Paseos Donostiarras (El Puerto)


El Muelle

Me sentaba a pensar. O a no pensar, a ver.
Los barcos parecían juguetes de colores.
No podía creerlos. No eran verdad del todo.
Recurría a algo arcaico. Me negaba a mis ojos.
Y entonces sí, vivía verdad en los olores.
Yo podía tocar los atunes. Mentira.
Eran como unas momias de princesas marinas.
Yo podía beber lo mismo que bebían
aquellos pescadores en Alcalde o Shabino.
Más sólo cuando olía comprendía su fiesta:
lo real sin razones de una vida secreta.

Gabriel Celaya (1911-1991)

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