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Mostrando entradas de enero, 2011

Basavanna, el devoto de Shiva

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Sadhu meditando en los ghats de Varanasi Los ricos harán templos para Shiva Los ricos harán templos para Shiva, y qué puedo hacer yo,  que soy un hombre pobre.   Mis piernas son columnas, el cuerpo es el santuario, y en mi cabeza brilla una cúpula de oro. Escucha, oh Señor de los ríos que se encuentran: Lo que se queda quieto caerá, pero lo que se mueve, permanecerá para siempre . Basavanna (Siglo XII )

La críptica poesía de una novelista

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Y ahora... Y ahora abundante de ensueños y de grises, con esa eterna impotencia que no limpia el lenguaje, el miedo que se hace palabra para no ser miedo, todo lo que enciende luces y no se nombra, por si muere, el resquicio de libertad que terco asoma, brazo roto, abril marchito, luna falsa, también falso el dolor que se vuelve costumbre; los labios en dudosas fuentes, los ojos todavía sedientos de estrellas, calandrias, mitos, y otras delgadas inutilidades en que los dioses derraman la sonrisa en ayuno, para que no traicione una mentirosa amnesia de rechazos y deseos con ruiseñores y congojas, o sea con nada, sólo con uno mismo dentro y fuera dispuesto a que cada cosa recupere su alcurnia, su medida y su precio se emprende la huida, adonde aún no ha llegado el futuro. Ana María Navales (Zaragoza, 1939)

Fidelidad a un amor

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Esta imagen de ti Estabas a mi lado, y más próxima a mí que mis sentidos. Hablabas desde dentro del amor armada de su luz. Nunca palabras de amor más puras respirara. Estaba tu cabeza suavemente inclinada hacia mi; tu largo pelo y tu alegre cintura. Hablabas desde el centro del amor armada de su luz en una tarde gris de cualquier día. Memoria de tu voz y de tu cuerpo mi juventud y mis palabras sean, y esta imagen de ti me sobreviva. José Angel Valente (1929-2000)

La íntima tristeza del fascismo vencida por la vida

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       Alegría Llegué por el dolor a la alegría. Supe por el dolor, que el alma existe. Por el dolor allá en mi reino triste un misterioso sol amanecía. Era alegría la máquina fría, y el viento loco y cálido que embiste: alma que verdes primaveras viste, maravillosamente se rompía. Así la siento más. Al cielo apunto, y me responde, cuando le pregunto con dolor tras dolor para mi herida. Y mientras se ilumina mi cabeza, ruego por el que he sido en mi tristeza a las divinidades de la vida. (1947) José Hierro (1922-2002)

Después de la huida del amor.

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La distraída No estás ya aquí. Lo que veo de ti, cuerpo, es sombra y engaño. El alma tuya se fue, adonde tú irás mañana. Aún esta tarde me ofrece falsos rehenes, sonrisas vagas, ademanes lentos, un amor ya distraído. Pero tu intención de ir, te llevó adonde querías, lejos de aquí, adonde estás diciéndome: -Aquí estoy contigo. Mira. Y me señalas la ausencia. Pedro Salinas (1891-1950)

Hoy una fábula

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Fábula de la Zorra y el Busto Dijo la Zorra al Busto, después de olerlo: Tu cabeza es hermosa, pero sin seso. Como éste hay muchos, que aunque parecen hombres, sólo son bustos. Felix María de Samaniego ( Laguardia, Álava 1745-1801 )

Celán, obsesionado con la muerte propia

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Ciégate para siempre... Ciégate para siempre. También la eternidad está llena de ojos. Allí se ahoga el movimiento de las imágenes, al término en que ha nacido. Allí se extingue lo que el lenguaje, de igual modo ha retirado con un gesto, lo que dejabas iniciarse como la danza de dos palabras, tan sólo construidas de otoño y seda y nada. Paul Celan (1920-1970) De "Cambio y aliento", 1967 Versión José Angel Valente

El poeta desdeñado por su tiempo, que la eternidad adoró.

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A las Parcas Un verano y un otoño más os pido, oh poderosas, para que pueda madurar mi canto, y así saciado en tan dulce juego, mi corazón se acerque al final. El alma aquí tan frustrada, no hallará reposo ni en el Orco, pero si logro plasmar lo más amado y sacrosanto para mi por encima de todo: la Poesía... Bienvenido seré entonces al silencio del mundo de las sombras. Estaré colmado, aunque mi voz quede en el umbral. Al menos un día habré vivido como los dioses. Y eso es bastante. Friedrich Hölderlin (1770-1843)

Ante la temida presencia del vacío

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         La vida Como cuando el sol enciende algún rincón de la tierra, su pobreza la redime, con risas verdes lo llena. Así tu presencia viene sobre mi existencia oscura a exaltarla, para darle esplendor, gozo, hermosura. Pero también tú te pones lo mismo que el sol, y crecen en torno mío sombras de soledad,vejez, muerte. Luis Cernuda (1902-1963)

La sencillez del poeta-monje

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                   Forma en torno La ventana me ofrece el cuadro sumo:            un trozo de enmarcada realidad que no aíslo, pero asumo            completa en la mirada. Aire libre y luz libre lucen dentro            del íntimo recinto, que delimita un silencioso centro:            rumor de fuera extinto. Esas columnas grises: puro el arco,            capitel sin empaque, brindan estilo, para que me aplaque            su lujo el cielo zarco. Se serena la hora entre estos muros,            que acogen a los días, como si fuesen ápices maduros            de nuestras energías. Pájaro en vuelo. Las ventanas            oponen sus cristales. Me edifica este patio. Sus mañanas            se me ahondan, cabales. Jorge Guillen (1893-1984)

Cervantes y Forges, dos bromistas incombustibles

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Diálogo entre Babieca y Rocinante ¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?. Porque nunca se come, y se trabaja. ¿Pues qué es de la cebada y de la paja?. No me deja mi amo ni un bocado. Ande, señor, que estáis muy mal criado, pues vuestra lengua de asno al amo ultraja. Asno es; de la cuna a la mortaja. Quereislo ver, miradlo enamorado . ¿Es necedad amar?  No, es gran prudencia . Metafísico estáis. Es que no como . Quejaos del escudero. No es bastante, cómo me he de quejar en mi dolencia, si el amo y el escudero, o mayordomo, son tan rocines como Rocinante. Miguel de Cervantes Saavedra Soneto inserto en el prólogo de la primera edición del Ingenioso Hidaldo

Las cárceles del dictador Franco

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En el castillo de Luna (Fragmento) Y los años en la cárcel como un tajo dividiendo aquellos y estos momentos de buen sol primaveral son un boquete en el alma, que no puedes tapar nunca; una mina de amargura y espantosa realidad. Siete mil trescientos días uno por uno vividos con sus noches, confundidos en una sola visión, donde se juntan el hambre y el mal olor de las mantas y el frío de las madrugadas y el frío en el corazón. Ahora vuelve a la vida, y a ser libre, si es que puedes; aunque es tarde, y no te queden esperanzas por cumplir. Siempre se obstina en ser dulce, en merecer ser vivida de alguna manera mínima la vida en nuestro país. Serás uno más. Perdido, viviendo de algún trabajo deprimente y mal pagado, soñando con algo mejor que no llega. Quizás entonces comprendas que no estás solo, que nuestra España de todos se parece a una prisión. Jaime Gil de Biedma (1929-1990)

Para mi gusto posiblemente el mejor poema escrito nunca

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Constantine Petrou Cavafy            Itaca Cuando salgas hacia la lejana Itaca desea con fervor que el viaje sea largo, lleno de aventuras y conocimiento. De los Laestregones y los Cyclopes, del furioso Poseidón no tengas miedo; ni repararás en ellos, si tus pensamientos permanecen en calma todo el tiempo, si manejas tus emociones y las seleccionas adecuadamente. Ni Laestregones, ni Cyclopes, ni incluso con el fiero Poseidón tropezarás jamás, si no los llevas dentro de tu alma, si no es tu alma, quien los pone frente a ti. Desea con fervor que el viaje sea largo, que sean numerosas las madrugadas de verano que, lleno de placer y deleite, lances el ancla en puertos que tus ojos nunca vieron. Te detendrás también en los populosos mercados fenicios, y harás buena provisión de la mejor mercancía: coral y madreperla; ébano y ámbar y voluptuosos perfumes de todas clases en abundantes cantidades. Entrarás en muchas ciudades del Nilo, y allí aprenderás de los q

El fatalismo griego

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El emperador Juliano en el ágora. Edward Armitage (1875) Juliano ve el desprecio "Observad ahora, el desprecio hacia los dioses que existe entre nosotros", dijo solemnemente. Desprecio. Pero qué esperaba. Organizó la religión a su antojo, escribió sobre el gran sacerdote de la Galia como quiso, y sobre otros correligionarios suyos incitándoles, dándoles instrucciones. Sus amigos no eran cristianos; tenía la certeza. Pero aún y así ellos no podían actuar como él lo hizo (criado y educado como cristiano) en un nuevo sistema religioso absurdo, tanto en su teoría como en su aplicación. Ellos eran, después de todo, griegos. Nada relevante, Augusto. Constantine Petrou Cavafy Edición de George Savidis. Princeton University Press.1992 Trad. al inglés: Edmund Keele/Philip Sherrad Trad.: Juan M. Pueyo

Juliano navega en aguas procelosas

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Juliano en Nicomedia Cosas impolíticas y peligrosas. Loas al ideal griego, magia sobrenatural, visitas a templos paganos, entusiasmo por los antiguos dioses, charlas frecuentes con Chrysanthios, especulaciones con Máximo, el astuto filósofo. Y mira lo que sucedió: Galo se halla extremadamente preocupado, Constancio se está volviendo cada vez más suspicaz, Los consejeros de Juliano no fueron prudentes. El asunto, dice Mardonio, ha ido demasiado lejos, las conversaciones suscitadas deben terminarse a toda costa. Así que Juliano fue a la iglesia de Nicomedia como lector de nuevo, y allí con profunda reverencia leyó los densos pasajes de las santas escrituras, y cada una de las maravillas de su piedad cristiana. Constantine Petrou Cavafy Edición de George Savidis. Princenton University Press. 1992 Trad. del griego al inglés: Edmund Keele/Philip Sherrad Trad. del inglés: Juan M. Pueyo

Pese a todo, Feliz Año Nuevo

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Estatua del emperador Juliano Juliano y los misterios                  (1896) Cuando en los tenebrosos, tremendos abismos de la tierra se vio inmerso escoltado por sus griegos, y contempló salir ante él  la inmaterial Aparición, por un instante el joven tuvo miedo; entonces resucitó algo en él de sus años de creyente, e hízose la señal de la cruz. Luego la Aparición se desvaneció, sus signos se perdieron, las luces se apagaron. A los griegos miró receloso el joven, y les dijo: "Habéis visto qué prodigio, queridísimos amigos. Tengo miedo. Estoy aterrorizado. Quiero irme. Veis cómo han desaparecido de súbito esos demonios, cuando hice el signo sagrado al santiguarme.". Rieron entonces los griegos a carcajadas: "Avergüénzate de decir tal cosa a nosotros, sofistas y filósofos. Cuéntaselo al obispo de Nicomedia, y a cuantos sacerdotes quieras. Los grandes dioses de la ilustre Hélade han comparecido, y se han levantado ante ti. Y si ahora se ha