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La certidumbre del emperador Juliano y los antioquinos

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Moneda del emperador Juliano el Apóstata acuñada en Antioquía Ni la letra C, dicen, ni la letra K habían hecho nunca daño a la ciudad... encontraremos intérpretes...y aprenderemos que esas son la iniciales de unos nombres: la primera de Cristo y la segunda de Konstancio. Juliano, Misopogon Juliano y los antioquinos Era concebible que nunca renunciaría a su deslumbrante estilo de vida, al rango de sus placeres cotidianos, a su brillante teatro que hacía comulgar de manera armoniosa el Arte y la erótica de la carne. Inmoral hasta cierto punto, y probablemente un poco más, que con total seguridad lo era. Sin embargo, no tenía más satisfacción que su vida, que era la vida de lujo de Antioquía; deliciosamente sensual; de absoluto buen gusto. Renunciar a todo eso... y además ¿para qué? Su aire enardecido frente a los falsos dioses. Su aburrida autopromoción. Su infantil miedo al teatro. Su gracia mojigata; su ridícula barba. En verdad preferirian la letra C, o