Entradas

El ignorado albergue de unas sombras

Imagen
Barcelona, la ciudad ¡Oh, mi ciudad, Barcelona. Mi ciudad! Fugaz, contradictoria, soez, dada a la ostentación: sus calles buscan el mar como desahogo último. Los autobuses de dos pisos recorren repletos de turistas las rutas de Gaudi, y en el Barrio Gótico eres multilingüe, distinguida por tus cabarets de antaño y los cines desérticos de hoy, tiendas en traspaso por jubilación o cierre de negocio, restaurantes de menú barato, descolorida, refugio de la luz, mediterránea implacable. Cuando llueve se apagan los semáforos y las bicicletas invaden las aceras. Salen de las cloacas los fantasmas de viejos anarquistas y estudiantes jóvenes, armados con revólveres enmohecidos, descubiertos entre la niebla del pasado. Más abandonada en ciertos barrios de la periferia, maloliente, escasamente iluminada en tus noches en las que deambulan pakistaníes, rumanos, marroquíes, paraguayos, colombianos con y sin drogas, argentinos, hindúes, chinos y sus mafias misteriosas,