Romance de Abenamar Por Guadalquivir arriba el buen rey Don Juan camina; encontrara con un moro, que Abenamar se decía. El buen rey desque vido de esta suerte le decía: - Abenamar, Abenamar, moro de la morería, hijo eres de perro moro y de cristiana cativa. Tu padre llaman Alí y a tu madre Catalaina. Cuando naciste estaba la luna crecida, y la mar estaba crecida, viento no la rebullía. Moro que en tal signo nace no debe decir jamás mentira. Preso tengo un hijo tuyo; yo le otorgaré la vida, si me dices la verdad de lo que te preguntaría. - Yo te la diré, rey Don Juan, si tú le otorgas la vida. - Dígasmela tú, moro, que otorgada te sería. Qué castillos son aquellos, que tal alto se yerguen y relucen. -La Alhambra es, Señor, y la otra la Mezquita; los otros los Alíjares, labrados a maravilla. El moro que los labró cien doblas ganaba al día, y el día que no los labra, de lo suyo las perdía; desque los tuvo labrados, el rey le quitó la vida, p
Comentarios