Salida de la encrucijada
"No vamos a aceptar que el Poder Judicial exija para sí misma privilegios que el Legislativo o el Ejecutivo no tienen. Los jueces están expuestos a la crítica y si no la aceptan estaríamos volviendo a un régimen de intolerancia inaceptable", añadió.
(Declaraciones del ex-fiscal Jimenez Villarejo a Telecinco)
Esta es la encrucijada en la que se encuentra la Justicia española: o acepta ser un Poder más de un estado democrático, independiente y expuesto a las críticas como el Poder Legislativo y el Ejecutivo; o deja de rebelase furiosamente, tal y como está haciendo, porque la discutible decisión de uno de sus miembros no ha gustado a la inmensa mayoría del país. ¿Por qué debe afectarle cualquier crítica en la toma de decisión de cualquier sentencia?. Esa es la encrucijada, el salto cualitativo de este país a la modernidad: ser demócrata de verdad, o hacer justicia atendendiendo a oscuras componendas. Debe obrar de manera libre e independiente, con la ley en la mano, pero interpretada de modo objetivo, y si su decisión no gusta, pues no le queda otra que aceptar la crítica de la gente, que por cierto, es quien paga sus buenos sueldos. A quienes apoyamos ahora y siempre al juez Garzón, nos gustaría que el juez Varela actuase con la misma contundencia y decisión en todo tipo de querellas. Tal y como ha actuado en ésta de la Falange española y de las Jons. Y que no mezcle sus emociones con el trabajo. Vamos, que sea más profesional. La editorial del New York Times era muy clara: se deben perseguir los delitos, no a los jueces. Y eso es lo que chirría en la opinión pública internacional. Claro, si este país no hubiese salido de una dictadura de cuarenta años, aupada al poder por Adolf Hitler, cómo iba a merecer este asunto una editorial del prestigioso medio neoyorquino.
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