Celán, obsesionado con la muerte propia

Ciégate para siempre...
Ciégate para siempre.
También la eternidad está llena de ojos.
Allí se ahoga el movimiento de las imágenes,
al término en que ha nacido.
Allí se extingue lo que el lenguaje,
de igual modo ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse
como la danza de dos palabras, tan sólo
construidas de otoño y seda y nada.
Paul Celan (1920-1970)
De "Cambio y aliento", 1967
Versión José Angel Valente
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