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Mostrando entradas de mayo, 2009

El fútbol, la perfección y la mala educación

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En su columna dominical de esta semana en el diario El País titulada "El griterío y la nación imperfecta" , el reputado analista político, Josep Ramoneda, hace unas observaciones que me llevan a una reflexión inmediata. En primer lugar, ¿cuál es la nación perfecta?... ¿Estados Unidos, Francia, Japón, Iran (Persia), la nación de los tarahumara de la Baja California o la de los delawere o los magüas de los Grandes Lagos, Arabia Saudita, Pakistan "el país de los Puros", China, Sudáfrica, la nación quechua del Perú o la sarahule de Gambia, la olof de Senegal o los bámbaras de Mali; quizás fuese el Reino Unido, Italia, Grecia, o Alemania?..., no sé bien cuál podría ser. Tal vez, ninguna. España para mucha gente es una nación muy imperfecta, para Ortega y Gasset, por ejemplo, era "el torbellino polvoriento que queda en la Península tras la cabalgada de varios pueblos a través de los siglos" . Gran definición, aplicable asimismo a cualquier otro Estado.

Un increible regreso al patio del colegio

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Por alguna razón que desconozco a ciencia cierta, soy culé hasta la médula. Paso de indagar el impulso que me arrastró a ese sentimiento; simplemente brotó, y ya está. Y claro, por supuesto, el fútbol es mi deporte favorito desde que tengo sentido común y jugaba con mis amigos en el patio del colegio y donde podíamos. Anoche el Barça ganó su primer título, y nos embaucó de nuevo a todos con un juego espectacular, divino, de ensueño, de efevercente imaginación en incansable estado de creatividad generosa. Guardiola ha fabricado un hermoso monstruo, un Frankenstein delicioso, con la pasta inconfundible del mejor "cruyffismo ilustrado", la vieja filosofía futbolística que vuelve a reinar, como magníficamente ha definido un periodista gallego en El Faro de Vigo, y que el entrenador Pep Guardiola lleva muy dentro, en lo más hondo de su buen corazón culé: la elemental filosofía futbolística de Johan Cruyff evolucionada por la profundidad psicológica, la racionalidad y la pasión de
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Castillo templario de Monzón.

Una campeona de Wimbledon llamada Nadie

Sí, señor, como Odiseo en la cueva de Polifemo, un individuo que firma en la sección de Deportes del diario El País como J.J.Mateos, así es como ha llamado a Conchita Martinez, única campeona española de Wimbledon, tetracampeona de Roma, finalista del Open de Australia, y un sínfin de títulos más. Conchita es de Monzón, paisana mía, ya que nuestros lugares de nacimiento distan apenas unos once kilómetros. Ella y su familia son gente honesta, digna, de la clase trabajadora, muy querida en todo Monzón y alrededores, y me jode un montón que se la ningunee de un modo tan burdo y gratuito. Os cuento la secuencia de los hechos. Una tarde dominguera de primavera más viendo en la TV al mejor deportista español de todos los tiempos, Rafael Nadal, levantar el trofeo de turno, en esta ocasión se trataba del siempre muy querido por todos los tenistas españoles Torneo de Roma. Este año es el cuarto que conquista Nadal, y Conchita se hallaba presente en la ceremonia, invitada al ser igualado su reco