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I Recordando cosas bellas de Japón en sus días de tragedia

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Un día ofrecido como regalo Como dejé el equipo de pesca en casa, regresé por el camino del río, y los pantalones se llenaron de cadillos. Luego, en una hondonada donde había remolinos, escuché murmullos de insectos y discursos de pájaros. Un par de ojos se sobrecogieron  ante el color violeta de las flores de arrurruz  y el plata de las espigas. Cuando me puse en marcha, voló una comadreja desde mis pies, y atravesó el vado un faisán. No es cierto. Voló un faisán desde mis pies y atravesó el vado una comadreja. Vi a lo lejos unos niños, que lanzaban y recogían sucesivamente  los señuelos del estanque. En el cielo planea despacio un milano, y me quedé viéndolo,  hasta que me dolió el cuello. Pronto un hombre gritaría,  al encontrar un nido de ruiseñor entre las cañas. Tetsuo Nakagami [Osaka, 1939] Economista de la Universidad de Tokio. Su poesía es un homenaje a la Generación Beat norteamericana, muchos de cuyos autores ha traducido al japonés. Trad. Ryuk

Fábula bretchiana

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Balada del guardabosques y la condesa En tierras de Suecia vivía una condesa que era muy pálida y bellísima. Señor guarda, señor guarda,  mi liga se soltó,  se soltó, se soltó... Guarda, arrodíllate, pronto; y átala. Señora condesa, señora condesa, no me miréis así, yo os sirvo por mi pan. Vuestros pechos son blancos, pero el hacha es fría,  fría, fría... Dulce es el amor, pero amarga la muerte. El guarda escapó aquella misma noche. Cabalgó monte abajo hasta que llegó al mar. Señor barquero, señor barquero,  acógeme en tu barca,  en tu barca, en tu barca... Barquero, tengo que ir hasta el fin del mar. Entre el gallo y la zorra brotó el amor. Oh adorado, ¿me amas de verdad?... y tierna fue la noche,  pero el alba llegó,  llegó, llegó: todas sus plumas cuelgan del zarzal. Bertholt Brecht (1898-1956 )

Poesía prebélica en la primera mitad del siglo XX

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La montaña magnética (1933) En algún lugar más allá de las terminales de la razón, al sur o al norte, hay una montaña magnética que funde el cielo con la tierra. No hay línea tendida hasta ahora. Un montón de conexiones que se oxidan durmientes -huesos de muertos- marcan una vía derrotada. Un halcón que anualmente cambia su sitio en el espacio; el último vuelo puede significar el lugar. Hierro en el alma, espíritu acerado en fuego, aguja temblando en la verdad; tal es lo que allí se me revelará. Cecil Day-Lewis (Ballinturbbert House, 1904- Hadley Wood, 1972)   Versión de J. Aulici no

Impresionante reflexión sobre la existencia

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No existe el tiempo No existe el tiempo. El tiempo no es sino la piel del hombre, que se agrieta y cruje y se reduce, mientras pasa la vida en el fuego del ser, hablando las horas para después dejarlas languidecer en el siempre reverberante lago del silencio, en la danza humeante de la estrella de la tarde y el sol de medianoche, en el rizo de la hoja, en el gracioso y agitado veloz gesto de muerte en la paloma. No existe el tiempo. El tiempo es el rutilante cometa del recuerdo, desordenando el cielo con las brasas de historias que no se volverán a oír. El tiempo es mi amor por ti, los movimientos del lagarto que en tu cuerpo van y vienen, para llenar los huecos con el fuego que describe todas las caras de la despedida. No existe el tiempo, sino el ritmo del corazón como un dolor entre las cuencas oculares; sólo lo dicho en piel vacía por este poema medido y manchado por las palabras del cáncer del olvido, como mierda de lagarto. Breyten Breyten

El eterno vate musulman

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Festival de Poesía de Medellín Ceguera Esta tinta me eleva tan alto como mi aliento. Me eleva triunfante hasta el espacio, en que mi mirada solícita enaltece, hasta que brota dentro de mí la fiebre inconsciente. Cerrojos echados, días de alheña, y moradas en noches de baile que llevan a noches de baile. La palmera entonces cerca de unos pasos que han olvidado a su señor y su voluntad... Bajo el silencio de pronto: un sonido, el círculo de lacre se derrite, y de la mancha despiertan pájaros y mariposas, que en su huida me conducen a la ceguera. Mohammed Bennis (Fez, 1948)

Tradición oral en la rivera del río Gambia

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Alhaji Papa Susso, tocando la kora Canción del padre amantísimo La primera vez que un padre le habla a su niño, el niño no se encuentra a la vista. La segunda vez… qué es ese extraño zumbido que escucho. La tercera vez, el niño debe salir a conseguir algo para comer. Luego la cuarta vez, el niño comienza a escuchar algo. Cuando te lo digo por quinta vez, tú me preguntas: Estás hablándome a mí. A la sexta vez tú respondes: Qué lengua es esa que hablas tú. En el momento en que te lo digo por séptima vez, las palabras se convierten en canción, y el poema se introduce en el * kora. Deben aprenderlo ustedes, mis pequeños * griots, y luego pueden repetir la historia. Después la historia prosigue de esta forma: Cuarenta y ocho años he estado trabajando,   difundiendo la palabra del griot, difundiendo esa palabra alrededor del mundo,   y enviando dinero a casa para ti. Y Sankung se encuentra aquí, y Al Hassan se encuentra aquí, y Fatou está en camino, y Ma

Sutil escritura

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Mohammed Bennis Escritura Llámala gota primera condensada en instantes de duda. Llámala don que desdeña el frío a su paso, y se contenta con el crisol de la ausencia. Dile a ella, que sea jaima para ellos. Diles a ellos, que ella es, el soplo que prende las nubes. Mohammed Bennis (Fez, 1948)