir el sol a golpes de martillo por detrás de las vigas. Hoy lo veo salir detrás de otra estructura que levanta su esbelta desnudez, como una mujer a la que he amado siempre. Cada vez que la toco, me quema, helada, mientras continuo lo que jamás termina: construir. Joan Margarit (Sanaüja, Lleida 1938)

Renacentismo ibérico del mejor

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Dicen que me case yo Dicen que me case yo. No quiero marido, no. Más quiero vivir segura en esta tierra a mi soltura, que no estar en ventura, si casaré bien o no. Dicen que me case yo. No quiero marido, no. Madre, no seré casada, por no ver vida cansada, o quizá mal empleada la gracia que Dios me dio. Dicen que me case yo. No quiero marido, no. No será, ni es nacido tal, para ser mi marido; y pues como tengo sabido que la flor yo soy... Dicen que me case yo. No quiero marido, no. Sañosa está la niña. Ay, Dios, quién le hablaría. En la sierra anda la niña su ganado a repastar, hermosa como las flores, sañosa como el mar. Sañosa como el mar está la niña. Ay, Dios, quién le hablaría. Gil Vicente (1465-1536) Del Cancionero y   Romancero Español  de Dámaso Alonso

El telón de sedas amarillas: los hechos

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V. Aleixandre, Luis Cernuda, F.G.Lorca CERCANO A LA MUERTE No es la tristeza lo que la vida arrumba o acerca, cuando los pasos son muchos y duran. Allá el monte, aquí la vidriada ciudad, o es un reflejo de ese sol larguísimo que urde respuestas para labios que viviendo, viven o recuerdan. La majestad de la memoria es aire antes o después. Los hechos son suspiro. Ese telón de sedas amarillas que un soplo empuja, y otra luz apaga. Vicente Aleixandre (1898-1984)

El grito de Rabin Tagore

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Gitanjali Canto 38 Te necesito a ti, sólo a ti... Deja que lo repita sin cansarse mi corazón. Los demás deseos que día y noche me embargan,   son falsos y vanos hasta sus entrañas. Como la noche esconde en su oscuridad la súplica de la luz,  en la oscuridad de mi inconsciencia resuena este grito:   Te necesito a ti, sólo a ti... Como la tormenta está buscando paz,  cuando golpea la calma con su poderío,  así mi rebelión golpea contra tu amor y grita:   Te necesito a ti, sólo a ti... Rabindranath Tagore (1861-1941)

Siempre vuelven los poetas muertos

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Envío de las flores Hoy te envío estas flores, que mi mano acaba de cortar recién abiertas, pues de no recogerlas hoy temprano, las habría encontrado el alba yertas. Ellas recuerdan el destino humano, porque tus gracias y bellezas ciertas se agostarán en día no lejano, y estarán pronto sus pétalos y hojas muertas. Se va el tiempo, mi amiga... mas eso no es cierto: somos nosotros, !ay! , quienes nos vamos. Ni de ti ni de mí quedará huella. Y cuando tú estés muerta y yo esté muerto, nada habrá de este amor del que hoy hablo. Ámame, entonces, mientras seas bella. Pierre de Ronsard (Couture-sur-Loire, 1524-1585) Versión de Andrés Holguín

La cálida voz poética de Don Dámaso

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Insomnio Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres,                                                        (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo, y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro; y paso largas horas oyendo gemir al huracán, ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna; y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla; y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad  de Madrid,  por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime: qué huerto querrás abonar con nuestra podredumbre... o temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches. Dámaso Alonso (1898-1990)

La belleza simple

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Los limones Escúchame. Los poetas laureados se mueven tan sólo entre plantas de nombres poco usados: boj, ligustres o acacias. Yo para mí, amo las sendas que conducen a las herbosas zanjas, donde en charcas casi secas acechan los muchachos alguna enjuta anguila; los senderos que siguen los ribazos descendiendo desde los penachos de cañas, que llevan a los huertos entre limoneros. Eugenio Montale (Génova, 1896-1981) Trad. Annunziatta Rossi

Fresca y novísima poesía española

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Siento en mi cuerpo Siento en mi cuerpo todo el frío de las catedrales. Miro por la ventana, y veo los escombros de mi infancia acumulados en el páramo. Hay poco que decir. Soy Jane Eyre, y estoy encerrada en el cuarto rojo. Almudena Guzmán (Navacerrada, Madrid 1964)

Un verdadero poeta

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LO QUE DEBES SABER PARA SER UN POETA Todo lo que puedas tanto sobre animales como personas. Los nombres de árboles y flores y malas hierbas, nombres de estrellas y los movimientos de los planetas  y de la luna.  Percibir tus seis sentidos con una mente alerta y elegante.  Por lo menos una clase de magia tradicional: adivinación, astrología,  el libro de los cambios , el tarot, los sueños, los demonios de Maya y los resplandecientes dioses ilusorios.  Besar el culo del diablo y comer mierda, joder con tu verga peluda y rijosa, joder con la bruja y con los ángeles celestiales,  y las doncellas perfumadas y doradas.  Y luego claro, amar lo humano: esposas y amigos. Juegos infantiles, historietas, goma de mascar, y lo extraño de la televisión y los anuncios. Trabajar largas horas áridas de curro insípido y aceptado, aunque vivido y amado finalmente Agotamiento, hambre, descanso, la libertad loca de la danza, el éxtasis, el peligro real... la apuesta, el borde

Diez segundos bajo el mandato futbolístico de Leo Messi

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Fue a mi entender la pincelada definitiva del partido en que se jugaba la final de la Champions de este año, aunque mejor podría decirse, el hecho puntual que culminó toda la temporada futbolística del Barça, y obra, cómo no, del primer portento del balompie en este siglo XXI. Fue uno de los rasgos, el que mejor expresa al Balón de Oro rosarino: el gol, la definición exacta en el momento necesario, y eso por supuesto, sin dejar de lado ni un minuto su generosa aportación solidaria al trabajo del conjunto. En la final de Wembley empezó marcando el Barça por medio de Pedrito tras un exquisito pase al pie de Xavi, el futbolista superlativo, otro genio; poco después llega una gran jugada de Rooney, y el despiste de uno de los lineas de banda ponen en el marcador el empate del Manchester United. El encuentro camina hacia el descanso con franco dominio azulgrana; tras la reanudación prosigue la misma tónica, hasta que Iniesta, otro as de la baraja azulgrana, un pelín apagado esa noche, le

Snyder, un Putlizer de poesía

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Heno para los caballos Manejó la mitad de la noche desde el sur de San Joaquín a través de Mariposa, surcando las rutas de Montaña Peligrosa, y estacionó a las ocho a.m. su gran camión cargado de heno                             detrás del granero. Con cabria y sogas y ganchos apilamos con cuidado los fardos encima de vigas de pino rojo astilladas en lo alto de la oscuridad; jirones de alfalfa giraban entre haces de luz escalonados; picaduras de polvo de heno en                    la camisa sudorosa y los zapatos. A la hora del almuerzo bajo roble negro afuera en el corral ardiente, y la vieja yegua olisqueando las vianderas, las langostas crujiendo entre los yuyos: "Tengo sesenta y ocho", dijo él, "la primera vez que cargué heno tenía diecisiete. Pensé en ese día que empezaba, que seguro iba a odiar hacerlo toda mi vida. Y me cago en la puta, eso terminé haciendo." (Del libro   Todas las palabras para decir roca ) Gary Snyder (San Fr

Cae una ciudad en la guerra de 1936

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Cae una ciudad Todos los carteles de los muros, todos los panfletos de las calles han quedado mutilados, destruidos o arrastrados por la lluvia, sus palabras borradas con lágrimas, como pieles arrancadas de sus cuerpos en el huracán victorioso. Todos los nombres de los héroes en el pabellón donde los pies tronaron, y los gritos eran de bronce. Fox y Lorca reclaman su historia en los muros, están ahora amargamente difuminadas, o empolvadas, renunciando a su polvo, excluidas de la dorada canción de gesta. Todas las insignias y saludos arrancadas de sus solapas y manos, se arrojan lejos con el fardo humano que llevaban; o en el lecho más profundo de la mente son desdibujados por una sonrisa: la que empuja a los vencedores cuando han vencido. (Del libro Poemas de España ) Stephen Spender (1909-1995)

Un saurio aletargado por el domingo

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La excavadora Estorba la vista, y anticipa otro paisaje. Los ciclos sólo imaginables de la enredadera en las paredes de la escuela de cine, el rojo fragmentado de al lado. Nos atrajo la luz atorada en la ventana, pero años después de la crisis económica nos oscurecemos prematuramente. Estorba, y apenas asoma detrás de la pared, que cerca el jardín como un saurio aletargado por el domingo; el mecanismo y yo descansamos. Y nada se le opone al aire fatídico de unas lineas más arriba. Pedro Donangelo (Buenos Aires, Argentina)

Como G. Grass hay que pelar la cebolla

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Necesitar Quiero librarme de una vez por todas de este ego vanidoso y absurdo hostigado por deseos obstinados. Me aburre ya ese tipo insulso, y toda su parafernalia cargante. Voy a colocar al engreído fantasma en el borde de un terco abismo: un empujón y adios. Aunque después espero que el Otro, aprenda a necesitar lo justo. Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)

Recordando a Willy DeVille

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SOLO UN  PASEO  HASTA LA   CASA  DE ESA CHICA Es   la hora de cierre   en   esta   cafetería  de  ningún sitio. No hay   forma   en el   mundo  de  dejar   a esa chica. Dejarla escapar... No,   no puedo   explicar   exactamente lo   que me pasa. Puedo decir   que  hay un tío,   está muy cerca de élla, y élla sabe que eso, es algo más  que una   casualidad. Pero   no hay nada que   yo no   haría, no   hay nada   que   yo   no   haría, no   hay nada   que   yo   no   haría... sólo   caminar hasta la casa de esa  chica. Sólo   caminar ...   mmmmm. sólo   caminar hasta la casa de esa chica. Su   sonrisa   intermitente ,   los ojos  inquisitivos. Oh,   una   promesa   que   parece  con tener   todos   mis   sueños. Al final   se dio cuenta, soy incapaz de  ignorar,   hey, a   ese tipo que está   a su lado. Ahora   sé que   no   puede   ver lo   que   me está pasando, hay   una   expresión de su   rostro que   no   puede   ocultar. Pero   te digo,   que no hay nada  

La magia infinita de Kerouac

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Estribillo 1  Magia del Culo de la Ignorancia  Magia del Culo  Siempre a tope  Toda la luz  Viejas Ásperas Carreteras  Un Potente Hierro  Ruta principal Denver es lo mismo "El tipo que estaba con su tío  el gobernador de Wyoming "  "Por supuesto que me pagaron  Diez días  Dos semanas  Trabajo y comida" "Era un viejo ladrón de todos modos" La misma voz en el mismo barco  El Vehículo Supremo  SS Excalibur  Maynard  La línea principal  Merudvhaga  Inmersión de los Desaparecidos. ( De libro México City Blues) Jack Kerouac (Lowell, Mass. 1922-1969) Trad. Juan M. Pueyo

Amistad novocentista

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Señora Sin demasiado ardor, y a la vez inflamando la rosa, que cruel o desgarrada y distendida, incluso el blanco vestido de púrpura desata, para en su carne oír llorar al diamante. Si, sin esas crisis de rocío y gentileza, ni brisa alguna hay en el cielo tormentoso que pasa; celosa de no aportar, yo no se qué espacio al simple día, el día del sentimiento más auténtico. No te parece, digamos, que cada año sobre tu frente renace la gracia espontánea, suficiente según qué apariencia, y para mi. Como un fresco abanico en la cama se estremece, al reavivar si es preciso aquí la emoción: toda nuestra nativa amistad monótona. Stephanne Mallarmé (1842,1898) Trad. Juan M. Pueyo

El peso del mundo es amor; y su lastre una soledad temible

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  Plaza Blasco de Garay, 2 Mi casa necesita una mujer, que llene las paredes de canciones, y complete mi cama por la noche. Un cuerpo que discurra en torno mío, una voz que responda si digo algo. Yo no tengo el dinero que tienen otros, no se tampoco hablar como los otros, ni tengo la apostura de los otros. Por eso necesito una mujer, que oculte mi tristeza entre sus brazos. (Del poemario " Poemas de una ciudad: Barcelona" ) Jose María Fonollosa (Barcelona, 1922-1991)

Sonido, rítmo, poesía y meditación profunda

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OM BHUR BHUVA SVAHA TAT SAVITUR VARENYAM BHARGO DEVASYA DHIMAHI DHI YO YONAH PRACHODAYAAT OM - Es Brahmán, el sonido como base de la creación. BHUR - Plano físico. Se refiere al cuerpo físico. BHUVA - Es la presencia de prana: lo que anima al cuerpo, el éter, lo sutil. SVAHA - Es la tierra de los dioses: el cielo, lo causal. TAT - Dios o Brahman. SAVITUR - Aquello a partir de lo que todo es creado. VARENYAM - Listo para ser adorado BHARGO - El radiante fulgor espiritual, la luz que confiere sabiduria. DEVASYA - Realidad divina, gracia divina. DEEMAHI - Meditación, contemplación. DHI YO - Intelecto. YO - Que. NAH - Nuestro. PRACHODAYAAT - Iluminación. TRADUCCIONES: El Gayatri Mantra puede ser traducido de muchas maneras. Algunas son estas: 1. Meditamos en el esplendor espiritual de la Realidad Suprema y Divina, fuente de las esferas físicas, astrales y celestes de la existencia. Permite que aquel Divino Ser Supremo ilumine nuestro intele

Cementerio marino V. Punto final

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Se refiere a la paradoja de Zenón sobre el movimiento y el infinito, cuando utilizó la metáfora de Aquiles y la tortuga para explicarla, y a la que alude la primera estrofa.      Cementerio marino           (últimas estrofas)                        XXI Zenón...cruel Zenón...Zenón de Elea. Me ha traspasado tu flecha alada, que vibra volando, y que no vuela nunca, su sonido me enerva, y la flecha me mata. Ah, el sol... cuya sombra de tortuga para el alma, Aquiles inmóvil a gran paso.                        XXII No, no...en pie. En la era sucesiva rompa mi cuerpo esta forma de pensamiento. Beba mi seno el nacimiento del viento. Un frescor por el mar exhalado llega a mi alma...Oh, poder salitroso, aprestémonos hacia la onda en la gozosa resurrección.                        XXIII Si, gran mar provisor de delirios, piel de pantera y clámide turbulenta de miles y miles de ídolos del sol; hidra absoluta, ebria de carne azul, que te mordisqueas la centelleante

Cementerio marino IV

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Les demoiselles de Avignon     Cementerio marino       (continuación)                   XVI Gritos afilados de muchachas alborozadas; los ojos, los dientes, los párpados mojados, el pecho encantador que juega con fuego, la sangre que brilla en los labios rendidos, los últimos dones, los dedos que los defienden, todo termina bajo tierra y retorna al juego.                   XVII Y tu, gran alma, esperas un sueño que no tendrá estos colores del engaño, que a los ojos deslumbrados muestran la onda y el oro. ¿Cantarás cuando seas etérea?. ¡Vamos! Todo huye. Mi presencia es porosa, la santa impaciencia muere también.                    XVIII Escuálida inmortalidad negra y dorada, consolación afrentosamente laureada que de la muerte haces un seno maternal; bello embuste y ardid piadoso. Quién no conoce y quién no rechaza ese cráneo vacío y esa risa sempiterna.                    XIX Padres profundos, cabezas deshabitadas, que bajo el peso de tantas pale

Cementerio marino III

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     Cementerio marino        (continuación)                  XI Perro espléndido, aparta al idólatra cuando en soledad con sonrisa de pastor apaciento por mucho tiempo corderos misteriosos; blanco rebaño de mis tranquilas tumbas aléjame las prudentes palomas, los sueños vanos, los ángeles curiosos.                  XII El porvenir aquí sólo es pereza. El insecto limpio horada la sequedad: todo está quemado, deshecho, y asciende hacia el aire no sé yo qué severa esencia. La vida es vasta estando ebria de ausencia, y la amargura es dulce y el espíritu claro.                 XIII Los muertos ocultos están bien bajo esta tierra, que los recalienta y les seca su misterio. En lo alto un mediodía sin movimiento en sí se afirma y se reconviene a si mismo... Cabeza rotunda y diadema perfecta, yo soy en tí el cambio secreto.                 XIV No me tienes a mi nada más que para contener tus temores. Y mis apuros, mis dudas, mis contricciones son el defecto

Cementerio marino II

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           Cementerio marino                      (continuación)                              VI Cielo hermoso, cielo verdadero, mírame que yo cambio después de tanto orgullo, después de tan extraña ociosidad aún plena de poderío me abandono a ese brillante espacio. Sobre las casas de los muertos mi sombra pasa; me aprisiona en su blanco vaivén.                                VII El alma expuesta a las antorchas del solsticio. Yo te sostengo, admirable Justicia, de la luz a las armas sin piedad. Yo te devuelvo pura a tu lugar primario. ¡Mírate!...aunque sustraer la luz, suponga a la sombra una áspera mitad.                                VIII Oh, para mi sólo, en mi sólo, en mi mismo junto al corazón y la fuente misma del poema, entre el vacío y el suceso puro espero el eco de mi grandeza interior. Amarga, sombría y sonora cisterna suena en el alma un hueco siempre futuro.                                 IX Sabes tú, falso cautivo de los follajes, gol

Un buen poeta librero

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La puerta Hay una puerta cerrada en un mundo de arena, tras la que se escucha el ruido de la lluvia, y hay manos de metal, cortadas manos de metal ardiente arañando esa puerta, golpeando esa puerta, cuya cerradura es un ojo en el que tiembla una lágrima. Y el ruido de la lluvia es ahora llanto, el llanto entero de ese mundo de arena; y yo miro mis manos, pero no tengo manos: mi corazón es lo que golpea contra esa puerta. Sólo la derribará el seco viento helado, que aguarda en los espejos. Abelardo Linares (Sevilla, 1952)

Un buen amigo en Facebook

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Él llegó para leer (1924) Él llegó para leer. Abiertos están unos cuantos libros. Historiadores y poetas. Pero apenas había leído unos diez minutos, que los dejó a un lado. Ahora duerme sobre un diván. Ama mucho los libros, pero tiene sólo veintitres años. Es hermoso. Sin embargo, esta tarde el amor atravesó su carne maravillosa, su boca. A través de la belleza total de su cuerpo pasó la fiebre de la voluptuosidad, sin remordimientos ridículos por la forma de ese placer. Constantine Petrou Cavafy (1863-1933)

Buen consejo del viejo poeta

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Soneto para Helena Vencida por los años en la dulce tibieza del hogar y la luz, tus manos albos copos hilando, dirás embelesada mis versos recordando: Ronsard celebró los días de mi feliz belleza. Ya no hay quién recoja de tu voz la tristeza, ni sirvienta soñolienta que al percibir el blando rumor en que me nombras, dichosa despertando con férvida loanza, bendiga tu realeza. Mi cuerpo bajo tierra, tan sólo ya mi alma llagará tus mirtos umbrosos en la calma, mientras tú cerca del fuego te refugias aterida. Y has de llorar entonces esa altivez insana. No te niegues, escúchame, no esperes a mañana: cíñete desde ahora las rosas de la vida. Pierre de Ronsard (1524-1585) Versión de Carlos López Narváez