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Gurudev Forever

Las flores de la primavera salen Las flores de la primavera salen como el dolor del amor no dicho, y con su aliento vuelve el recuerdo de mis canciones antiguas. De súbito mi corazón se vistió con hojas verdes de deseo. No vino mi amor, pero su contacto está en mi cuerpo, y su voz se oye por los campos fragantes, su mirar está en el triste cielo profundo, pero dónde están sus ojos, sus besos zigzaguean por el aire, pero dónde están sus labios. Rabindranath Tagore (1861-1941)

Aquí Se Perdió Granada...

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Romance del rey moro que perdió Alhama (Año1492) Paseábase el rey moro por la ciudad de Granada, desde la puerta de Elvira hasta la de Vivarrambla: -Ay, de mi Alhama... Cartas le fueron venidas que Alhama era ganada; las cartas echó en el fuego, y al mensajero matara: -Ay, de mi Alhama... Descabalga de la mula, y en un caballo cabalga, por el Zacatín arriba subido se había al Alhambra: -Ay, de mi Alhama... Como en el Alhambra estuvo, al mismo punto mandaba que se toquen sus trompetas y sus añafiles de plata: -Ay, de mi Alhama... Y que las cajas de guerra apriesa toquen al arma, porque lo oigan sus moros, los de la Vega y Granada: -Ay, de mi Alhama... Los  moros que el son oyeron que al sangriento Marte llama, uno a uno y dos a dos juntado se ha la gran batalla: -Ay, de mi Alhama... Allí habló un viejo moro, y de esta manera hablara: -Para qué nos llamas, rey,   para qué es esta llamada: -Ay, de mi Alhama...   Habéis de saber, amigos

Fascinante simplismo

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Mi hijo (a la manera de Carlos Drummond de Andrade) Mi hijo, mi único hijo que no tuve, y que sería ya un hombre. Descarnando y sin nombre se mueve, a veces. Viene, y reclina su cabeza más liviana que el aire, sobre mi hombro. Y yo le pregunto: Hijo, dónde te hallas, dónde te ocultas. Y él me responde con un hálito frío: No lo advertías, aunque llamé. Llamé, y continuo llamando desde un lugar lejano. Más alla del amor adonde nada, todo, quiere nacer. Mark Strand (Prince Edward Islands,1934 Canada) Trad. Juan Sanchez Pelaez

Una De Mitos y Leyendas

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Romance de Lanzarote Tres hijuelos había el rey, tres hijuelos que no más; por enojo que hubo de ellos, todos maldito los ha. El uno se tornó ciervo, el otro se tornó can, y el otro se tornó moro que pasó las aguas del mar. Andábase Lanzarote entre las damas holgando, grandes voces dio la una: -Caballero, estad parado; si fuese la mi ventura cumplido fuese mi hado, que yo casase con vos y vos conmigo de grado, y me diésedes en arras aquel ciervo del pie blanco. -Dároslo he yo, mi señora, de corazón y de grado, si supiese yo las tierras do el ciervo era criado. Ya cabalga Lanzarote, ya cabalga y va su vía, delante de sí llevaba los sabuesos por traílla. Llegado había a una ermita, do un ermitaño había: -Dios te salve, el hombre bueno. -Buena sea tu venida;   cazador me parecéis   en los sabuesos que traéis. -Dígasme tú, el ermitaño,   tú que haces santa vida.   Ese ciervo del pie blanco   adonde hace su manida. -Quedaros aquí, mi hijo,   ha

Actores y espectadores

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Dejar las cosas intactas En un campo yo soy la ausencia de campo. Esto es siempre así. Donde sea que esté, yo soy lo que falta. Cuando camino parto el aire, y siempre el aire regresa a llenar los espacios donde ha estado mi cuerpo. Todos tenemos razones para movernos. Yo me muevo para dejar las cosas intactas.   Mark Strand (Prince Edward Islands, Canada, 1934)

Poema indio del siglo XII

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Alimenta a los pobres, di la verdad, construye pozos para los sedientos, y fabrica tanques para la ciudad. Puede que entonces vayas al cielo después de la muerte, pero no te acercarás en nada a la verdad de Nuestro Señor. El hombre que conoce a Nuestro Señor, no obtiene resultado alguno. Allama Prabhu, lider espiritual del siglo XII en lengua  Kannada Una de las tradiciones sobre la vida de Allama Prahbu considera que es una encarnación del mismo Shiva, venido al mundo para enseñar el camino de la verdad. En su vida rechazó completamente el ritual y la devoción externa.

Abenamar, Abenamar...

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Romance de Abenamar Por Guadalquivir arriba el buen rey Don Juan camina; encontrara con un moro, que Abenamar se decía. El buen rey desque vido de esta suerte le decía: - Abenamar, Abenamar, moro de la morería, hijo eres de perro moro y de cristiana cativa. Tu padre llaman Alí y a tu madre Catalaina. Cuando naciste estaba la luna crecida, y la mar estaba crecida, viento no la rebullía. Moro que en tal signo nace no debe decir jamás mentira. Preso tengo un hijo tuyo; yo le otorgaré la vida, si me dices la verdad de lo que te preguntaría. - Yo te la diré, rey Don Juan, si tú le otorgas la vida. - Dígasmela tú, moro, que otorgada te sería. Qué castillos son aquellos, que tal alto se yerguen y relucen. -La Alhambra es, Señor, y la otra la Mezquita; los otros los Alíjares, labrados a maravilla. El moro que los labró cien doblas ganaba al día, y el día que no los labra, de lo suyo las perdía; desque los tuvo labrados, el rey le quitó la vida, p