Los días mueren, algunos reyes abdican...
Abdicación
Tómame, oh noche eterna,
en tus brazos,
y llámame hijo.
Yo soy un rey,
que voluntariamente abandoné
mi trono de ensueños y cansancios.
Mi espada pesada en brazos flojos
a manos viriles y calmas entregué;
y mi cetro y corona rotos los dejé en la antecámara.
Mi cota de malla tan inutil,
mis espuelas de tan vacuo tintineo,
quedaron en la fría escalinata.
Me desvestí de la realeza en cuerpo y alma,
y regresé a la noche antigua y serena,
como el paisaje al morir el día.
Fernando de Pessoa (1888-1935)
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