Fábula bretchiana




Balada del guardabosques y la condesa


En tierras de Suecia vivía una condesa
que era muy pálida y bellísima.
Señor guarda, señor guarda, 

mi liga se soltó, se soltó, se soltó...
Guarda, arrodíllate, pronto; y átala.

Señora condesa, señora condesa, no me miréis así,
yo os sirvo por mi pan.
Vuestros pechos son blancos,

pero el hacha es fría, fría, fría...
Dulce es el amor, pero amarga la muerte.

El guarda escapó aquella misma noche.
Cabalgó monte abajo hasta que llegó al mar.
Señor barquero, señor barquero, 

acógeme en tu barca, en tu barca, en tu barca...
Barquero, tengo que ir hasta el fin del mar.


Entre el gallo y la zorra brotó el amor.
Oh adorado, ¿me amas de verdad?...
y tierna fue la noche, 

pero el alba llegó, llegó, llegó:
todas sus plumas cuelgan del zarzal.



Bertholt Brecht (1898-1956)

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