Y el aro pendiente en la oreja





Arde el mar


Oh ser un capitán de quince años,
viejo lobo marino, las velas desplegadas,
las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas,
las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo,
las huelgas de los cargadores, las grúas paradas ante el
               cielo de zinc,
los tiroteos nocturnos en la dársena, fogonazos, un cuerpo
               en las aguas con sordo estampido,
el humo en los cafetines,
Dick Tracy, los cristales empañados, la música zíngara,
los relatos de pulpos, serpientes y ballenas,
de oro enterrado y de filibusteros.
Un mascarón de proa, el viejo dios Neptuno.
Una dama en las Antillas ríe, y agita el abanico de nácar
                bajo los cocotero.



Pere Gimferrer (Barcelona, 1945)

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