El ignorado albergue de unas sombras




Barcelona, la ciudad

¡Oh, mi ciudad, Barcelona. Mi ciudad!
Fugaz, contradictoria, soez, dada a la ostentación:
sus calles buscan el mar como desahogo último.

Los autobuses de dos pisos recorren
repletos de turistas las rutas de Gaudi,
y en el Barrio Gótico eres multilingüe,
distinguida por tus cabarets de antaño
y los cines desérticos de hoy,
tiendas en traspaso por jubilación
o cierre de negocio,
restaurantes de menú barato,
descolorida, refugio de la luz,
mediterránea implacable.

Cuando llueve se apagan los semáforos
y las bicicletas invaden las aceras.
Salen de las cloacas los fantasmas
de viejos anarquistas y estudiantes jóvenes,
armados con revólveres enmohecidos,
descubiertos entre la niebla del pasado.

Más abandonada en ciertos barrios de la periferia,
maloliente, escasamente iluminada en tus noches
en las que deambulan pakistaníes,
rumanos, marroquíes, paraguayos,
colombianos con y sin drogas, argentinos,
hindúes, chinos y sus mafias misteriosas, vietnamitas,
franceses, estadounidenses, mexicanos,
peruanos de prestigiosos restaurantes,
gambianos, guineanos, ecuatorianos. Y olvido eslavos
de países varios y asiáticos abandonados,
gitanos portugueses y franceses que capturan el sol
y africanos sin remedio.

Ciudad ruidosa hecha jirones por la crisis,
abandonada, siempre abandonada, salvo en los Juegos
del 92, que fueron fiesta y pesadilla.

El silencioso tranvía recorre la Diagonal
por misteriosas razones, y el suburbano
y el AVE en construcción muestran su vientre
cuajado de venas metálicas,
parte de un futuro y lejano poder.

Tus fiestas de barrio y tus festejos
brotan de raíces populares de pasados siglos,
pero la fe de antaño se perdió en los museos,
en la Catedral, en tus archivos y legajos de la Corona.

Universitaria, aunque descreída y desdeñosa de la inteligencia,
sustituida por galardones locales de seudocultura.
Capital de un no estado, hija de comerciantes
y labriegos, escudo de miseria y signo de la infamia,
desdeñosa de todo, no eres más que espacio,
un punto negro en el mapa general,
gloria de antaño, refugio de cortesía
descortés, ignorado albergue de unas sombras.

Mi Barcelona ¡oh mi ciudad, mi ciudad!

Joaquin Marco (Barcelona,1935)

Dedicado a mis amigos Joaquin Marco Trullols y Joaquin Marco Pueyo, dos barceloneses muy barceloneses también.

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