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Mostrando entradas de marzo, 2010

El elogio más bonito para Messi vino de Italia

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Tras la asombrosa noche futbolística vivida en La Romareda, durante el partido de Liga del FC Barcelona contra el Real Zaragoza, quedamos  ahítos  de espectáculo balompédico, fueron dos horas magnéticas que nos regaló el jugador argentino del Barça vestido de Dios, este singular poeta rioplatense que escribe con los pies y un balón como los propios ángeles celestiales, devas y sidhas; después cayó sobre él un merecidísimo aluvión de alabanzas y loas de todas las partes del mundo mundial. Hubo algunas como una de su compatriota Angel Cappa, el técnico de Bahía Blanca, escrita con estiloso garbo e innegable valor literario y futbolístico por su sapienza técnica, como no puede esperarse menos de alguien, tan bien leído como cargado de racionalidad y sincera pasión por este estilo de juego que tiene sus orígenes en los potreros de la Argentina; otras en la propia España procedente de una persona llena de bonhomía y cordura, amén de fiel lector tanto de prosa y como poesía, como es

Avicebrón, el poeta judío andalusí afincado en la Saraqusta musulmana

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Elegía a la muerte de Yequtiel ibn Yizak (fragmento) Fíjate en el sol del ocaso, rojo, Como revestido de un velo púrpura: Va desvelando los costados del norte y el sur, Mientras cubre de escarlata el poniente. Abandona la tierra desnuda, Buscando cobijo en la sombra de la noche, Luego el cielo se oscurece, como si Se cubriera de luto por la muerte de Yequtiel. Selomoh ben Yehud ibn Gabirol. Saraqusta, año 1040 Este extraordinario poeta y filósofo judío andalusí, nació en Málaga hacia 1023, y murió en Valencia por el 1058 aproximadamente. Fue huérfano desde niño, y las revueltas del fín del Califato de Al-Andalus le hicieron emigrar a la Taifa de Saraqusta. Aquí cuando pudo mostrar la categoría de su genio poético, le valió la protección de Yequtiel ben Yizak, el visir judío de Mundir II. Tras el golpe de estado de ibn Hakem fue ejecutado junto a su soberano, entonces Selomoh dolorido le dedicó una preciosa elegía, de la que os extraigo un fragmento. No