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Mostrando entradas de enero, 2013

El día del esplendor

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Llegó un día Llegó un día, hubo un día -un día en que un hombre caminaba vivo entre las formas del pensamiento, para ver su esplendor tal cual es, y en armonioso prodigio ser por un momento, concibiendo su pasaje hacia un tiempo que él mismo percibió inmóvil, perenne. Menos tiempo que espacio, menos espacio que pensamiento, y en substancia, una semejanza a la tierra, que por parecido, vibraba pensamiento tras pensamiento. Liberando una melodía abismal, un encuentro, una emergente luz, un deslumbramiento de recuerdo y de mirada. Wallace Stevens (Pennsylvania, 1879-1955)  Las Auroras de Otoño . Visor de Poesía. Trad. Jenaro Talens

La cima perseguida del viaje

Hotel Tan fuerte como el sol brilla fuera, así de oscuro está aquí dentro. Sobre el muro que rodea el patio angosto, hay un incendio en trozos de vidrio. Como la cima que todos mis viajes han tratado de ver; extinguida, como su último espejo. Termino siempre aquí. Se han agotado totalmente mis fuerzas. Y sólo la culpa es mía: este hotel es la obra de mis sueños. Yo soy mi propio huésped despreciado, y a la vez el furioso y miserable dueño que dio el portazo. Lo sé mejor que nadie, tan blanco como está negro aquí dentro. Y tú estás muy lejos. ¡Sé feliz, amiga! Henrik Nordbrandt 

Hoy cumpleaños de Rubén Darío

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El Rey y el Poeta Un día le llevaron una rara especie de hombre ante su trono, donde se hallaba rodeado de cortesanos,  de retóricos y de maestros de equitación y de baile. —¿Qué es eso?—preguntó. — Señor, es un poeta. El rey tenía cisnes en el estanque, canarios, gorriones, senzontes en la pajarera. Un poeta era algo nuevo y extraño. —Dejadle aquí. Y el poeta: —Señor, no he comido. Y el rey: —Habla y comerás. Ruben Darío (18.1.1867- 1916) Azul Ed. Obras Completas Vol.II. Madrid, 1888

Sátori en la catedral

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Arcos Románicos En el interior de la enorme iglesia románica se apretujaban los turistas en la penumbra. Bóveda tras bóveda y sin visión global. Flameaban las llamas de algunas velas. Un ángel sin rostro me abrazó, y me susurró por todo el cuerpo: "No te avergüences de ser persona. ¡Enorgullécete! En tu interior se abre bóveda tras bóveda sin fin. Nunca habrás terminado, y es lo que debe ser". Las lágrimas me cegaban, y alguien me sacó a la pìazza ardiente de sol junto con Mr y Mrs Jones, el señor Tanaka y la signora Sabatini, y en el interior de todos ellos se abría bóveda tras bóveda sin fin. Thomas Tranströmer (Estocolmo, 1931)

El poeta y sus palabras: el romance terminó

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El guardador de rebaños   Desde la ventana más alta de mi casa con un pañuelo blanco digo adiós a mis versos, que viajan hacia la humanidad. Y no estoy alegre ni triste, pues es el destino de los versos. Los escribí, y debo enseñárselos a todos, porque no puedo hacer lo contrario, como la flor no puede esconder el color, ni el río ocultar que corre, ni el árbol esconder sus frutos. He aquí que ya van lejos como si fuesen en la diligencia, y yo siento la pena sin quererla igual que un dolor en el cuerpo. ¿Quién sabe quién los leerá? ¿Quién sabe a qué manos irán? Flor: me cogió el destino para los ojos. Árbol: me arrancaron los frutos para las bocas. Río: el destino del agua era no quedarse en mi cauce. Me resigno, y me siento casi alegre, casi tan alegre como quien se cansa de estar triste. ¡Idos, idos de mí! Pasa el árbol, y se queda disperso por la Naturaleza. Se marchita la flor, y su polvo dura siempre. Corre el río, y entra en el mar, y el agua es

Preguntas que llenan toda una vida

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Ilustración de Josep M. Maya Canción de primavera No tengas prisa, primavera, que el viento todavía estremece los árboles desnudos, y los geranios muertos aún permanecen en los tiestos de las ventanas del Harlem español. Quizás la próxima semana  los esquiadores abandonen el estanque. Entonces, por un poco más de tiempo tendremos el parque para nosotros solos. Necesito estar contigo en ese momento, hay algunas cosas que aún desconozco. ¿Te gusta el color azul?                 ¿Te preocupo cuando frunzo el ceño? ¿Adónde estabas cuando yo era pequeño y necesitaba a alguien? Rod McKuen (Oakland, CA, 1930) Trad. del inglés Juan M. Pueyo Del libro Els Amants i Altres Poemes , de Rod McKuen. Cançó de primavera No tinguis pressa primavera que el vent encara tremola en els arbres buits i els gerais morts romanen inmobils als testos dels aparadors de l´Spanish Harlem. Encara falta una setmana perquè els patinadors ma