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La dimensión de la renuncia

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Sadhu y s u "templo", acampado en Allahabad para el Khumba Mela. El cuenco y el espejo El cuenco no es de un material distinto al del espejo. El cuenco y el espejo son del mismo metal. Devolviendo luz, uno se convierte en espejo. Consciente, uno es de la Divinidad. Inconsciente, uno es un simple humano. Venera a la Divinidad, sin olvidarte del Señor de los ríos encontrados. Basavanna (Siglo XII)                    

Basavanna, el devoto de Shiva

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Sadhu meditando en los ghats de Varanasi Los ricos harán templos para Shiva Los ricos harán templos para Shiva, y qué puedo hacer yo,  que soy un hombre pobre.   Mis piernas son columnas, el cuerpo es el santuario, y en mi cabeza brilla una cúpula de oro. Escucha, oh Señor de los ríos que se encuentran: Lo que se queda quieto caerá, pero lo que se mueve, permanecerá para siempre . Basavanna (Siglo XII )

Kiarostami, el cineasta poeta

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Josravanis* La mujer de pelo blanco contempla las florecillas del cerezo. ¿Ha llegado tal vez la primavera de mi vejez?. &&&&&&& Un viejo monje desayuna a solas: el sonido de la tetera hirviendo. &&&&&&& La hoja del platanero cae suavemente, y se sosiega en su sombra un mediodía de otoño. &&&&&&& Pensándolo bien: no comprendo la razón del desmesurado amor de las madres a los hijos. Pensándolo bien: no comprendo la razón de la desmesurada fidelidad del perro. Abbas Kiarostami (Teheran, 1940) *Poemas cortos en la tradición poética iraní, al estilo de los "haikus" japoneses.

Tagore, la sofisticación bengalí

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Escuela de Santinikethan, creada por Tagore El último trato Una mañana iba yo por la pedregosa carretera,   cuando espada en mano llegó el Rey en su carroza.   "¡Me vendo!", grité. El Rey me cogió de la mano y me dijo:   "Soy poderoso, puedo comprarte." Pero de nada le valió su poderío,   y se volvió sin mí en su carroza. Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía,   y yo vagaba por el callejón retorcido  , cuando un viejo cargado con un saco de oro salió a mi encuentro.   Dudó un momento, y me dijo: "Soy rico, puedo comprarte."    Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda, y me fui. Anochecía, y el seto del jardín estaba todo en flor.   Una muchacha gentil apareció delante de mí, y me dijo:   "Te compro con mi sonrisa." Pero su sonrisa palideció,   y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra. El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente.   Un niño est