Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2012

El Matorral No Prohibido

Imagen
Derry Derry Down El rubor de un atardecer exuberante sobre una enorme grosella madura: me araño en la mano, para alcanzarla y sacarla del matorral no prohibido. En el jardín trasero cubierto de Annie Devlin. Seamus Heaney (Derry County, 1939)

Reflexión después de la lluvia

Imagen
Vuelta a empezar Está lloviendo aún de los llovidos Castaños y la gota de la hierba Compone un globo terso, que conserva La oculta libertad de los olvidos. Pájaros impacientes en los nidos Se aventuran por esa fronda aún sierva Del agua celestial. Ay, sigue acerba La tarde en los balcones prometidos. Tanto gris se demora en una pausa, Donde el mundo coincide con el tedio, Resignado a esperar que todo pase. ¡No! Del propio vacío, mientras causa Mi desazón, resurge el fiel asedio Al encanto inmortal la nueva frase. Jorge Guillen (1893-1984)

Ese Momento En Que Nace Un Poema

Imagen
Una Palabra Sola Desde tu marcha nada cambió. A veces parecía que estuvieses sentada junto a nosotros. No entendimos entonces el regalo total de tu presencia: ver, escuchar una palabra sola... Y estábamos callados, girando en el dolor, en el sencillo y cotidiano recordarte entre el pan y los manteles. José Agustín Goytisolo (1928-1999)

Paraíso Para Dos

Imagen
Escoger La Libertad Me parece que fue un error y tengo ganas de decirlo, porque hace tiempo que no sé de qué hablar cuando estoy contigo. Tu juventud fue igual que un eco de anticipados cataclismos, mas tu alegría dominaba como un verano enloquecido. Ni tú misma puedes pensar, qué lindo te iba aquel vestido allí en la fiesta entre editores viento palabras flores críticos. Así te vi, pequeña chica llena de luz. Más tarde fuimos a bares hondos de penumbra y a increíbles y extraños sitios. Tú eras entonces periodista y hablabas mucho, sí muchísimo, de tus padres, de tus amantes y aún mucho más de tu marido. Le conocí meses más tarde: era el clásico muchachito emprendedor también muy joven, muy puntual, correcto y limpio. Era evidente, que su mundo no era tu mundo, y sus amigos formaban raro contrapunto con tus ideas y tus libros. El quería una mujer bella, -y tú lo eres- una gatita que le planchara las camisas, y preparase buenos guisos. Pobre

Último Paseo Con Celaya Frente Al Cantábrico

Paseo Nuevo Voy vestido de blanco por el Paseo Nuevo. El semáforo arriba dice lo que no entiendo. Hay banderas, balandros. Todo azul, todo nuevo. Pasan raudos, felices los últimos modelos de novia o de automóvil, como pasa el deseo. Hay barandillas blancas y un disparo hacia el cielo. Todo es un teorema como solución: perfecto. Es el júbilo total, y el más dado de menos. La alegría de colores y la luz como en suspenso. La sorpresa en la muchacha cuando un ángel le da un beso. Las bicicletas que a veces ya no ruedan por el suelo. Todo es feliz, limpio y claro como visto en un espejo. El ángel encontró novia y el sujeto un antiobjeto, mientras pasan por el aire nubes y otros imperfectos. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras: El Parque de Mandas (Yo viví al lado de ese parque)

Imagen
El Parque de Mandas Pavos reales, corzos, estanques de agua muerta. Todo municipal, mas casi con princesas. Inmensas avenidas de invierno y de pureza, y un temblor invisible donde el árbol se acaba, y un secreto buscando por ese laberinto de senderos la forma posible de un oído, que haga ser al sonido y al leve escalofrío de unos visillos blancos en una casa antigua, o quizás a mi mismo cuando iba adolescente por esas soledades, respirando amarillos cansancios y delicias y empapado en nostalgias. Mas de pronto, terrible, juvenil, me sentaba en un banco, ponía mi máquina portátil de escribir en mis muslos, rimaba, tecleaba, tocaba en el piano de mis adoraciones sin pensar que mis letras eran como metralla contra el mágico parque. Yo era tan joven, tan joven. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras (El Puerto)

El Muelle Me sentaba a pensar. O a no pensar, a ver. Los barcos parecían juguetes de colores. No podía creerlos. No eran verdad del todo. Recurría a algo arcaico. Me negaba a mis ojos. Y entonces sí, vivía verdad en los olores. Yo podía tocar los atunes. Mentira. Eran como unas momias de princesas marinas. Yo podía beber lo mismo que bebían aquellos pescadores en Alcalde o Shabino. Más sólo cuando olía comprendía su fiesta: lo real sin razones de una vida secreta. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras (El Paseo De Los Fueros)

El Paseo De Los Fueros Voy paseando el río para llorar, para pensar, a veces recordando como por no acabar, y otras como las frondas que tiemblan sin pasar. Paseo de los Fueros, y así fue, y ¿qué será?. De repente me siento fantástico y real con bastón, jipi y barba viviendo en otra edad. Paseo fin de siglo. Ay, hueca inmensidad donde todo redobla, y así parece más. Me quito el jipi, me quito la barba y la dignidad. Mas es inútil: yo soy melancólico y real como mi padre, que un día me trajo aquí a pasear. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

Paseos Donostiarras (Monte Ulía)

Desde Ulía Melancolía. Infancia perpetua. Las campanas oídas desde lejos ya entonces, aunque estaban sonando en el momento de una tarde dorada. Momentos en suspenso. Vibrantes distancias. Parece que no pasa nada. Pero yo observo en esta tarde en pausa, que no soy el que mira, que soy el que miraba. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)