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Dos sonetos al ajedrez encadenados

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Jorge L. Borges y Érnesto Sábato En este enlace escucharás la voz del poeta Ajedrez En su grave rincón los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito, en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores las formas: torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peones agresores. Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito. En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito. Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino, sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada. No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada. También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de noches negras y blancos