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Mostrando las entradas etiquetadas como poesía pop

Un ouija familiar proporciona un poema a L. Reed

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Mi casa La imagen del poeta con los gansos en medio de la brisa canadiense volando sobre los árboles, mientras una neblina se cierne suavemente sobre el lago. Mi casa es muy hermosa por la noche. Mi amigo y maestro ocupa la habitación de invitados. Él está muerto en paz ya al fin con el Judío Errante, otros amigos pusieron piedras en su tumba. Fue el primer gran tipo con quien me encontré en la vida. Sylvia y yo marcamos en nuestra Ouija su espíritu, que a través de la sala se elevó. Nos quedamos alucinados y felices con lo que vimos: Estaba ardiendo el regio y orgulloso nombre de Delmore. Delmore, me perdí tu divertida elegancia, me perdí tus bromas, y todas las cosas brillantes que decías. Mi Dédalus para tu Bloom en perfecta comunión. Y te he encontrado en mi casa, en la que vivo una vida perfecta. Realmente soy muy afortunado con mi vida. Tengo mi escritura, mi moto, mi esposa, aunque por encima de todo tengo el espíritu de la pura poesía, que convive

Otro capítulo de la novela del Sr. Reed

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El día que John Kennedy murió Soñé que era Presidente de estos Estados Unidos. Soñé que abolía la ignorancia, la estupidez y el odio. Soñé la unión perfecta y una ley perfecta, incontestables. Y más que nada soñé, que había olvidado el día que John Kennedy murió. Soñé que yo podría hacer, lo que otros no hicieron. Soñé que era incorruptible y limpio con todo el mundo. Soñé que no era un bruto o un primario, un criminal sobre la presa. Y más que nada soñé, que había olvidado el día que John Kennedy murió. Recuerdo adonde estaba ese día. Estaba sentado en el bar. El equipo de la universidad jugaba al fútbol en la TV. De repente la pantalla se cortó, y el locutor dijo: "Ha sucedido una tragedia. Hay aspectos sin confirmar, pero han disparado sobre el Presidente. Puede estar muerto, o muriendo". De manera entrecortada alguien gritó: "¿Qué?". Salí corriendo a la calle, la gente se reunía, y decían: "¿Has oído lo que dicen en la TV?".

Eliminad a ese tipo, es un peligroso idealista loco

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Un héroe de la clase trabajadora Nada más nacer te hacen sentir pequeño, sin darte tiempo a nada en lugar de dártelo todo, hasta que el dolor es tan grande que no sientes, y todo te da igual. Un héroe de la clase obrera es algo que podrías ser. Te hieren en casa, y te pegan en la escuela. Allí te odian si eres listo, y desprecian al tonto, hasta que estás tan jodidamente loco, que eres incapaz de seguir sus reglas. Un héroe de la clase obrera es algo que podrías ser. Después que te han torturado y asustado durante veinte putos años, entonces esperan que elijas una carrera, pero estás tan acojonado, que no puedes funcionar. Un héroe de la clase obrera es algo que podrías ser. Te drogan con la religión, el sexo y la tele, y tú te crees tan listo, tan independiente y tan libre; aunque  a mí me parece, que sigues siendo un jodido paleto, muy alejado del héroe de la clase obrera que podrías ser. Hay un buen cobijo en la cima, te dicen, pero primero debes a

Antonio Vega, la elegancia en la cultura pop

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  Pasa el otoño  Pasa el otoño en Madrid, y el color ocre se funde a gris, vuelven recuerdos de inviernos pasados junto a ti. Sentado hoy frente al mar, nada perturba la paz, Y ahora comparto contigo nuestra verdad. Y es que de hecho hasta hoy, no me ha importado nunca adonde voy; en cualquier puerto puedo recaer, ser quien sea, ser como soy. Atadas manos y pies al corazón que fui fiel, ojala me condenaran a la niñez. Pero después descubrí, que amar en libertad no era sufrir, ojala me condenaran a compartir. Y llegó la madurez, ideas claras; saber lo que quieres ser, ojala me condenaran a no volver. Quiero oír crujir las hojas al andar una vez más, porque el otoño pasa en Madrid. Quiero guardar hojas doradas hasta abril. Pasa el otoño en Madrid. Antonio Vega (Madrid, 1957-2009)

La heroína

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La aguja y el daño hecho Oi que llamabas a la puerta de mi sótano. Te amo, cariño, pero aún puedo meterme otro más. Oooh, el daño hecho. Llegué a la ciudad, y perdí a mi banda. Vi como la aguja atrapaba a otro hombre. Se algo que vosotros no comprendéis: leche en la sangre para evitar huir. He visto la aguja, y el daño hecho poco a poco en cada uno de nosotros, aunque cada pico sea como una puesta de sol. Neil Percival Young (Toronto, 1945)

Dylan is Dylan

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Dylan, 1962 Sobre el puente de Brooklyn Sobre el puente de Brooklyn estaba inclinado, y de pie en el borde había un predicador hablándole. Estuve cambiando de posición continuamente, para poder ver desde todos los ángulos por un lado y otro de los cuellos estirados y las cosas. La policía contenía a la gente, la señora que está a mi espalda irrumpe en mi ingle: "enfermos, enfermos, algunos están realmente enfermos", como el número circense del trapecio: "oh espero que no lo haga". Él estaba al otro lado de la barandilla, sus ojos terriblemente abiertos bañado por el sudor boca de tiburón las sucias mangas de la camisa subidas los brazos gruesos y tatuados, y llevaba un reloj de plata; echándole una rápida ojeada, yo podría decir que estaba inútilmente sólo, no pude quedarme allí mirándole no pude quedarme allí mirándole, porque de pronto me di cuenta, que en lo más profundo de mi corazón deseaba realmente verle saltar. Robert A

Una pequeña parte de la gran novela norteamericana de Mr. Lou Reed

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Mi amigo Jorge Leí en el periódico algo acerca de un hombre muerto con una espada, y eso me hizo pensar en mi amigo Jorge. La gente decía que el hombre era de unos cinco pies seis libras, como Jorge con su bastón de matar. Hey, hermano, qué es lo que se decía acerca de mi amigo Jorge... (estribillo) Yo conocía a Jorge desde los ochos años, y siempre pensé, que fue alguien grande; y cualquier cosa que Jorge hiciese, yo podía hacerla también. Jorge amaba la música, y le gustaba la bronca. Trabajaba cada noche en un gimnasio del centro de la ciudad; cuando terminaba su trabajo, nos poníamos cachondos, y me la empinaba. Después separábamos nuestros labios. Era sólo pura diversión. La siguiente cosa que oí de Jorge, es que tenía ese bastón, y que lo estaba usando, para algo más que dar golpes. Luego lo vi tirado en el bar de Smalley. Estaba con los cables cruzados. Traté de calmarlo. Me vengo de ti mismo, me dijo. Me vengo de ti mismo por humanidad. Me vengo de

Mr. Cohen, la voz judía herida

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Leonard Cohen Goebbels abandona su novela y se afilia al partido Su último poema de amor              se rompió en la bahía, donde rubios personajes blasfemaban, cargando chatarra              en oxidados submarinos. Al sol se sintió sorprendido              al notarse tan carente de deseos como una rueda. Más simple que el dinero se sentó sobre un poco de sal derramada, y se preguntó si volvería a encontrar alguna vez las cicatrices de las farolas úlceras de verja de hierro forjado. Recordaba perfectamente cómo dispuso               el ataque cardíaco de su padre, y cómo dejó a su madre en un pozo con la memoria en blanco por la pérdida de culpabilidad. Precisión bajo el sol: los elevadores               las piezas de hierro dispersaron a cualquiera de vosotros, cuyo dolor hubiera dejado igual que un silbato, que dispersa a un equipo de hombres sudorosos. Preparado para unirse al mundo; sí, sí, dispuesto a casarse, convencido que el dolor es cuest