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Mostrando las entradas etiquetadas como wallace stevens

El acceso a la perfección de la página

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La casa estaba en silencio La casa estaba en silencio y el mundo en calma. El lector se convirtió en libro y la noche estival era como el ser consciente del libro. La casa estaba en silencio y el mundo en calma. Las palabras fueron dichas como si no hubiese libro, más allá de que el lector inclinado sobre la página deseara inclinarse, deseara ser el erudito para quien su libro es real, para quien la noche estival es un pensamiento perfecto. La casa estaba en silencio porque debía estarlo. La quietud era parte del significado, parte de la mente el acceso a la perfección de la página. Y el mundo estaba en calma. La verdad de un mundo en calma donde no existe otro significado; él mismo es calma, él mismo es verano y noche, él mismo es el lector inclinándose hasta muy tarde y leyendo allí. Wallace Stevens (1879-1955)

La inocencia según Wallace Stevens

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  W. Stevens y su hija.                                     VIII Siempre puede haber un tiempo de inocencia. Nunca existe un lugar. Si existe un no tiempo, No es una cosa de tiempo, ni de lugar, Existiendo la idea en sí misma, sola, En su sentido contra la calamidad, no es por ello Menos real. Para el filósofo más viejo y más frío Hay, o debe haber, un tiempo de inocencia Como puro principio. Su naturaleza es su fin, Que debería ser, y no ser, a la vez, una cosa Que estimula la piedad de un hombre piadoso, Como un libro al atardecer, hermoso pero falso, Como un libro al amanecer, hermoso y verdadero. Es como algo etéreo que existe Casi como predicado. Pero existe, Existe, y es visible, es, es... Así que, entonces, esas luces no son un hechizo de luz, Un refrán caído de una nube, son inocencia. Una inocencia de la tierra y no un signo falso O un símbolo de malicia. Que participamos de ello, Yaciendo como niños en esa santidad, Como si, despiertos, yaciése

El amasijo hecho de luna

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Humanidad hecha de palabras ¿Qué seríamos nosotros sin el mito sexual, el ensueño humano o el poema de la muerte? Castrados en un amasijo hecho de luna. La vida consiste en proposiciones acerca de la vida. El humano ensueño es una soledad donde desgarrados por los sueños  componemos  estas proposiciones por los terribles sortilegios de las derrotas, y por el miedo a descubrir qué derrotas y sueños son uno. La raza entera es un poeta que escribe las excéntricas proposiciones de su destino. Wallace Stevens (1879-1955)

El hombre de la nieve

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El hombre de la nieve Uno debe tener una mente de invierno, Al considerar la escarcha y las ramas De los pinos con nieve en costras, Frías desde hace mucho tiempo. Contemplar los enebros achuchados por el hielo, Los abetos descarnados desde el brillo lejano Por el sol de enero, y no pensar En cualquier miseria del sonido del viento, En el sonido de unas pocas hojas, ¿Cuál es el sonido de la tierra Envuelta por el mismo viento? ¿Está soplando en el mismo lugar desnudo Para el oyente que escucha desde la nieve, Y, despojado de sí mismo, contempla El despojo que no está allí, y la nada que es? Wallace Stevens (1879-1955) Trad. Juan M. Pueyo

¿Podría ser, por ejemplo un pájaro, el sexto?

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Seis paisajes significativos Un hombre viejo está sentado a la sombra de un pino en China. Ve una consólida blanquiazul al borde de la sombra moverse con el viento. Su barba ondea con el viento. El pino ondea con el viento. Así fluye el agua sobre la maleza. Wallace Stevens (1879-1955) Las auroras de Otoño. Visor de Poesía. Trad. Jenaro Talens Hacer click aquí :   Breve biografía de W. Stevens

Adiós a tres ideas de W.Stevens sobre su infancia

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Adiós a una idea... Adiós a una idea... Las cancelaciones, las negaciones nunca son definitivas. El padre está sentado en el espacio, dondequiera que sea, con aspecto no amable, Como alguien que es fuerte en los arbustos de sus ojos. Dice no al no, y sí al sí. Dice sí al no; y al decir sí dice adiós. Mide las velocidades del cambio. Salta de cielo en cielo más rápidamente que los ángeles malos del cielo al infierno en llamas. Pero ahora está sentado en un tranquilo y verde día. Asume las grandes velocidades del espacio, y las agita de nube a cielo despejado, de cielo sin nubes a claro glacial En vuelos de oído a ojo, el ojo más alto y el más bajo oído, el profundo oído que discierne al atardecer cosas que lo asisten, hasta que oye Sus propios preludios sobrenaturales, en el momento en que el ojo angélico define a sus actores, acercándose unidos, con sus máscaras. Maestro, Oh Maestro sentado junto al fuego y aún así en el espacio, inmóvil y aún así origen s

La tiranía del gobierno del sonido invencible del viento

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Adiós a una idea... Adiós a una idea...El rostro de la madre, el objetivo del poema, llenan el cuarto. Están juntos aquí, y hace calor. Sin la presciencia de los sueños incipientes es al atardecer. La casa es atardecer, medio disuelta. Sólo la mitad de lo que nunca poseerá permanece, Sigue estrellado. Es la madre que poseen, quien otorga transparencia a su presente paz. Ella hace todo más gentil de lo que pueda ser. Y sin embargo, ella también se disuelve, es destruida. Ella da transparencia. Pero ha envejecido. Su collar es una talla, no un beso. Las manos suaves son un movimiento, no un roce. La casa se derrumbará, y los libros arderán, permanecerán dichosos en un refugio de la mente, Y la casa que es de la mente y ellos y el tiempo juntos, todos juntos. La noche boreal parecerá una escarcha cuando se les acerque A ellos y a la madre, mientras se adormece y ellos digan, buenas noches, buenas noches. Arriba las ventanas estarán iluminadas, no los cuartos

La blancura de una tarde al envejer

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Adiós a una idea (1) Adiós a una idea...Una cabaña en pie abandonada sobre una playa. Es blanca como de costumbre, o de acuerdo con Un tema ancestral, o como consecuencia de un rumbo infinito. Las flores contra el muro son blancas, están mustias, una especie de marca Recordando, intentando recordar una blancura que era diferente, otra cosa, el año pasado o antes, no la blancura de una tarde al envejecer, No sé si más fresca o apagada, si de nube de invierno o de cielo invernal, de un horizonte a otro el viento arrastra la arena por el suelo. Aquí ser invisible es ser blanco, es tener la solidez del blanco, la realización de un extremista en un ejercicio... Cambia la estación. Un viento frío congela la playa. Sus largas lineas se hacen más extensas y vacías, una oscuridad se acumula, aunque no cae, Y la blancura se hace más vívida en el muro. El hombre que camina se vuelve sobre la arena con estupor. Observa como el norte siempre engrandece el cambio Con

Este poema empieza deslumbrando y termina enseñando

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El poema definitivo es abstracto ¿Cuál es el debate hoy en día? En las lecturas de Este Hermoso Mundo Nuestro se prepara y farfulla el planeta rosa, y lo dejan caer maduro. Y rojo, y razonable. La pregunta particular -aquí la respuesta particular a la pregunta particular no es pertinente- es pertinente la pregunta. Si el debate diario no es con revelaciones, uno sigue haciendo preguntas. Lo cual es entonces una de las categorías. Dicho esto, este plácido espacio ha cambiado. No es tan triste como pensábamos. Para estar triste, no debe haber más preguntas. Es un vaivén intelectual de omisiones, de divagaciones, de debate en oblicuidades y distancias equívocas. No un intelecto en el que somos escuadra presente en cualquier parte del espacio al mismo tiempo, polo-nube de comunicación. Sería suficiente si estuviésemos, sólo por una vez en medio, fijos en Este Hermoso Mundo Nuestro, y no como ahora, desamparados en el límite, suficiente para ser completos, por e

El día del esplendor

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Llegó un día Llegó un día, hubo un día -un día en que un hombre caminaba vivo entre las formas del pensamiento, para ver su esplendor tal cual es, y en armonioso prodigio ser por un momento, concibiendo su pasaje hacia un tiempo que él mismo percibió inmóvil, perenne. Menos tiempo que espacio, menos espacio que pensamiento, y en substancia, una semejanza a la tierra, que por parecido, vibraba pensamiento tras pensamiento. Liberando una melodía abismal, un encuentro, una emergente luz, un deslumbramiento de recuerdo y de mirada. Wallace Stevens (Pennsylvania, 1879-1955)  Las Auroras de Otoño . Visor de Poesía. Trad. Jenaro Talens

Y la poesía es un faisán, que desaparece entre la maleza...

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Me Mido A Mi Mismo Me mido a mi mismo en un árbol alto. Descubro que soy mucho más alto, porque alcanzo directamente al sol con mi ojo; y alcanzo la orilla del mar con mi oído. Aún así, no me gusta la forma en que las hormigas, entran y salen de mi sombra. Wallace Stevens (Reading, Pennsylvania, 1879- Hartford, 1955)