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Mostrando entradas de agosto, 2011

La poesía en manos del gran narrador

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Filadelfia Si hoy por la mañana has venido a Filadelfia, no conviene que mi historia te sirva de guía, poco queda ya de aquella ciudad sobre la que escribo, y además las gentes de quienes hablo han muerto todas. Si nombro a Talleyrand, a muy pocos es dirá algo este nombre, ni los logros de su astucia y destreza diplomática tendrán eco alguno; ni hay cochero del muelle que recuerde al conde Zinnendorf, ni por supuesto tampoco la iglesia que en Filadelfia él mandó erigir. Se fue, se fue, se fue...con la perdida Atlántida. Y mirad que ya os lo aviso. No me digáis que no. Allí se mostró a todo el mundo en el año 1793; pero hoy por la mañana en Filadelfia ya no le podréis ver. Si hoy por la mañana llegaste a Filadelfia, nada de lo que digo te servirá de guía. Ya hace años que aquellas diligencias del Sur, que eran de Bob Bicknell, han sido retiradas; en su lugar El Límite te conducirá allí. Y en el número 118 de North Second Street ya no te encontrarás a Toby Hirte,

Las pequeñas cosas de Shakespeare

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Soneto XXIX Cuando infortunado a los ojos de los hombres deploro en solitario mi triste suerte, y turbo con mi llanto inútil a un cielo que no me escucha, me enervo maldiciendo mi destino. Con el deseo de ser igual en esperanzas al rico, a tener un rostro como el suyo, o poseer el talento de este o el campo de acción de aquel, no me siento más feliz que con mis pequeños placeres. En medio de estas ideas cuando casi me desprecio, se me ocurre pensar felizmente en ti, y enseguida mi ánimo, como la alondra al despertar el día, entona himnos a las puertas del Cielo. Y es entonces, cuando el recuerdo de tu dulce amor me brinda tales riquezas, que desdeño trocar mi estado por el que poseen los reyes. William Shakespeare (1564-1616) Trad. Luis Astrana Marín 

El destino de un poeta

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Pensamientos para borrar de mi destino Lee y lee el futuro poeta. Tal vez en esta misma antología. Revisando todo esto durante diez años, nuestro poeta ha podido crecer, madurar. Aunque lee y lee, no entiende nada, se siente marginado incluso en su propia tierra. Lee más, como si hallase un sentido entre sus lineas, que apenas consigue adivinar. Para su demonio particular sus fuerzas están como los bomberos para los marinos. Lee, pero no entiende nada, Hasta que encuentra algo que si entiende, en algún fragmento biográfico hay escrito: "Pereció por su propia mano". Malcolm Lowry (1909-1957)

Un poeta entrevistado hoy domingo en La Vanguardia

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(De la entrevista en el magazine del domingo 21-08-11 de La Vanguardia)   ... ¿Cómo es el lector de poesía? Personas que tienen la necesidad de ser creadores, de leer poesía, y de escribir. Se autodescriben como una inmensa minoría y hacen un esfuerzo, porque leer poesía implica ganas, voluntad y devoción. Es parte de esa minoría la que me obliga a demostrar mi dedicación, y la que me sorprende con su devoción cuando acude a mis recitales.... Niño perdido Me arrancaron del sol blanco, y me trajeron al sol negro, y me  hicieron dormir entre hileras de abrigos. Yo era un niño de ciudad perdido en el campo: una herida en la mano era todo lo que sabía de los sauces. ¿Puedes entender?. ¿Oyes el ancho bramar del viento contra el flanco de la vaca, y los grillos que corren por mis  mangas, los grillos llenos de noche como pequeños soles negros?. Inténtalo, yo también lo haré. Sólo este grito guarda mi corazón. Sólo este lamento. Me arrancaron del s

Kipling inmortal

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Un conjuro Lo que buenamente quepa en cada una de tus manos, cógelo de la tierra inglesa. Y en el mismo acto musita un rezo por quienes yacen debajo para siempre. No por la gente ilustre o bien hablada, sino por esa multitud de gente sencilla cuya vida, lo mismo que su muerte, nunca ha sido narrada o lamentada. Pon sobre tu corazón esos puñados de tierra: disiparan tu desazón. Verás cómo se sacian y mitigan tu alma agitada y tu mente enfebrecida, y qué calma soberana se apodera de tu abrumada mano, de tu cerebro atosigado. Verás cómo se alivia tu lucha desigual contra la infinita desventura de la vida, hasta que al fin compruebes absolutamente confortado, cuál es la gracia que a los cielos mueve. Coge entre las flores de Inglaterra, aquellas clavellinas que tienen su eclosión en primavera, y la rosa silvestre que esponja el corazón en el estío, y el alhelí amarillo en el confín postrero del otoño, y después el estallido de la hiedra que bien carga

Tan sólo un verso o dos pueden validar (o inmortalizar) a un autor

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Un poema para mi hija se lo doy con la cuchara: papilla de pollo con fideos ciruelitas y un postre infantil. se lo doy con la cuchara y por el amor de Dios no le eches la culpa a la niña no le eches la culpa al gobierno no le eches la culpa a los jefes ni a las clases trabajadoras... méteselo en esa boquita como cera fundida. llama un amigo: -¿qué vas a hacer ahora, Hank? -¿qué demonios quieres decir con qué voy a   hacer? -me refiero a que ahora tienes una responsabilidad, tienes   que educar bien a esa cría. en vez de eso le doy de comer se lo introduzco con la cuchara ojala se haga con un sitio en Beverly Hills sin la menor necesidad de cobrar el paro en toda su vida y nunca tenga que venderse al mejor postor. y que nunca se enamore de un soldado o un asesino de cualquier clase. y ojala aprecie a Beethoven y Jelly Roll Morton y los vestidos bonitos. tiene una auténtica oportunidad: antes estaba el Fondo Teórico, y ahora está la Gran Socied

Otro poema temprano de un Poe cósmico

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Al- Aaraaf     (fragmento)             Oh, misteriosa estrella,             tú fuiste mi sueño             en una profunda noche de verano.             Tu  serás el motivo de mi poema.             Junto a este límpido arroyo,             de ti quiero escribir;             Entretanto desde tu lejanía             báñame en luz. Tu mundo no posee la escoria del nuestro, sino toda la belleza, todas las flores deseadas por nuestro amor, o que embellecen nuestros cenadores en alucinantes jardines, donde yacen todo el día doncellas soñadoras, mientras los plateados vientos de Circasia desfallecen en lechos violáceos. Poco... ¡oh!, muy poco en ti convive igual a lo que vemos aquí en nuestra Tierra; la belleza de los ojos es la más azul, la más falsaria y la más traicionera; en el aire más cautivador permanece el más triste y solemne sonido musical; si en ti viven destrozados corazones, tan en paz se va la alegría, que su eco sigue escuchándose como e