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El reverendo Bruce es más peligroso que una caja de bombas...

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El cacao (fragmento) Lo bebían con flores en xícara pulida, batido con molinillo para levantar espuma. Era como beber la tierra: un trago amargo y dulce. Línneo lo llama Theobroma : manjar de dioses. Oviedo el Cronista lo encuentra: "Precioso y sano. E dizen los indios que bebido el cacao en ayunas, non ay víbora o sierpe que les pique". Pero Benzoni el italiano lo rechaza: "Más bien parece un brebaje para perros que para hombres". Colón encuentra en su ruta una gran canoa con indios transportando cacao. Los lejanos caciques del Caribe trocaban oro y jade por almendras. Ana de Austria lleva en sus nupcias a la corte de Francia la fragante bebida. Y el doctor Juan de Cárdenas, médico de virreyes, descubre que es bebida contradictoria: "Fría, seca, terrestre y melancólica como también, aérea, blanda, lenitiva y amorosa". Por eso Madame de Savigne, moviéndose como una gaviota en su salón, bebe en la fina taza de porcelana, y sente

La poesía y la vida

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Balada de la poesía He construido estructuras de edificios. Estructuras de hierro que la helada volvía peligrosas. La vida ha ido quedándose debajo de este frío de los inviernos en las obras, y yo me he hecho viejo viendo salir el sol a golpes de martillo por detrás de las vigas. Hoy lo veo salir detrás de otra estructura que levanta su esbelta desnudez, como una mujer a la que he amado siempre. Cada vez que la toco, me quema, helada, mientras continuo lo que jamás termina: construir. Joan Margarit (Sanaüja, Lleida 1938)

Renacentismo ibérico del mejor

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Dicen que me case yo Dicen que me case yo. No quiero marido, no. Más quiero vivir segura en esta tierra a mi soltura, que no estar en ventura, si casaré bien o no. Dicen que me case yo. No quiero marido, no. Madre, no seré casada, por no ver vida cansada, o quizá mal empleada la gracia que Dios me dio. Dicen que me case yo. No quiero marido, no. No será, ni es nacido tal, para ser mi marido; y pues como tengo sabido que la flor yo soy... Dicen que me case yo. No quiero marido, no. Sañosa está la niña. Ay, Dios, quién le hablaría. En la sierra anda la niña su ganado a repastar, hermosa como las flores, sañosa como el mar. Sañosa como el mar está la niña. Ay, Dios, quién le hablaría. Gil Vicente (1465-1536) Del Cancionero y   Romancero Español  de Dámaso Alonso

El telón de sedas amarillas: los hechos

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V. Aleixandre, Luis Cernuda, F.G.Lorca CERCANO A LA MUERTE No es la tristeza lo que la vida arrumba o acerca, cuando los pasos son muchos y duran. Allá el monte, aquí la vidriada ciudad, o es un reflejo de ese sol larguísimo que urde respuestas para labios que viviendo, viven o recuerdan. La majestad de la memoria es aire antes o después. Los hechos son suspiro. Ese telón de sedas amarillas que un soplo empuja, y otra luz apaga. Vicente Aleixandre (1898-1984)

El grito de Rabin Tagore

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Gitanjali Canto 38 Te necesito a ti, sólo a ti... Deja que lo repita sin cansarse mi corazón. Los demás deseos que día y noche me embargan,   son falsos y vanos hasta sus entrañas. Como la noche esconde en su oscuridad la súplica de la luz,  en la oscuridad de mi inconsciencia resuena este grito:   Te necesito a ti, sólo a ti... Como la tormenta está buscando paz,  cuando golpea la calma con su poderío,  así mi rebelión golpea contra tu amor y grita:   Te necesito a ti, sólo a ti... Rabindranath Tagore (1861-1941)

Siempre vuelven los poetas muertos

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Envío de las flores Hoy te envío estas flores, que mi mano acaba de cortar recién abiertas, pues de no recogerlas hoy temprano, las habría encontrado el alba yertas. Ellas recuerdan el destino humano, porque tus gracias y bellezas ciertas se agostarán en día no lejano, y estarán pronto sus pétalos y hojas muertas. Se va el tiempo, mi amiga... mas eso no es cierto: somos nosotros, !ay! , quienes nos vamos. Ni de ti ni de mí quedará huella. Y cuando tú estés muerta y yo esté muerto, nada habrá de este amor del que hoy hablo. Ámame, entonces, mientras seas bella. Pierre de Ronsard (Couture-sur-Loire, 1524-1585) Versión de Andrés Holguín

La cálida voz poética de Don Dámaso

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Insomnio Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres,                                                        (según las últimas estadísticas). A veces en la noche yo me revuelvo, y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro; y paso largas horas oyendo gemir al huracán, ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna; y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla; y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad  de Madrid,  por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime: qué huerto querrás abonar con nuestra podredumbre... o temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches. Dámaso Alonso (1898-1990)