Nuestras vidas son los ríos




La versión de este espléndido poema pertenece al catálogo de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. "Este poema merece quedar escrito en letras de oro", dijo Lope de Vega. Particularmente pienso que debería estar esculpido en oro de cincuenta quilates en el frontispicio de la RAE. Es el más hermoso cumplido que puede imaginarse para un poema.

Coplas A La Muerte De Su Padre ( I )

I
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo a nuestro parecer
cualquier tiempo pasado,
fue mejor.

II
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto es ido
y acabado;
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues todo ha de pasar
por tal manera.

III
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
que llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

IV
Invocación

Dejo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores;
aquel sólo me encomiendo,
aquel sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo no conoció
su deidad.

V
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.

Jorge Manrique (1440-1479)


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