La críptica poesía de una novelista
Y ahora... Y ahora abundante de ensueños y de grises, con esa eterna impotencia que no limpia el lenguaje, el miedo que se hace palabra para no ser miedo, todo lo que enciende luces y no se nombra, por si muere, el resquicio de libertad que terco asoma, brazo roto, abril marchito, luna falsa, también falso el dolor que se vuelve costumbre; los labios en dudosas fuentes, los ojos todavía sedientos de estrellas, calandrias, mitos, y otras delgadas inutilidades en que los dioses derraman la sonrisa en ayuno, para que no traicione una mentirosa amnesia de rechazos y deseos con ruiseñores y congojas, o sea con nada, sólo con uno mismo dentro y fuera dispuesto a que cada cosa recupere su alcurnia, su medida y su precio se emprende la huida, adonde aún no ha llegado el futuro. Ana María Navales (Zaragoza, 1939)