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Mostrando entradas de 2012

Un árbol desnudo

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Narrativa Porque lo que sucede jamás sucederá, y porque lo que ha sucedido vuelve sin fin a suceder, somos tal como fuimos, todo ha cambiado en nosotros. Si hablamos del mundo es sólo para dejar desdicho al mundo. Primer invierno: manzanas amarillas aún por caer de un árbol desnudo, las pisadas de ciervos invisibles en la primera nieve, y más tarde la nieve que no cesa. No nos arrepentimos de nada. Como si pudiéramos permanecer en esta luz. Como si pudiéramos permanecer en el silencio de este único instante de luz. Paul Auster (Newark, NJ, 1947)

La lucidez del poeta

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Claridades de lo inexistente Haber amado como sucede en las horas vacías del atardecer; recostarse y concebir un viaje del que no quede ni rastro; mirar desde la casa, y ver una figura que se inclina hacia adelante como contra el viento, aunque no haya viento; ver los sombreros de la gente del pueblo tirados en momentos de pasión, desperdigados en el suelo aunque no pueda verse el suelo. Todo esto en la imprecisa luz amarillenta que desciende la hora antes del anochecer; nada de ello tiene valor, excepto por el placer que proporciona, agrandando un instante y finalmente haciéndolo parecer verdad. Y años después toparse con la misma escena -la figura inclinándose contra el mismo viento, los mismos sombreros desperdigados por el mismo suelo que no se puede ver. Mark Strand (Summerside, Prince Edward Island, Canada, 1934) Casi Invisible . Visor Poesía. Trad. Julio Trujillo

Las piedras de tierra invisible

Junto a tus cenizas... Junto a tus cenizas, las apenas escritas, arrasando la oda, las raíces instigadas, el ojo extranjero; con mano idiota te arrastraron a la ciudad, te ataron a ese nudo de jergas, y no te dieron nada. Tu tinta ha aprendido la violencia del muro. Desterrado, pero siempre en el corazón de este silencio solidario, pules las piedras de tierra invisible, y allanas tu lugar entre los lobos. Cada sílaba es obra del sabotaje. Paul Auster (Newark, NJ 1947) Ed. Seix Barral. Los Tres Mundos. Poesía. Trad. Jordi Doce

El encuentro en la encrucijada

Sin Inscripción Una tumba vacía en la nieve. Sólo quedan mis obras. Así me imagino el encuentro en la encrucijada. Llegué antes de haber estado allí, y así me he convertido en yo mismo. Aquellos a los que he herido, corren como sangre en el agua negra de las cunetas. De la misma forma que cuando en mayo las corolas de las flores suenan como risotadas, aunque una simple lágrima ciega a todo un gran bosque de abetos. Henrik Nordbrandt (Fredericksberg, Dinamarca, 1945) Trad. Francisco J. Uriz

La pelea con el silencio

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Un Artista En El Norte Yo, Edward Grieg, me movía como un hombre libre                              entre los hombres. Bromeaba mucho, leía periódicos, viajaba por todas las partes. Dirigía la orquesta, y el auditorio con sus lámparas vibraba en cada triunfo                             como el transbordador en el instante de atracar. Me he retirado aquí al norte para pelearme con el silencio. Mi cabaña de trabajo es pequeña. El piano de cola está tan apretado allí dentro                             como la golondrina bajo la teja. Las hermosas y escarpadas pendientes suelen estar calladas. No hay ningún paso, pero sí una ventanita que se abre a veces, y una luz singular gotea directamente del troll. ¡Simplificar! Thomás Tranströmer (Estocolmo, 1931) Ed. Visor Poesía, Trad. F. J. Uriz

Pasternak y la patria eslava

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Primavera Todo esta primavera es especial, más vivo el alboroto de los gorriones... ¿Cómo puedo expresar la claridad, la quietud que en mi espíritu se impone? Hoy se escribe y se piensa de otra forma, y la voz vigorosa de los campos vibra en el coral de una octava armónica desde los territorios liberados. El hálito fragante de la patria barre del aire la huella invernal, y los surcos oscuros de las lágrimas bajo los ojos de la eslavidad. La yerba quiere germinar por todo; los callejones de la vieja Praga están callados, a cual más tortuoso; pero rebrotarán como barrancos. Las historias de Chequia, de Moravia y Serbia con primaveral deleite, libres del velo que las sojuzgaba, surgirán como flores de la nieve. Todo lo cubrirá un vapor fantástico, crespo, como volutas en el friso del dorado aposento de un boyardo, o de la Catedral de San Basilio. Para el noctámbulo, el que ama soñar, Moscú se erigirá en lo más querido: está en su casa, junto al manantia

Un atardecer sobre el mar

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Dejadme Dejadme, amigos. No valgo siquiera lo que valen los cordones de mis zapatos. Soltadme y dejadme caer allí abajo, donde yo en todo caso he estado siempre. No me dejéis tumbado aquí arriba pudriéndome al aire libre, donde una nube pueda echarme el ojo, y hacer que quede destruido su dorado atardecer sobre el mar, Henrik Nordbrant (Fredericksberg, Dinamarca, 1945)

La música y un mundo sereno

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Allegro Después de un día negro toco a Haydn, y siento un sencillo calor en las manos. Las teclas obedecen. Golpean dulces martillos. El acorde es verde, vivaz y sereno. La música dice que la libertad existe, y que alguien no paga el impuesto al cesar. Meto las manos en mis bolsillos haydn, e imito a alguien que contempla el mundo con serenidad. Izo la bandera haydn, que significa: "No nos rendiremos, pero queremos paz". La música es una casa de cristal en la ladera donde vuelan las piedras, ruedan las piedras. Y las piedras atraviesan la casa rodando, pero todos los cristales quedan intactos. Thomas Tranströmer  (Estocolmo, 1931) Bálticos y Otros Poemas. Colección Visor de Poesía. Trad. F.J. Uriz Más sobre Tranströmer: La poesía silenciosa en Thomas Tranströmer

Eterna Pilar. Más Nico que nunca... en la foto

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Gracias, bella Gracias, bella, por haberme amado, por hacerme degustar la eternidad de los labios que se roban al tiempo en el descaro de la mañana en la calle. Complacidos en el desierto de la madrugada silenciosa los ardientes labios, bella, se devoraban. Gracias, bella, por haberme amado, porque adiós tengo que decirte, mas nunca volveré a saborear el rocío inmortal bañado en la lujuria del beso. Gracias, bella, por ese jamás QUE a nadie brindaste. Al sellar la puerta de lo imperecedero yo sé que me amaste. Gracias, bella, regreso a la oscuridad. Gracias por ese honor que no merezco. Gracias, bella, adiós tengo que decirte, inconsolable será mi sombra desde ahora. Pilar Mata Solano (Binefar,1954)

El futuro es sólo una ilusión

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El reloj de arena nietzcheano, o la desgracia del futuro Una vez, mientras mi pensamiento discurría atravesando la luz del día hacia los corredores de bronce del atardecer, y de ahí hacia la promesa de la oscuridad, escuché afuera la voz estresada del reloj de arena, pidiendo que alguien le diera la vuelta, y mostrara que el futuro es sólo una ilusión, que lo que queda por delante es sólo el pasado una y otra vez. Yo era demasiado joven para semejante idea, así que volvió años más tarde, como si necesitara demostrar su propio argumento. Mark Strand (Summerside, Prince Eward Islands, Canada, 1934) 

Y la poesía es un faisán, que desaparece entre la maleza...

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Me Mido A Mi Mismo Me mido a mi mismo en un árbol alto. Descubro que soy mucho más alto, porque alcanzo directamente al sol con mi ojo; y alcanzo la orilla del mar con mi oído. Aún así, no me gusta la forma en que las hormigas, entran y salen de mi sombra. Wallace Stevens (Reading, Pennsylvania, 1879- Hartford, 1955)

Buda Sakyamuni: "El dolor es inevitable"

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No Se Podía Hacer Nada El dolor estaba por todas partes. La gente en las esquinas de las calles rompía a llorar de repente. No podían evitarlo. En oscuros apartamentos, en coches estacionados, en mesas al borde de la carretera la gente lloraba. El perro junto a su dueño, el gato en el alféizar también lloraban. El rey y la reina habían muerto, y aunque tenían al príncipe, al primer ministro y a las estrellas de la gran pantalla, todo el mundo lloraba. Y el llanto seguía y seguía, y no podían detenerlo. Mark Strand (Prince Edward Islands, Canada 1934)

El verdor aguerrido del pinar

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Carretera hacia el sol Carretera hacia el sol. Día y más día sobre la palabra que cede rumbo a cierto silencio. A los ojos complace  reconocer, ahondar en lo vivido. ¿La novedad seduce con un instante?. Más seduce de nuevo la transparencia en mole de la atmósfera, el verdor aguerrido del pinar lejos, encastillado en su espesura: unas tapias aisladas tras su rústico descuido. Jorge Guillen (1893-1984)

El presente es un mapa negro

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Mapas Negros Ni la presencia de las piedras, ni el viento que aplaude, te dejará saber si has llegado, ni el mar que únicamente celebra adioses, ni las montañas, ni las ciudades en su agonía. Nada te dirá adonde estás. Cada momento es un lugar en el que nunca has estado. Puedes caminar creyendo que irradias luz a tu alrededor. ¿Y cómo podrías saberlo? El presente siempre es oscuro. Sus mapas negros salidos de la nada son sólo descripción en su lento ascenso  hacia sí mismos, su propio viaje, su vacío, la desolada, atemperada necesidad de plenitud mientras se alzan al ser, son como aliento. Y si acaso se les estudia, sólo se descubre demasiado tarde, que aquello que interesaba ya no existe. En ninguno de ellos aparece tu casa, ni tus amigos esperando tu aparición, ni están tus enemigos enumerando tus faltas. Sólo estás tú allí, diciendo hola a aquello que serás, y una hierba negra sostiene la oscuridad estelar. Mark Strand (Pr

Limando mis uñas...

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Limando mis uñas Limando mis uñas en el jardín de Buda. Tres metros detrás de mi como lenta, inquieta agua, el rumor del tráfico crece y decrece, Un zendo medio caído atraviesa la alheña, concha segura. Como los últimos ojos del tigre, un mañanero rocío de cristal y oro inunda el césped. Entre la mirada del Buda y el cobertizo una fila india de hormigas. La abrupta llegada del petirrojo y el polen desprendido. Hoy todo se hace uno con el todo. El viento barre las hojas y nos envuelve. La luz se abandona a la sombra, la sombra a la luz. Charles Wright (Tenneesee, 1935)

Las vacas arden como letras de periódicos

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El cuarto Es una vieja historia como acontece alguna vez en invierno. Quien la oye se duerme. Las puertas de la infelicidad se abren, y la desdicha entra en el cuarto. Muerte al amanecer. Muerte al anochecer. Sus alas de madera abanican el aire, y grita el mundo su leche desnatada en sombras. Tenemos necesidad de finales sorpresivos: el verde prado donde las vacas arden como letras de periódico, donde los campesinos descansan mirando, donde nada, cuando sucede, es demasiado terrible. Mark Strand (1934, Prince Edward Island, Canada) 

Hart Crane, American Poet

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Al puente de Brooklyn Cuántos amaneceres el agitado río que en ondas descansa, las alas de las gaviotas se hundirán atravesándolo, esparciendo blancos círculos de rumor, erigiendo sobre la encadenada bahía las aguas de la libertad. Después su inclinación invisible olvida nuestros ojos, como una visión de veleros que caminan sobre alguna página del cuaderno de bitácora, hasta que los ascensores nos depositen en nuestro día... Pienso en las salas de cine, artificios panorámicos, gente embelesada ante una escena que seduce ocultando el sentido, a la que regresas siempre intuida por otros ojos en la misma pantalla. Y atraviesas el puerto a paso de plata, como si el sol caminara sobre ti, y aún así dejara algo de movimiento sin prodigarse en el tránsito: implícita vive en ti tu libertad. Desde alguna escotilla subterránea, buhardilla o celda, un demente se apresura hacia tus parapetos aturdido por momentos, el aire infla su camisa, la burla se percibe en la enmud

El ignorado albergue de unas sombras

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Barcelona, la ciudad ¡Oh, mi ciudad, Barcelona. Mi ciudad! Fugaz, contradictoria, soez, dada a la ostentación: sus calles buscan el mar como desahogo último. Los autobuses de dos pisos recorren repletos de turistas las rutas de Gaudi, y en el Barrio Gótico eres multilingüe, distinguida por tus cabarets de antaño y los cines desérticos de hoy, tiendas en traspaso por jubilación o cierre de negocio, restaurantes de menú barato, descolorida, refugio de la luz, mediterránea implacable. Cuando llueve se apagan los semáforos y las bicicletas invaden las aceras. Salen de las cloacas los fantasmas de viejos anarquistas y estudiantes jóvenes, armados con revólveres enmohecidos, descubiertos entre la niebla del pasado. Más abandonada en ciertos barrios de la periferia, maloliente, escasamente iluminada en tus noches en las que deambulan pakistaníes, rumanos, marroquíes, paraguayos, colombianos con y sin drogas, argentinos, hindúes, chinos y sus mafias misteriosas,

La danza de las palabras

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Ciégate para siempre Ciégate para siempre, también la eternidad está llena de ojos. Allí se ahoga, lo que hizo caminar las imágenes, al término que han aparecido. Allí se extingue, lo que del lenguaje también te ha retirado con un gesto, lo que dejabas iniciarse como la danza de las palabras: sólo hechos de otoño y sedas y nada. Paul Celan (1920-1970) 

Déjonos harto consuelo su memoria

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Coplas A La Muerte De Su Padre y...( 7 ) XXXIII Después de puesta la vida tantas veces por su ley al tablero, después de tan bien servida la corona de su rey verdadero, después de tanta hazaña a que no puede bastar cuenta cierta, en la villa de Ocaña vino la Muerte a llamar a su puerta. XXXIV Diciendo: Buen caballero, dejad el mundo engañoso y su halago; vuestro corazón de acero muestre su esfuerzo famoso en este trago; y pues de vida y salud hicistéis tan poca cuenta, por la fama esfuércese la virtud para sufrir esta afrenta, que os llama. XXXV No se os haga tan amarga la batalla temerosa que esperáis, pues otra vida más larga es la fama gloriosa que acá dejáis. Aunque esta vida de honor tampoco es eternal ni verdadera, mas con todo es muy mejor que la otra temporal perecedera. XXXVI El vivir que es perdurable no se gana con estados mundanales, ni con vida delectable do moran los pecados infernales; mas los buenos religiosos g

Por méritos y ancianía bien gastada alcanzó la dignidad

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Lugar exacto en Santa María de Campo Rus donde cayó alanceado el poeta Jorge Manrique, junto al castillo de Garcimuñoz en el señorío de Villena. Coplas A La Muerte De Su Padre ( 6 ) XXVII En ventura Octaviano, Julio Cesar en vencer  y batallar, en virtud Africano, Anibal en el saber y trabajar, en bondad un Trajano, Tito en liberalidad con alegría, en su brazo Aureliano, Marco Atilio en la verdad que prometía. XXVIII Antonino Pío en clemencia, Marco Aurelio en igualdad del semblante, Adriano en elocuencia, Teodosio en humanidad y buen talante, Aurelio Alejandro fue en disciplina y rigor de la guerra, un Constantino en la fe, Camilio en el gran amor a su tierra. XXIX No dejó grandes tesoros, ni alcanzó muchas riquezas ni vajillas; mas hizo la guerra a los moros, ganando sus fortalezas y sus villas; y en las lides que venció, cuántos moros y caballos se perdieron; y en este oficio ganó las rentas y vasallos que le dieron. XXX Pues por

Maestres tan prosperados como reyes...

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  Panteón del castillo de Uclés (Cuenca) de la Orden de Santiago. Aquí está enterrado Jorge Manrique y sus padres. Coplas A La Muerte De Su Padre ( 5 ) XXI Pues aquel Condestable, maestre que conocimos tan privado, no cumple que de él se hable, mas sólo cómo lo vimos degollado. Sus infinitos tesoros, sus villas y lugares, su mandar, ¿qué le fueron si no lloros? ¿qué fueron si no pesares al dejar?. XXII Y los otros dos hermanos, maestres tan prosperados como reyes, que a grandes y medianos trajeron tan sojuzgados a sus leyes; aquella prosperidad que en tan alto fue subida y ensalzada, ¿qué fue si no claridad, que cuando más encendida fue matada?. XXIII Tantos duques excelentes, tantos marqueses y condes y barones como vimos tan potentes; di, Muerte, ¿do los escondes y traspones?. Y las sus claras hazañas que hicieron en las guerras y en las paces, cuando tú, cruda, te ensañas, con tu fuerza los aterras y deshaces. XXIV Las huestes innum

Qué Se Hicieron Las Damas Sus Tocados Y Vestidos, Sus Olores

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  Coplas A La Muerte De Su Padre (4 ) XVI ¿Que se hizo el rey Don Juan?. ¿Los infantes de Aragón, qué se hicieron?. ¿Qué fue de tanto galán, qué de tanta invención que trajeron?. ¿Fueron sino devaneos, qué fueron sino verduras de las eras, las justas y los torneos, paramentos, bordaduras y cimeras? XVII ¿Qué se hicieron las damas, sus tocados y vestidos, sus olores?. ¿Qué se hicieron las llamas de los fuegos encendidos de amadores?. ¿Qué se hizo aquel trovar, las músicas acordadas que tañían?. ¿Qué se hizo aquel danzar, aquellas ropas chapadas que traían?. XVIII Pues el otro, su heredero Don Enrique, qué poderes alcanzaba. ¡Cuán blando, cuán halaguero el mundo con sus placeres se le daba!. Mas verás cuán enemigo, cuán contrario, cuán cruel se le mostró; habiéndole sido amigo, ¡cuán poco duró con él, lo que le dio! XIX Las dádivas desmedidas, los edificios reales llenos de oro, las vajillas tan fabridas, los enriques y reales del te

Desque vemos el engaño...

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  Coplas A La Muerte De Su Padre ( 3 ) XI Pero digo que acompañen y lleguen hasta la huesa con su dueño: por eso no nos engañen, pues se va la vida apriesa como sueño; y los deleites de acá en que nos deleitamos,  son temporales, y los tormentos de allá que por ellos esperamos eternales. XII Los placeres y dulzores de esta vida trabajada que tenemos, no son sino corredores, y la muerte la celada en que caemos. No mirando a nuestro daño, corremos a rienda suelta  sin parar; desque vemos el engaño, y queremos dar la vuelta, no ha lugar. XIII Si fuese en nuestro poder hacer la cara hermosa corporal, como podemos hacer al alma tan gloriosa angelical, qué diligencia tan viva tuviéramos toda hora y tan presta en componer la cautiva, dejándonos la señora descompuesta. XIV Esos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas, con casos tristes, llorosos, fueron sus buenas venturas trastornadas; así que no hay cosa fuerte que

Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos

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  Monumento a Jorge Manrique en Segura de la Sierra (Jaén) Coplas A La Muerte De Su Padre ( 2 ) VI Este mundo bueno fue si bien usásemos dél como debemos, porque según nuestra fé, es para ganar aquel que atendemos. Aún aquel Hijo de Dios para subirnos al cielo, descendió a nacer acá entre nos, y a morir en este suelo do murió. VII Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, que en este mundo traidor aún primero miramos; las perdemos. De ellas deshace la edad, de ellas casos desastrados que acaecen, de ellas por su calidad en los más altos estados desfallecen. VII Decidme: la hermosura, la gentil frescura y tez de la cara, la color y blancura cuando viene la vejez, ¿cuál se para?. Las mañas y ligereza y la fuerza corporal de juventud, todo se torna graveza, cuando llega al arrabal de senectud. IX Pues la sangre de los godos y el linaje y la nobleza tan crecida, por cuántas vías y modos se pierde su gran alteza

Nuestras vidas son los ríos

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La versión de este espléndido poema pertenece al catálogo de la Biblioteca Virtua l Miguel de Cervantes . "Este poema merece quedar escrito en letras de oro" , dijo Lope de Vega. Particularmente pienso que debería estar esculpido en oro de cincuenta quilates en el frontispicio de la RAE. Es el más hermoso cumplido que puede imaginarse para un poema. Coplas A La Muerte De Su Padre ( I ) I Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo a nuestro parecer cualquier tiempo pasado, fue mejor. II Pues si vemos lo presente cómo en un punto es ido y acabado; si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues todo ha de pasar por tal manera. III Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es

La vanidad de los asfodelos

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Planta llamada Asfodelo.- También es una parte del Hades mitológico de los griegos Dónde Está La Memoria Dónde está la memoria de los días que fueron tuyos en la tierra, y tejieron dicha y dolor, y fueron para ti el Universo. El río innumerable de los años los ha perdido. Eres una palabra en un indice. Dieron a otros los dioses gloria interminable, inscripciones, exergos, monumentos y puntuales historiadores; de ti sólo sabemos, oscuro amigo, que oíste al ruiseñor una tarde. Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombra pensará que los dioses han sido avaros. Pero los días son una red de miserias triviales, ¿y no habrá mejor suerte que ser la ceniza de que está hecho el olvido? Sobre otros arrojaron los dioses la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas y acaba por ajar la rosa que venera. Contigo fueron más piadosos, hermano: en el éxtasis de un atardecer que no será noche, oyes la voz del ruiseñor de Teócrito. Jorge L

El Muro Final Inapelable

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Muerte A Lo Lejos                     Je soutenais l´eclat de la mort toute pure                                                                    Paul Valery Alguna vez me angustia una certeza, y ante mí se estremece mi futuro. Acechándole está de pronto un muro del arrabal final en que tropieza la luz del campo. ¿Mas habrá tristeza si la desnuda el sol?. No, no hay apuro todavía. Lo urgente es el maduro fruto. La mano ya le descorteza. ...Y un día entre los días el más triste será. Tenderse deberá la mano sin afán. Y acatando el inminente poder, diré sin lágrimas: embiste, justa fatalidad. El muro cano va a imponerme su ley, no su accidente. Jorge Guillen (1893-1894)

El Matorral No Prohibido

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Derry Derry Down El rubor de un atardecer exuberante sobre una enorme grosella madura: me araño en la mano, para alcanzarla y sacarla del matorral no prohibido. En el jardín trasero cubierto de Annie Devlin. Seamus Heaney (Derry County, 1939)

Reflexión después de la lluvia

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Vuelta a empezar Está lloviendo aún de los llovidos Castaños y la gota de la hierba Compone un globo terso, que conserva La oculta libertad de los olvidos. Pájaros impacientes en los nidos Se aventuran por esa fronda aún sierva Del agua celestial. Ay, sigue acerba La tarde en los balcones prometidos. Tanto gris se demora en una pausa, Donde el mundo coincide con el tedio, Resignado a esperar que todo pase. ¡No! Del propio vacío, mientras causa Mi desazón, resurge el fiel asedio Al encanto inmortal la nueva frase. Jorge Guillen (1893-1984)

Ese Momento En Que Nace Un Poema

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Una Palabra Sola Desde tu marcha nada cambió. A veces parecía que estuvieses sentada junto a nosotros. No entendimos entonces el regalo total de tu presencia: ver, escuchar una palabra sola... Y estábamos callados, girando en el dolor, en el sencillo y cotidiano recordarte entre el pan y los manteles. José Agustín Goytisolo (1928-1999)

Paraíso Para Dos

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Escoger La Libertad Me parece que fue un error y tengo ganas de decirlo, porque hace tiempo que no sé de qué hablar cuando estoy contigo. Tu juventud fue igual que un eco de anticipados cataclismos, mas tu alegría dominaba como un verano enloquecido. Ni tú misma puedes pensar, qué lindo te iba aquel vestido allí en la fiesta entre editores viento palabras flores críticos. Así te vi, pequeña chica llena de luz. Más tarde fuimos a bares hondos de penumbra y a increíbles y extraños sitios. Tú eras entonces periodista y hablabas mucho, sí muchísimo, de tus padres, de tus amantes y aún mucho más de tu marido. Le conocí meses más tarde: era el clásico muchachito emprendedor también muy joven, muy puntual, correcto y limpio. Era evidente, que su mundo no era tu mundo, y sus amigos formaban raro contrapunto con tus ideas y tus libros. El quería una mujer bella, -y tú lo eres- una gatita que le planchara las camisas, y preparase buenos guisos. Pobre

Último Paseo Con Celaya Frente Al Cantábrico

Paseo Nuevo Voy vestido de blanco por el Paseo Nuevo. El semáforo arriba dice lo que no entiendo. Hay banderas, balandros. Todo azul, todo nuevo. Pasan raudos, felices los últimos modelos de novia o de automóvil, como pasa el deseo. Hay barandillas blancas y un disparo hacia el cielo. Todo es un teorema como solución: perfecto. Es el júbilo total, y el más dado de menos. La alegría de colores y la luz como en suspenso. La sorpresa en la muchacha cuando un ángel le da un beso. Las bicicletas que a veces ya no ruedan por el suelo. Todo es feliz, limpio y claro como visto en un espejo. El ángel encontró novia y el sujeto un antiobjeto, mientras pasan por el aire nubes y otros imperfectos. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras: El Parque de Mandas (Yo viví al lado de ese parque)

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El Parque de Mandas Pavos reales, corzos, estanques de agua muerta. Todo municipal, mas casi con princesas. Inmensas avenidas de invierno y de pureza, y un temblor invisible donde el árbol se acaba, y un secreto buscando por ese laberinto de senderos la forma posible de un oído, que haga ser al sonido y al leve escalofrío de unos visillos blancos en una casa antigua, o quizás a mi mismo cuando iba adolescente por esas soledades, respirando amarillos cansancios y delicias y empapado en nostalgias. Mas de pronto, terrible, juvenil, me sentaba en un banco, ponía mi máquina portátil de escribir en mis muslos, rimaba, tecleaba, tocaba en el piano de mis adoraciones sin pensar que mis letras eran como metralla contra el mágico parque. Yo era tan joven, tan joven. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras (El Puerto)

El Muelle Me sentaba a pensar. O a no pensar, a ver. Los barcos parecían juguetes de colores. No podía creerlos. No eran verdad del todo. Recurría a algo arcaico. Me negaba a mis ojos. Y entonces sí, vivía verdad en los olores. Yo podía tocar los atunes. Mentira. Eran como unas momias de princesas marinas. Yo podía beber lo mismo que bebían aquellos pescadores en Alcalde o Shabino. Más sólo cuando olía comprendía su fiesta: lo real sin razones de una vida secreta. Gabriel Celaya (1911-1991)

Paseos Donostiarras (El Paseo De Los Fueros)

El Paseo De Los Fueros Voy paseando el río para llorar, para pensar, a veces recordando como por no acabar, y otras como las frondas que tiemblan sin pasar. Paseo de los Fueros, y así fue, y ¿qué será?. De repente me siento fantástico y real con bastón, jipi y barba viviendo en otra edad. Paseo fin de siglo. Ay, hueca inmensidad donde todo redobla, y así parece más. Me quito el jipi, me quito la barba y la dignidad. Mas es inútil: yo soy melancólico y real como mi padre, que un día me trajo aquí a pasear. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

Paseos Donostiarras (Monte Ulía)

Desde Ulía Melancolía. Infancia perpetua. Las campanas oídas desde lejos ya entonces, aunque estaban sonando en el momento de una tarde dorada. Momentos en suspenso. Vibrantes distancias. Parece que no pasa nada. Pero yo observo en esta tarde en pausa, que no soy el que mira, que soy el que miraba. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

El Discurso De Las Catedrales

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Catedral de Edimburgo En La Europa Profunda Yo, casco oscuro que flota entre dos esclusas, descanso en la cama del hotel, mientras alrededor despierta la ciudad. La alarma silenciosa y la luz gris penetran, y me suben lentamente hasta el próximo nivel: la mañana. Horizonte escuchado. Algo quieren decir los muertos. Fuman, pero no comen; no respiran, pero les queda voz. Voy a perderme por las calles como uno de ellos. La catedral ennegrecida, pesada como una luna, hace flujo y reflujo. Thomas Tranströmer (Estocolmo,1931)

Poesía Capaz De Arrancar Una Sonrisa

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El herrero de Ituren (Variación sobre "Ituringo Arotza") El herrero de Ituren José Ramón Iribas le ha dicho a su mujer: - Vete a buscar al Santo , que lo tengo que fundir para hacer unas esquilas . -Hombre, hombre, ¿lo has pensado?, ¿no será un gran pecado?. -Las esquilas hacen falta, y para qué sirve el Santo. José Ramón en el yunque; su mujer triste rezando. -Qué dirán, cuando vayamos a mendigar un consuelo. Oh santos del alto cielo, que no os encuentre el herrero de Ituren, que os fundirá para fabricar cencerros. Gabriel Celaya (Hernani, 1911-1991)

Poesía Céltica

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Loughanure (fragmento) De haber sabido suficiente irlandés en Rannafast En 1953 para comprender La seanchas y las dinnsheanchas; De no haber sido demasiado tímido y joven; De no haber escuchado la historia de Caolite, Quien se había lanzado sobre el cervatillo de Tory Sin ningún reparo hasta un portón en una colina encantada, Para dejarse llevar hasta una silla de cristal sobre el suelo asentada, Mientras al son del arpa una muchacha de rizos de oro cantaba, El lenguaje y el anhelo podrían brincar Hasta el aire limpio de las nubes, el horizonte diluido, Y el lejano "Lago Del Árbol Del Tejo" resplandecido. Seamus Heaney (Condado de Derry, Irlanda del Norte 1939) Trad. Pura Lopez Colomé Ed.Visor de Poesía

Mallarme Puro

Airecillo  Una soledad cualquiera sin el cisne ni el dique refleja el abandono a la mirada que abdiqué. De la vanagloria alta hasta no tocarla, donde los cielos se abigarran con el atardecer. Pero con languidez rodea como blanca lencería robada, tal pájaro fugaz se hunde. La exaltación a su lado. En lo exultante te diluyes. Eres tu ya convertido en tu júbilo desnudo. Stephane Mallarme (1842-1898)