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Nuevos guerrilleros ciegos, jacobinos viejos: la revolución necesaria

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Exilio representativo (fragmento) Aprendes a rogar, a ofrecer tercamente la cruda contrición de tu pueblo a los insaciables burócratas, a los Funcionarios de la Conciencia del Mundo: miras el espejo por los huecos de sus corazones con la luz del día, si todavía estás despierto y tu boca gris de tanto murmurar. Las palabras se arremolinan como parásitos en torno a tu lengua, y hacen nidos en tu garganta. Entre la multitud siempre eres un fugitivo; no fumes, no bebas. ¿No es tu vida un arma?. Decaes envenenado por la desesperación, alanceado como un perro en una calle sin salida, y en el momento que desees romper el cráneo del día, y gritar: "Miren, mi pueblo está de pie. ¡Aquí viene la explosión madre!. ¡El poder!",... entonces habrás olvidado los silencios del lenguaje, de modo que las hormigas saldrán lentas del grito eructado por tus entrañas: guerrilleros ciegos. Breyten Breytenbach (Bonnievale, Sudáfrica, 1939) Extraído de la revista del Fest

Impresionante reflexión sobre la existencia

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No existe el tiempo No existe el tiempo. El tiempo no es sino la piel del hombre, que se agrieta y cruje y se reduce, mientras pasa la vida en el fuego del ser, hablando las horas para después dejarlas languidecer en el siempre reverberante lago del silencio, en la danza humeante de la estrella de la tarde y el sol de medianoche, en el rizo de la hoja, en el gracioso y agitado veloz gesto de muerte en la paloma. No existe el tiempo. El tiempo es el rutilante cometa del recuerdo, desordenando el cielo con las brasas de historias que no se volverán a oír. El tiempo es mi amor por ti, los movimientos del lagarto que en tu cuerpo van y vienen, para llenar los huecos con el fuego que describe todas las caras de la despedida. No existe el tiempo, sino el ritmo del corazón como un dolor entre las cuencas oculares; sólo lo dicho en piel vacía por este poema medido y manchado por las palabras del cáncer del olvido, como mierda de lagarto. Breyten Breyten

El eterno vate musulman

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Festival de Poesía de Medellín Ceguera Esta tinta me eleva tan alto como mi aliento. Me eleva triunfante hasta el espacio, en que mi mirada solícita enaltece, hasta que brota dentro de mí la fiebre inconsciente. Cerrojos echados, días de alheña, y moradas en noches de baile que llevan a noches de baile. La palmera entonces cerca de unos pasos que han olvidado a su señor y su voluntad... Bajo el silencio de pronto: un sonido, el círculo de lacre se derrite, y de la mancha despiertan pájaros y mariposas, que en su huida me conducen a la ceguera. Mohammed Bennis (Fez, 1948)

Tradición oral en la rivera del río Gambia

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Alhaji Papa Susso, tocando la kora Canción del padre amantísimo La primera vez que un padre le habla a su niño, el niño no se encuentra a la vista. La segunda vez… qué es ese extraño zumbido que escucho. La tercera vez, el niño debe salir a conseguir algo para comer. Luego la cuarta vez, el niño comienza a escuchar algo. Cuando te lo digo por quinta vez, tú me preguntas: Estás hablándome a mí. A la sexta vez tú respondes: Qué lengua es esa que hablas tú. En el momento en que te lo digo por séptima vez, las palabras se convierten en canción, y el poema se introduce en el * kora. Deben aprenderlo ustedes, mis pequeños * griots, y luego pueden repetir la historia. Después la historia prosigue de esta forma: Cuarenta y ocho años he estado trabajando,   difundiendo la palabra del griot, difundiendo esa palabra alrededor del mundo,   y enviando dinero a casa para ti. Y Sankung se encuentra aquí, y Al Hassan se encuentra aquí, y Fatou está en camino, y Ma

Sutil escritura

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Mohammed Bennis Escritura Llámala gota primera condensada en instantes de duda. Llámala don que desdeña el frío a su paso, y se contenta con el crisol de la ausencia. Dile a ella, que sea jaima para ellos. Diles a ellos, que ella es, el soplo que prende las nubes. Mohammed Bennis (Fez, 1948)