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Las pequeñas cosas de Shakespeare

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Soneto XXIX Cuando infortunado a los ojos de los hombres deploro en solitario mi triste suerte, y turbo con mi llanto inútil a un cielo que no me escucha, me enervo maldiciendo mi destino. Con el deseo de ser igual en esperanzas al rico, a tener un rostro como el suyo, o poseer el talento de este o el campo de acción de aquel, no me siento más feliz que con mis pequeños placeres. En medio de estas ideas cuando casi me desprecio, se me ocurre pensar felizmente en ti, y enseguida mi ánimo, como la alondra al despertar el día, entona himnos a las puertas del Cielo. Y es entonces, cuando el recuerdo de tu dulce amor me brinda tales riquezas, que desdeño trocar mi estado por el que poseen los reyes. William Shakespeare (1564-1616) Trad. Luis Astrana Marín