Snyder, un Putlizer de poesía



Heno para los caballos

Manejó la mitad de la noche
desde el sur de San Joaquín
a través de Mariposa, surcando
las rutas de Montaña Peligrosa,
y estacionó a las ocho a.m.
su gran camión cargado de heno
                            detrás del granero.


Con cabria y sogas y ganchos
apilamos con cuidado los fardos encima
de vigas de pino rojo astilladas
en lo alto de la oscuridad; jirones de alfalfa
giraban entre haces de luz escalonados;
picaduras de polvo de heno en
                   la camisa sudorosa y los zapatos.


A la hora del almuerzo bajo roble negro
afuera en el corral ardiente,
y la vieja yegua olisqueando las vianderas,
las langostas crujiendo entre los yuyos:
"Tengo sesenta y ocho", dijo él,
"la primera vez que cargué heno tenía diecisiete.
Pensé en ese día que empezaba,
que seguro iba a odiar hacerlo toda mi vida.
Y me cago en la puta, eso terminé haciendo."

(Del libro Todas las palabras para decir roca)


Gary Snyder (San Francisco, 1930)
Trad. Bárbara Belloc

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