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Mostrando las entradas etiquetadas como poesía española

Desierto sin rosas

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El Rey de Harlem (fragmento) Es la sangre que viene, que vendrá por los tejados y azoteas. Por todas partes. Para quemar la clorofila de las mujeres rubias, para gemir al pie de las camas ante el insomio de los lavabos y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo. Hay que huir. Huir por esquinas y encerrarse en los últimos pisos, porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas, para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química. Es por el silencio sapientísimo cuando los camareros y los cocineros y los que limpian con la lengua las heridas de los millonarios buscan al rey por las calles o en los ángulos del salitre. Un viento sur de madera oblícuo en el negro fango escupe a las barcas rotas y se clava puntillas en los hombros; un viento sur que lleva colmillos, girasoles y alfabetos y una pila de Volta con avispas ahogadas. El olvido estaba expresado por tres gotas de tinta

Eterna Pilar. Más Nico que nunca... en la foto

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Gracias, bella Gracias, bella, por haberme amado, por hacerme degustar la eternidad de los labios que se roban al tiempo en el descaro de la mañana en la calle. Complacidos en el desierto de la madrugada silenciosa los ardientes labios, bella, se devoraban. Gracias, bella, por haberme amado, porque adiós tengo que decirte, mas nunca volveré a saborear el rocío inmortal bañado en la lujuria del beso. Gracias, bella, por ese jamás QUE a nadie brindaste. Al sellar la puerta de lo imperecedero yo sé que me amaste. Gracias, bella, regreso a la oscuridad. Gracias por ese honor que no merezco. Gracias, bella, adiós tengo que decirte, inconsolable será mi sombra desde ahora. Pilar Mata Solano (Binefar,1954)

El verdor aguerrido del pinar

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Carretera hacia el sol Carretera hacia el sol. Día y más día sobre la palabra que cede rumbo a cierto silencio. A los ojos complace  reconocer, ahondar en lo vivido. ¿La novedad seduce con un instante?. Más seduce de nuevo la transparencia en mole de la atmósfera, el verdor aguerrido del pinar lejos, encastillado en su espesura: unas tapias aisladas tras su rústico descuido. Jorge Guillen (1893-1984)

El ignorado albergue de unas sombras

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Barcelona, la ciudad ¡Oh, mi ciudad, Barcelona. Mi ciudad! Fugaz, contradictoria, soez, dada a la ostentación: sus calles buscan el mar como desahogo último. Los autobuses de dos pisos recorren repletos de turistas las rutas de Gaudi, y en el Barrio Gótico eres multilingüe, distinguida por tus cabarets de antaño y los cines desérticos de hoy, tiendas en traspaso por jubilación o cierre de negocio, restaurantes de menú barato, descolorida, refugio de la luz, mediterránea implacable. Cuando llueve se apagan los semáforos y las bicicletas invaden las aceras. Salen de las cloacas los fantasmas de viejos anarquistas y estudiantes jóvenes, armados con revólveres enmohecidos, descubiertos entre la niebla del pasado. Más abandonada en ciertos barrios de la periferia, maloliente, escasamente iluminada en tus noches en las que deambulan pakistaníes, rumanos, marroquíes, paraguayos, colombianos con y sin drogas, argentinos, hindúes, chinos y sus mafias misteriosas,

El Muro Final Inapelable

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Muerte A Lo Lejos                     Je soutenais l´eclat de la mort toute pure                                                                    Paul Valery Alguna vez me angustia una certeza, y ante mí se estremece mi futuro. Acechándole está de pronto un muro del arrabal final en que tropieza la luz del campo. ¿Mas habrá tristeza si la desnuda el sol?. No, no hay apuro todavía. Lo urgente es el maduro fruto. La mano ya le descorteza. ...Y un día entre los días el más triste será. Tenderse deberá la mano sin afán. Y acatando el inminente poder, diré sin lágrimas: embiste, justa fatalidad. El muro cano va a imponerme su ley, no su accidente. Jorge Guillen (1893-1894)

Reflexión después de la lluvia

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Vuelta a empezar Está lloviendo aún de los llovidos Castaños y la gota de la hierba Compone un globo terso, que conserva La oculta libertad de los olvidos. Pájaros impacientes en los nidos Se aventuran por esa fronda aún sierva Del agua celestial. Ay, sigue acerba La tarde en los balcones prometidos. Tanto gris se demora en una pausa, Donde el mundo coincide con el tedio, Resignado a esperar que todo pase. ¡No! Del propio vacío, mientras causa Mi desazón, resurge el fiel asedio Al encanto inmortal la nueva frase. Jorge Guillen (1893-1984)

Ese Momento En Que Nace Un Poema

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Una Palabra Sola Desde tu marcha nada cambió. A veces parecía que estuvieses sentada junto a nosotros. No entendimos entonces el regalo total de tu presencia: ver, escuchar una palabra sola... Y estábamos callados, girando en el dolor, en el sencillo y cotidiano recordarte entre el pan y los manteles. José Agustín Goytisolo (1928-1999)

Paraíso Para Dos

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Escoger La Libertad Me parece que fue un error y tengo ganas de decirlo, porque hace tiempo que no sé de qué hablar cuando estoy contigo. Tu juventud fue igual que un eco de anticipados cataclismos, mas tu alegría dominaba como un verano enloquecido. Ni tú misma puedes pensar, qué lindo te iba aquel vestido allí en la fiesta entre editores viento palabras flores críticos. Así te vi, pequeña chica llena de luz. Más tarde fuimos a bares hondos de penumbra y a increíbles y extraños sitios. Tú eras entonces periodista y hablabas mucho, sí muchísimo, de tus padres, de tus amantes y aún mucho más de tu marido. Le conocí meses más tarde: era el clásico muchachito emprendedor también muy joven, muy puntual, correcto y limpio. Era evidente, que su mundo no era tu mundo, y sus amigos formaban raro contrapunto con tus ideas y tus libros. El quería una mujer bella, -y tú lo eres- una gatita que le planchara las camisas, y preparase buenos guisos. Pobre

Último Paseo Con Celaya Frente Al Cantábrico

Paseo Nuevo Voy vestido de blanco por el Paseo Nuevo. El semáforo arriba dice lo que no entiendo. Hay banderas, balandros. Todo azul, todo nuevo. Pasan raudos, felices los últimos modelos de novia o de automóvil, como pasa el deseo. Hay barandillas blancas y un disparo hacia el cielo. Todo es un teorema como solución: perfecto. Es el júbilo total, y el más dado de menos. La alegría de colores y la luz como en suspenso. La sorpresa en la muchacha cuando un ángel le da un beso. Las bicicletas que a veces ya no ruedan por el suelo. Todo es feliz, limpio y claro como visto en un espejo. El ángel encontró novia y el sujeto un antiobjeto, mientras pasan por el aire nubes y otros imperfectos. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras: El Parque de Mandas (Yo viví al lado de ese parque)

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El Parque de Mandas Pavos reales, corzos, estanques de agua muerta. Todo municipal, mas casi con princesas. Inmensas avenidas de invierno y de pureza, y un temblor invisible donde el árbol se acaba, y un secreto buscando por ese laberinto de senderos la forma posible de un oído, que haga ser al sonido y al leve escalofrío de unos visillos blancos en una casa antigua, o quizás a mi mismo cuando iba adolescente por esas soledades, respirando amarillos cansancios y delicias y empapado en nostalgias. Mas de pronto, terrible, juvenil, me sentaba en un banco, ponía mi máquina portátil de escribir en mis muslos, rimaba, tecleaba, tocaba en el piano de mis adoraciones sin pensar que mis letras eran como metralla contra el mágico parque. Yo era tan joven, tan joven. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras (El Puerto)

El Muelle Me sentaba a pensar. O a no pensar, a ver. Los barcos parecían juguetes de colores. No podía creerlos. No eran verdad del todo. Recurría a algo arcaico. Me negaba a mis ojos. Y entonces sí, vivía verdad en los olores. Yo podía tocar los atunes. Mentira. Eran como unas momias de princesas marinas. Yo podía beber lo mismo que bebían aquellos pescadores en Alcalde o Shabino. Más sólo cuando olía comprendía su fiesta: lo real sin razones de una vida secreta. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras (El Paseo De Los Fueros)

El Paseo De Los Fueros Voy paseando el río para llorar, para pensar, a veces recordando como por no acabar, y otras como las frondas que tiemblan sin pasar. Paseo de los Fueros, y así fue, y ¿qué será?. De repente me siento fantástico y real con bastón, jipi y barba viviendo en otra edad. Paseo fin de siglo. Ay, hueca inmensidad donde todo redobla, y así parece más. Me quito el jipi, me quito la barba y la dignidad. Mas es inútil: yo soy melancólico y real como mi padre, que un día me trajo aquí a pasear. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

Paseos Donostiarras (Monte Ulía)

Desde Ulía Melancolía. Infancia perpetua. Las campanas oídas desde lejos ya entonces, aunque estaban sonando en el momento de una tarde dorada. Momentos en suspenso. Vibrantes distancias. Parece que no pasa nada. Pero yo observo en esta tarde en pausa, que no soy el que mira, que soy el que miraba. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

Poesía Capaz De Arrancar Una Sonrisa

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El herrero de Ituren (Variación sobre "Ituringo Arotza") El herrero de Ituren José Ramón Iribas le ha dicho a su mujer: - Vete a buscar al Santo , que lo tengo que fundir para hacer unas esquilas . -Hombre, hombre, ¿lo has pensado?, ¿no será un gran pecado?. -Las esquilas hacen falta, y para qué sirve el Santo. José Ramón en el yunque; su mujer triste rezando. -Qué dirán, cuando vayamos a mendigar un consuelo. Oh santos del alto cielo, que no os encuentre el herrero de Ituren, que os fundirá para fabricar cencerros. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

Los Versos De Don Dámaso Y El Ritmo

A los que van a nacer (final) Seréis torrente en furia que va a rodar al páramo. Seréis indagación y grito sin respuesta. Ay, guardad esta luz estremecida. Ay, refrenad el agua, volved al centro exacto. Ay de vosotros… Ay de estos cieguecitos de leche no cuajada, de tierna pulpa vegetal dormida. Ay copos de manteca que hacia el mercado vais de sus ordeños modelados por Dios aún en su música, con las gotas aún de su rocío, entre las verdes hojas de los úteros. Dámaso Alonso (1898-1990)

Querer Es Dar

Rastreo por mis lindes (fragmento) Tendré que aceptar que me reprochen Que aún hoy siga queriendo creer sin desdecirme Que es posible tener lo que no se ha tomado Que el verdadero don llega sin merecerlo Que toda gracia es gratis Que en el instante en que alguien Logra poseer algo En ese mismo instante lo ha perdido Y sólo si en verdad nada poseo Puede todo ser mío. Y tendré que aceptar también que me reprochen Hacer mi casa y no tenerla Llamar mía a la casa que levanto Adondequiera que llego Y no a la que he pagado y conquistado Regalar mi palabra a quien la quiera Sin pedir más que eso que todo gesto pide Que toda entrega pide que toda vida pide Sin pedir más que amor. Tomás Segovia (Valencia, 1927-México 2011) Tomás Segovia murió el lunes 7 de Noviembre de 2011 en México adonde llegó como como niño exiliado de la guerra incivil del 36. En la España republicana se van extinguiendo luces. Extraído del blog: http://tomassegovia2.blogspot.com/

Canto A La Normalidad

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Calle de arrabal Se me quedó en lo hondo una visión tan clara, que tengo que entornar los ojos, cuando intento recordarla. A un lado hay un calvero de solares, enfrente están las casas alineadas, porque esperan que de un momento a otro la primavera pasará. Las sábanas aún goteantes penden de todas las ventanas, el viento juega con el sol en ellas, y ellos ríen del juego y de la gracia. Y hay niñas bonitas que se peinan al aire libre. Cantan los chicos de una escuela la lección. Las once dan. Por el arroyo pasa un viejo cojitranco, que empuja su carrito de naranjas. Dámaso Alonso (1898-1990)

La Perplejidad Del Poeta

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Existo Existo, en esta diminuta Galaxia existo. Respiro, escucho mi propio eco en este Universo. Me encuentro cada día a mi misma en un diminuto espacio de este gran hueco. Me encuentro a diario entre sonidos, olores y sabores. De nuevo. María Isabel Campo (Barbastro, 1959)

La triste ternura

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Ternura de tigre La lengua sobre todo afectuosa, áspera y cortesana en el saludo. Las zarpas de abrazar, con qué cuidado de impeler afecto o daño, a quien lo doma. La caricia con uñas, el pecho boca arriba para mostrar el corazón cautivo. La piel toda entregada, la voz ronca retozando en su jaula de colmillos. Y lo ojos enormes, de algas, sonriendo a la muerte inmediata a que fue sentenciado. Carlos Barral (1928-1989)

Y el aro pendiente en la oreja

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Arde el mar Oh ser un capitán de quince años, viejo lobo marino, las velas desplegadas, las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas, las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo, las huelgas de los cargadores, las grúas paradas ante el                cielo de zinc, los tiroteos nocturnos en la dársena, fogonazos, un cuerpo                en las aguas con sordo estampido, el humo en los cafetines, Dick Tracy, los cristales empañados, la música zíngara, los relatos de pulpos, serpientes y ballenas, de oro enterrado y de filibusteros. Un mascarón de proa, el viejo dios Neptuno. Una dama en las Antillas ríe, y agita el abanico de nácar                 bajo los cocotero. Pere Gimferrer (Barc elona, 1945)