Cementerio marino V. Punto final


Se refiere a la paradoja de Zenón sobre el movimiento y el infinito, cuando utilizó la metáfora de Aquiles y la tortuga para explicarla, y a la que alude la primera estrofa.


     Cementerio marino
          (últimas estrofas)



                       XXI

Zenón...cruel Zenón...Zenón de Elea.
Me ha traspasado tu flecha alada,
que vibra volando, y que no vuela nunca,
su sonido me enerva, y la flecha me mata.
Ah, el sol... cuya sombra de tortuga
para el alma, Aquiles inmóvil a gran paso.


                       XXII

No, no...en pie. En la era sucesiva
rompa mi cuerpo esta forma de pensamiento.
Beba mi seno el nacimiento del viento.
Un frescor por el mar exhalado
llega a mi alma...Oh, poder salitroso,
aprestémonos hacia la onda en la gozosa resurrección.


                       XXIII

Si, gran mar provisor de delirios,
piel de pantera y clámide turbulenta
de miles y miles de ídolos del sol;
hidra absoluta, ebria de carne azul,
que te mordisqueas la centelleante cola
en medio de un tumulto parecido al silencio.


                       XXIV

El viento se eleva..., es preciso intentar vivir.
El aire inmenso abre y cierra mi libro.
La ola en polvo osa tumbar a las rocas.
Volad, páginas desconcertadas.
Romped, olas..., romped, aguas dichosas,
este tejado tranquilo donde picotean las focas.

                      Fin

Paul Valery (Sète, 1871-1945)
Trad. Juan M. Pueyo
NOTA: He traducido este poema completo para tenerlo más a mano, y por supuesto, para compartirlo con vosotros. Siempre, siempre he vuelto a él; y sigo, y estoy seguro que seguiré volviendo siempre a beber en su fresca y sabia inteligencia. Me gusta una barbaridad. Se nota, ¿no?. Disculpad los errores de la traducción.

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