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Haikus

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Haikus Un viajero. Conózcase mi nombre. Todo en calma. La roca es penetrada por la voz de la cigarra. Este camino ya nadie lo recorre, salvo el crepúsculo. Sobre la rama seca un cuervo se ha posado: tarde de otoño. Un año ha pasado. Una sombra de viajero en mi cabeza. Sandalias de paja a mis pies. Matsuo Basho (Ueno, 1644- Osaka, 1694)

IV Recordando cosas bellas de Japón en sus días de tragedia

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Chuei Yagi en una lectura de poesía Corre Kerouac Un atardecer de otoño estando de pie en Times Square, acaso yo intentaba cortar en pedazos un sueño momentáneo.  Grandes y tristes se cruzan los vientos de la bandera de Estados Unidos,  y las estrellas vocean. En medio de la animada avenida de los sueños corre Kerouac, Sigue su sombra una máquina de escribir,  echa humo, habla sin parar. ¡Plaf!, se chocan los taxis amarillos. Desde el grueso brazo de un taxista me hace guiños la tatuada América. Cada vez que sopla el viento cálido la tierra se tambalea. Oh lunático, católico místico, vigilante del incendio forestal del Servicio de Silvicultura... Se derrumban las nubes de la cumbre. Una isla optimista da un alarido, lavada fuertemente por el río. ¿De dónde he venido caminando?, En esta ciudad hay de todo, y no hay nada: policías a caballo, muslitos de mujeres. Ay, el dolor me parte la cabeza. Kerouac corre. Un perro corre arrastrando arcoiris y estrel

III Recordando cosas bellas de Japón en sus días de tragedia

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Meditación ardiente Soy una meditación que quema. Dentro guardo una isla acuosa, pájaros marinos y la luna llena. Alquilo un hogar a los cocodrilos del Nilo, y mi meditación no es agua azulada sino rojo deseo. Creciendo en sus ojos alimento los cocodrilos con un sol deleitable, y los dejo dormir. Vivo en una meditación que quema, oyendo la isla acuosa golpeada por las olas, callada silenciosamente. Kazuko Shiraishi [Vancouver, 1931]  Una de las más conocidas poetas de hoy, ha recibido premios como el Mugen, Rekitei, Jun Takami o Yomiuri. Trad. Fernando Barbosa

II Recordando cosas bellas de Japón en sus días de tragedia

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Las mejillas coloradas de mi madre En los inviernos se hicieron más coloradas las mejillas de mi madre, y brillaron vivamente, de especial manera, aquel invierno del año en que se perdió la Guerra. Entonces por el golpe de la derrota se enfriaron aún más los corazones de la gente. Ese frío hizo que la nieve fuera más intensa, en la zona semirural que está en las afueras de la ciudad de Yokohama. Y a medianoche cuando vinieron a buscarla, mi madre salió desafiando el viento glacial sobre su bicicleta, amarró el maletín negro al portaequipajes, y partió hacia la casa, donde esperaba la embarazada, aguantando sus dolores de parto. Siempre vinieron a buscarla a las altas horas de la noche, y mi madre antes de salir averiguaba sin falta la hora del pleamar. Mi hermano menor y yo, que éramos estudiantes de primaria, nos aferrábamos a las ropas de la cama, mientras abrazábamos el vacío que quedaba después de la salida de nuestra madre, y le pedíamos que nos jurara, que

I Recordando cosas bellas de Japón en sus días de tragedia

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Un día ofrecido como regalo Como dejé el equipo de pesca en casa, regresé por el camino del río, y los pantalones se llenaron de cadillos. Luego, en una hondonada donde había remolinos, escuché murmullos de insectos y discursos de pájaros. Un par de ojos se sobrecogieron  ante el color violeta de las flores de arrurruz  y el plata de las espigas. Cuando me puse en marcha, voló una comadreja desde mis pies, y atravesó el vado un faisán. No es cierto. Voló un faisán desde mis pies y atravesó el vado una comadreja. Vi a lo lejos unos niños, que lanzaban y recogían sucesivamente  los señuelos del estanque. En el cielo planea despacio un milano, y me quedé viéndolo,  hasta que me dolió el cuello. Pronto un hombre gritaría,  al encontrar un nido de ruiseñor entre las cañas. Tetsuo Nakagami [Osaka, 1939] Economista de la Universidad de Tokio. Su poesía es un homenaje a la Generación Beat norteamericana, muchos de cuyos autores ha traducido al japonés. Trad. Ryuk