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Mostrando entradas de enero, 2012

El Discurso De Las Catedrales

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Catedral de Edimburgo En La Europa Profunda Yo, casco oscuro que flota entre dos esclusas, descanso en la cama del hotel, mientras alrededor despierta la ciudad. La alarma silenciosa y la luz gris penetran, y me suben lentamente hasta el próximo nivel: la mañana. Horizonte escuchado. Algo quieren decir los muertos. Fuman, pero no comen; no respiran, pero les queda voz. Voy a perderme por las calles como uno de ellos. La catedral ennegrecida, pesada como una luna, hace flujo y reflujo. Thomas Tranströmer (Estocolmo,1931)

Poesía Capaz De Arrancar Una Sonrisa

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El herrero de Ituren (Variación sobre "Ituringo Arotza") El herrero de Ituren José Ramón Iribas le ha dicho a su mujer: - Vete a buscar al Santo , que lo tengo que fundir para hacer unas esquilas . -Hombre, hombre, ¿lo has pensado?, ¿no será un gran pecado?. -Las esquilas hacen falta, y para qué sirve el Santo. José Ramón en el yunque; su mujer triste rezando. -Qué dirán, cuando vayamos a mendigar un consuelo. Oh santos del alto cielo, que no os encuentre el herrero de Ituren, que os fundirá para fabricar cencerros. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

Poesía Céltica

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Loughanure (fragmento) De haber sabido suficiente irlandés en Rannafast En 1953 para comprender La seanchas y las dinnsheanchas; De no haber sido demasiado tímido y joven; De no haber escuchado la historia de Caolite, Quien se había lanzado sobre el cervatillo de Tory Sin ningún reparo hasta un portón en una colina encantada, Para dejarse llevar hasta una silla de cristal sobre el suelo asentada, Mientras al son del arpa una muchacha de rizos de oro cantaba, El lenguaje y el anhelo podrían brincar Hasta el aire limpio de las nubes, el horizonte diluido, Y el lejano "Lago Del Árbol Del Tejo" resplandecido. Seamus Heaney (Condado de Derry, Irlanda del Norte 1939) Trad. Pura Lopez Colomé Ed.Visor de Poesía

Mallarme Puro

Airecillo  Una soledad cualquiera sin el cisne ni el dique refleja el abandono a la mirada que abdiqué. De la vanagloria alta hasta no tocarla, donde los cielos se abigarran con el atardecer. Pero con languidez rodea como blanca lencería robada, tal pájaro fugaz se hunde. La exaltación a su lado. En lo exultante te diluyes. Eres tu ya convertido en tu júbilo desnudo. Stephane Mallarme (1842-1898)