Hart Crane, American Poet



Al puente de Brooklyn

Cuántos amaneceres el agitado río que en ondas descansa,
las alas de las gaviotas se hundirán atravesándolo,
esparciendo blancos círculos de rumor, erigiendo
sobre la encadenada bahía las aguas de la libertad.

Después su inclinación invisible olvida nuestros ojos,
como una visión de veleros que caminan sobre
alguna página del cuaderno de bitácora,
hasta que los ascensores nos depositen en nuestro día...

Pienso en las salas de cine, artificios panorámicos,
gente embelesada ante una escena que seduce
ocultando el sentido, a la que regresas siempre
intuida por otros ojos en la misma pantalla.

Y atraviesas el puerto a paso de plata,
como si el sol caminara sobre ti, y aún así dejara
algo de movimiento sin prodigarse en el tránsito:
implícita vive en ti tu libertad.

Desde alguna escotilla subterránea, buhardilla o celda,
un demente se apresura hacia tus parapetos
aturdido por momentos, el aire infla su camisa,
la burla se percibe en la enmudecida caravana.

Wall Street abajo desde las vigas a la calle gotea el mediodía,
un diente arrancado del cielo de acetileno.
Por la tarde las grúas arrastran las nubes...
tus cables respiran la quietud del Atlántico norte.

Oscuro como aquel cielo de los judíos
tu galardón. Se te rinden honores
de anonimato, que el tiempo no puede enmendar:
vibrante indulgencia y perdón muestras.

Oh arpa y altar fundidos en furia.
Cómo pudo el esfuerzo alinear el canto de tu cordaje,
terrorífico umbral de la visión del profeta,
de la oración del paria y el gemido del amante.

De nuevo las luces del tráfico rozan tu ágil,
indestructible idioma, inmaculado suspiro de estrellas
bordando tu destino, condensada eternidad:
vemos a la noche arrullarse en tus brazos.

Bajo tu sombra esperé en los muelles,
sólo en la oscuridad se aclara tu sombra.
Las ardientes parcelas de la ciudad tiemblan,
cuando la nieve sumerge un año metálico...

Oh, insomne como el río a tus pies
hinchando el mar, el sueño de las llanuras
hacia nosotros mísero fluye, desciende,
y desde sus ondas ofrenda un mito de Dios.

Hart Crane (1899-1932)





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