Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como poesía española

Acerca de esto me habló un amigo

Imagen
Las palabras Di y recibí amor. Esparcí el odio, y nació en mi un fuerte deseo de venganza. Abandoné la esperanza, y me estrellé ante lo detestable. Desmonté toda emoción sana, y se diluyó en mi toda pulsión sensata. Pero en medio de mis miserias forje un sueño, y fui hacia él con toda mi ignorancia a cuestas, bogando como un pez tuerto. Y siempre encontraba lo mismo: mi duda lacerante, mi mente en nebulosa, como absorta en una visión zen inconclusa. Continué vagabundeando por caminos sinuosos y canallas, erróneos casi siempre. En la torpe deriva vi la insana vanidad  de antiguos ídolos de barro ,  su ridícula pose de papel y vinilo; pude  mandarlos a todos a la puta mierda. Aunque todo eso ahora ya no importa nada. Mientras el drama inminente llamaba en mi puerta, alguien esencialmente bueno vino al rescate   de la caída libre y abismal en un a Nada  desesperante. Y fue la luz pura de las palabras, quien junto a mi voluntad, hizo el resto.

Siempre la palabra e imagen precisa

Imagen
Vida Entre mis manos cogí un puñadito de tierra. Soplaba el viento terrero. La tierra volvió a la tierra. Entre tus manos me tienes; tierra soy. El viento orea tus dedos  largos de siglos, y el puñadito de arena -grano a grano, grano a grano- el gran viento se lo lleva. Dámaso Alonso (1898-1990)

Lo que importa

Imagen
Tu presencia, tu energía Un atardecer de plata y versos nerudianos lejos de cualquier mar soñé ayer: vértigo de palabras, color, metáforas, visiones y mucha, profunda emoción… Ah! Pablo y el verbo torrencial y terrenal. Sobre un río de calma se deslizaba mi vida, y como el agua buscaba su sencillo acomodo. También en mi sueño el trigo verdeaba infinito: esa magistral pintura efímera de la Naturaleza. Primaveras, sueños, esperanzas, amaneceres. Todo para morir. Las calles desiertas del pueblo se llenaban con el alboroto de nuestra alegría mientras paseábamos. Y fue entonces, cuando de tu risa franca sentí que nacía todo para mi. Aunque si yo andara solo por esas calles, todo se reduciría a nada. Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)

El telón de sedas amarillas: los hechos

Imagen
V. Aleixandre, Luis Cernuda, F.G.Lorca CERCANO A LA MUERTE No es la tristeza lo que la vida arrumba o acerca, cuando los pasos son muchos y duran. Allá el monte, aquí la vidriada ciudad, o es un reflejo de ese sol larguísimo que urde respuestas para labios que viviendo, viven o recuerdan. La majestad de la memoria es aire antes o después. Los hechos son suspiro. Ese telón de sedas amarillas que un soplo empuja, y otra luz apaga. Vicente Aleixandre (1898-1984)

La cálida voz poética de Don Dámaso

Imagen
Insomnio Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres,                                                        (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo, y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro; y paso largas horas oyendo gemir al huracán, ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna; y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla; y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad  de Madrid,  por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime: qué huerto querrás abonar con nuestra podredumbre... o temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches. Dámaso Alonso (1898-1990)

Fresca y novísima poesía española

Imagen
Siento en mi cuerpo Siento en mi cuerpo todo el frío de las catedrales. Miro por la ventana, y veo los escombros de mi infancia acumulados en el páramo. Hay poco que decir. Soy Jane Eyre, y estoy encerrada en el cuarto rojo. Almudena Guzmán (Navacerrada, Madrid 1964)

Como G. Grass hay que pelar la cebolla

Imagen
Necesitar Quiero librarme de una vez por todas de este ego vanidoso y absurdo hostigado por deseos obstinados. Me aburre ya ese tipo insulso, y toda su parafernalia cargante. Voy a colocar al engreído fantasma en el borde de un terco abismo: un empujón y adios. Aunque después espero que el Otro, aprenda a necesitar lo justo. Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)

El peso del mundo es amor; y su lastre una soledad temible

Imagen
  Plaza Blasco de Garay, 2 Mi casa necesita una mujer, que llene las paredes de canciones, y complete mi cama por la noche. Un cuerpo que discurra en torno mío, una voz que responda si digo algo. Yo no tengo el dinero que tienen otros, no se tampoco hablar como los otros, ni tengo la apostura de los otros. Por eso necesito una mujer, que oculte mi tristeza entre sus brazos. (Del poemario " Poemas de una ciudad: Barcelona" ) Jose María Fonollosa (Barcelona, 1922-1991)

Un buen poeta librero

Imagen
La puerta Hay una puerta cerrada en un mundo de arena, tras la que se escucha el ruido de la lluvia, y hay manos de metal, cortadas manos de metal ardiente arañando esa puerta, golpeando esa puerta, cuya cerradura es un ojo en el que tiembla una lágrima. Y el ruido de la lluvia es ahora llanto, el llanto entero de ese mundo de arena; y yo miro mis manos, pero no tengo manos: mi corazón es lo que golpea contra esa puerta. Sólo la derribará el seco viento helado, que aguarda en los espejos. Abelardo Linares (Sevilla, 1952)

El gran Taj Mahal y el pequeño Taj

Imagen
La tumba de Itmad-ud-Daulad, el pequeño Taj Mientras un elocuente silencio blanco adormece el imponente Taj Mahal de Shah Jahan, irradiando con su paz de siglos aquel sueño que un día abrazó la ciudad de Agra, este otro pequeño mausoleo recoge mi exhausto corazón entre los ruidos malolientes del albañal y el bullicio urbano de este siglo de gasolina, al otro lado del río Yamuna. Agra, noviembre 1980   Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)

Lorenzo Vidal, el pacifista creador del Día Escolar por la No-Violencia y la Paz

Imagen
HE APRENDIDO A VIVIR SOLO He aprendido a vivir solo, como quien no sabe de los demás. Aprendí a vivir austero, hermano de esta tierra. He apretado muchas canciones sobre mi pecho inútil, y sé que amar es un copo trémulo, nuevo, que se dibuja para dejar una pesadumbre. He aprendido, que vivir solo es vivir errante; sin patria. Lorenzo Vidal (Santanyí, Mallorca, 1936) Extraído de la página web del autor

El ser humano y la Naturaleza

Imagen
Muerte Cientos de cuchillos parecen silbar en el aire de la noche. Una luna brillante ilumina la mar en calma. Hay un gato avezado, que muy cerca afila su mirada acerada. En la entrada de una madriguera asoman un hocico y unos ojos ratoniles. Hojas secas crujen y rasgan la suave brisa, es el ruido brusco y rápido que anuncia la Muerte. En el sigilo un cuchillo de la noche hizo su trabajo implacable y perfecto. Luego el gato vanidoso se relame, y ronronea satisfecho sobre la tapia; mira, pero no ve justo enfrente el azul del mar, que parece infinito. San Sebastian, verano de 2006 Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)

El abrazo roto

Imagen
Sex Fiction Ballenas perfumadas paseamos cruzando el hilo de la muerte. Los heridos parecen haber roto sus ataduras, y salimos tranquilos viejos planetas rotos por paredes de noche, hacia el barco que espera. Niños muertos, cadáveres de sencilla sonrisa llueven plomo, musitan palabras que son máscaras. Ponen gafas de niebla y de té para ocultar el deseo, que informa nuestras tardes y todas nuestras noches. Hierve el agua en sus teteras, intentamos el sexo más nuevo, y dormimos en camas de siempre espacio yerto. Cocodrilo del aire, mi viejo amigo el saurio se oculta en todas las esquinas, y sólo exhibe su sonrisa en los pliegues. Por las calles vigilan enemigos de un tiempo que antes estaba vivo, y los templos dormidos se estremecen en brillos. Ametrallada la noche se descubre sin horas, y engarza en los cuerpos. Eduardo Haro Ibars (Madrid, 1948-1988)

De pronto emoción, ternura y gran poesía

Imagen
Madrigal de las once Desnudas han caído las once campanadas. Picotean la sombra de los árboles las gallinas pintadas, y un enjambre de abejas va rezumbando encima.                                   La mañana ha roto su collar desde la torre. En los troncos se rascan las cigarras. Por detrás de la verja del jardín resbala             quieta                         tu sombrilla blanca. Dámaso Alonso (1898-1990)

Sumamente elocuente la poesía del gran Luis Cernuda

Imagen
Un español habla de su tierra Las playas parameras al rubio sol durmiendo; los oteros y las vegas en paz, a solas y a lo lejos. Los castillos, ermitas, cortijos y conventos, la vida con la Historia tan dulce al recuerdo. Ellos los vencedores Caínes sempiternos de todo me arrancaron. Me dejan el destierro. Una mano divina tu tierra alzó en mi cuerpo, y allí la voz dispuso, que hablase tu silencio. Contigo solo estaba, en ti sola creyendo; pensar tu nombre ahora, envenena mis sueños. Amargos son los días de la vida, viviendo sólo una larga espera a fuerza de recuerdos. Un día tú ya libre de la mentira de ellos me buscarás. Entonces... qué te va a decir un muerto. Luis Cernuda (1902-1963)

Nacemos solos y morimos solos

Imagen
Isla del archipiélago Santorini en el Egeo A veces pienso A veces pienso que mi alma fuera como una isla, rodeada durante muchos años de un espejo inconmovible igual a aquel del prodigioso viaje; isla ufana de sus palmeras, de sus cíclopes, de sus flores; llena de vida y de interior isleño con diminutas villas, con sus mercados, con sendas por las que tal vez corre a la aurora un cochecillo traqueteante, pero olvidada, ensimismada en sueños como suaves neblinas, quizás sin conocer al ceñidor azul que la circunda, ese metal que, bella piedra, acerado la ajusta; su razón de existir, lo que le da su ser, su forma de tierno reloj vivo, o de tortuga: isla. Dámaso Alonso (1898-1990) Extraído del poemario " Hijos de la Ira"

El poeta que canta al amor

Imagen
Yo no puedo darte más Yo no puedo darte más. No soy más de lo que soy. Cómo quisiera ser arena, sol en estío. Que te tendieses descansada a descansar. Que me dejaras tu cuerpo al marcharte, huella tierna, tibia, inolvidable. Y que contigo se fuese sobre ti mi beso lento: color desde la nuca al talón, moreno. Ser la materia que te gusta, que tocas todos los días, y que ves ya sin mirar a tu alrededor, las cosas -collar, frasco, seda antigua- que cuando echas de menos preguntas: "Huy, ¿dónde está?" Y cómo quisiera ser una alegría entre todas, una sola, la alegría con que te alegraras tú. Un amor, tan sólo un amor: el amor del que te enamorases tú. Pero no soy más de lo que soy. Pedro Salinas (1891-1951)

Reflexión guilleniana sobre la Historia

Imagen
Gatos de Roma Los gatos, no vagabundos pero sin dueño al sol adormecidos en calles sin aceras, o esperando una mano dadivosa tal vez por entre ruinas. Los gatos, inmortales de modo tan humilde retan al tiempo, duran atravesando las vicisitudes sin saber de la Historia que levanta edificios, o los deja abismarse entre pedazos bellos aún, ahora apoyos nobles de esas figuras: libres. Mirada fija de unos ojos verdes en soledad, en ocio y luz remota. Entrecerrados los ojos, rubia la pelambre y calma iluminada. Erguido junto a un mármol superviviente resto de columna, alguien feliz y pulcro se atusa con la pata relamida. Gatos. Frente a la Historia sensibles, serios, solos, inocentes. Jorge Guillen (1893-1984)

Pequeña perla, Don Dámaso...

Imagen
Gota pequeña, mi dolor... Gota pequeña, mi dolor. La tiré al mar.                           Al hondo mar. Luego me dije: ¡A tu sabor ya puedes navegar! Más me perdió la poca fe...                           La poca fe de mi cantar. Entre onda y cielo naufragué, y era un dolor inmenso el mar. Dámaso Alonso (1898-1990)

La críptica poesía de una novelista

Imagen
Y ahora... Y ahora abundante de ensueños y de grises, con esa eterna impotencia que no limpia el lenguaje, el miedo que se hace palabra para no ser miedo, todo lo que enciende luces y no se nombra, por si muere, el resquicio de libertad que terco asoma, brazo roto, abril marchito, luna falsa, también falso el dolor que se vuelve costumbre; los labios en dudosas fuentes, los ojos todavía sedientos de estrellas, calandrias, mitos, y otras delgadas inutilidades en que los dioses derraman la sonrisa en ayuno, para que no traicione una mentirosa amnesia de rechazos y deseos con ruiseñores y congojas, o sea con nada, sólo con uno mismo dentro y fuera dispuesto a que cada cosa recupere su alcurnia, su medida y su precio se emprende la huida, adonde aún no ha llegado el futuro. Ana María Navales (Zaragoza, 1939)