Acerca de esto me habló un amigo
Las palabras
Di y recibí amor.
Esparcí el odio, y nació en mi un fuerte deseo de venganza.
Abandoné
la esperanza, y me estrellé ante lo detestable.
Desmonté
toda emoción sana, y se diluyó en mi toda pulsión sensata.
Pero
en medio de mis miserias forje un sueño, y fui hacia él
con toda mi ignorancia a cuestas, bogando como un pez tuerto.
Y siempre encontraba lo mismo: mi duda lacerante,
mi
mente en nebulosa, como absorta en una visión zen inconclusa.
Continué vagabundeando por caminos sinuosos y canallas,
erróneos
casi siempre. En la torpe deriva vi la insana vanidad
de antiguos ídolos de barro, su ridícula pose de papel y vinilo; pude
mandarlos a todos a la puta mierda. Aunque todo eso ahora ya no importa nada.
de antiguos ídolos de barro, su ridícula pose de papel y vinilo; pude
mandarlos a todos a la puta mierda. Aunque todo eso ahora ya no importa nada.
Mientras el drama inminente llamaba en mi puerta,
alguien
esencialmente bueno vino al rescate
de la caída libre y abismal en una Nada desesperante.
Y fue
la luz pura de las palabras, quien junto a mi voluntad, hizo el resto.
Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)
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