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Premios literarios, ansiedad por publicar y la escritura

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Desde siempre los premios literarios, esos certámenes convocados para sanerar cuentas corrientes de algunos y ávidos egos de otros, despertaron en mí suspicacia cerval y distante desdén, pues nunca me agradaron los actitudes altaneras y arrogantes de las gentes que se mueven alrededor de éllos. Como cualquier persona que se precie de aspirante a escritor de éxito, y también movido por mi vanidad y la insistencia de un círculo de personas que me aprecia, cuando terminé el borrador de mi primera historia, es decir, la primera de éllas a la cual conseguí ponerle la anhelada palabra FIN, antes de sentirme invadido por la duda y sin pensarlo dos veces, decidí gastar mis buenos euros en la copistería y oficina de correos, y la envié a uno de esos concursos. Quedó finalista junto a otras siete entre ciento veintidos... ¡y qué subidón, qué pasada, un flash de la hostia...! La verdad es que me sentía flotar, compensado sobradamente con que se me hubiese reconocido, no pensaba para nada en la ca

¿El nuevo Rusdhie?

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Un día leyendo en La Vanguardia uno de esos, lamentablemente abundantes, artículos sobre la presencia y actividad de Al Qda en los territorios de las provincias del norte de Pakistan, me topé con esta magnífica instantánea de un bazar de Peshawar, la cual servía de ilustración a la narración de corresponsal, y cuya elección puede suponerse que se debió a un mero azar. Me llamó poderosamente la atención ese chiquillo adolescente, vestido con su pijama tradicional blanco, que mientras ojea libros en un puesto de venta ante la displicencia del vendedor, levanta su mirada hacia el objetivo de la camara, mientras la gente va y viene sin reparar en nada que no sean sus propios problemas. Me dije: "Un chiquillo adolescente con un pijama y camisa, evidentes atavíos musulmanes, escrutando libros en una librería...¿acaso no pudo haber estado alguna vez en su Bombay natal un adolescente Salman Rusdhie, ojeando con arrobo y fruición las últimas novedades que traía su librero favorito, como es

Aburrimiento

Os cuento un chiste: ¿A que no sabes lo que hace una rata en una esquina...? Pues esperar un rato... Puag, qué malo!. Claro, quien no tiene nada qué hacer con el culo caza moscas. Otra historia con moraleja: En los tiempos de la posguerra española el hambre era la obsesiva prioridad cotidiana de mucha gente. Había un señor viudo y su hijita para quienes cómo llenar el estómago se convertía en un suplicio, una tarea harto complicada y también cuestión de supervivencia. Un día el padre descubrió un melonar con los frutos en su punto, y le dijo a su hija: "Esta noche iremos a coger unos melones. Tú te pondrás junto al camino, y si ves a alguien, pita". Le contestó la niña obediente y hambrienta: "Sí, papá". Al caer la tarde y llegar la noche, se fueron los dos hacia el huerto donde estaba el melonar, y el padre con una bolsa en la mano se fue hacia su objetivo, cuando de pronto oyó un pitido y se escondió con rapidez. Al cabo de un rato, volvió a salir y otro pitido, y
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"Y el armamento de destrucción masiva -las denominadas hipotecas subprime , se hallaba en los cercanos sótanos de Wall Street". (Extraído de un artículo de Xabier Batalla en La Vanguardia)

War Crimes for the Home, de Liz Jensen

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¿Verdad que no es lo mismo un crimen de guerra que una guerra? En la guerra suceden los crímenes de guerra. Pues bien, una verdad de perogrullo tan enorme como esta, se la ha pasado por el forro de los... esa anfetamínica cabeza pensante que ha parido para este libro tan desventurado título: GUERRA EN LA FAMILIA, en su edición española de Alfaguara, una excelente novela de Liz Jensen, periodista inglesa y joven y vitalista narradora, perteneciente a la nueva hornada de creadores que se está fraguando en la lengua de Shakespeare. No merecía, para comenzar, tan feo atropello la bella historia de Jensen, porque el núcleo paritorio de la obra se centra en unos hechos precisos y puntuales, que como consecuencia de ellos y por su incidencia en la razón de ser del relato, la autora da al texto un acertado título que juzga apropiado: WAR CRIMES FOR THE HOME, al cual, la anfetamínica y estrujadísima cabeza pensante que lo encajó en la edición española, ha desdeñado olímpicamente. Pero eso no im

Perplejidad en un financiero

" Yo pago los mismos impuestos que la señora que hace la limpieza de mi despacho. Respóndame, ¿usted cree que eso es coherente, usted cree que eso es bueno para la sociedad?. Yo no creo que lo sea". (Warren Buffet, financiero estadounidense en una entrevista periodística. Una de las mayores f ortunas del planeta)