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Se necesita toda una vida, para aprender a pintar

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SU PINTURA Fue la memoria sostenida por los años Lo que rasgó el velo de mi ignorancia. Impúdica y tenaz causa de persistentes daños Que golpean mi existir con singular virulencia. Preservaste tu belleza sin engaños Y volverte a amar fue singular experiencia; Nuestros corazones, libres ya de apaños, Fueron nutridos de pujante y renovada pasión. Me mostraste por tu natural, diáfano talento El sórdido terror a la indigencia espiritual: Tu inteligencia desplegó ante mí la verdad del Color. Mi vida huyó, arrancada al esperpento, De un fatuo vivir vacuo e insustancial.                   Qué sería de mi sueño sin el abrigo de tu calor. Extraído de la colección LA DESNUDEZ DE LOS ÁRBOLES RPI.- HU-32-07