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Mostrando entradas de febrero, 2011

Eterna Penélope

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Parca aldea Junto al fuego se habló mucho de ti, tras atender los rezos vespertinos en estas casas grises donde el tiempo frío trae y se lleva rostros de hombres. Dio luego la charla en otros; y fueron  sus riquezas, bodas, muertes, nacimientos, el triste rito de la vida. Algún forastero que llegó hasta aquí, y se fue. Y yo, vieja mujer en esta vieja casa, voy cosiendo el pasado con el presente, tejo tu infancia con la infancia de tu hijo, que atraviesa la plaza junto a las golondrinas . Mario Luzi  (1914-2005) Vida fiel a la vida (Galaxia Gutenberg, 2009) Traducción de Jesús Díaz Armas

¿Deben tomarse en serio los mitos?

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El Encubierto* Qué símbolo fecundo trae la aurora ansiosa en la cruz muerta del mundo: la Vida, que es la Rosa. Qué símbolo divino trae el día pasado en la cruz, que es el destino: la Rosa, que es el Cristo. Qué símbolo final muestra el sol ya despierto en la cruz muerta y fatal: la Rosa del Encubierto. Fernando de Pessoa (1888-1935) Trad. José Antonio Llardent * Se refiere al rey Sebastian I de Portugal, nieto de Carlos V y muerto y desaparecido en 1578 durante la batalla de Alquezarquivir (Marruecos), lo que originó la leyenda mítica del sebastianismo en Portugal: el lider que retornará para sacarle de sus penurias. Parece ser que todo comenzó cuando un grupo de soldados supervivientes de la batalla, llegaron hasta Alcora buscando refugio, y para conseguir que les abriesen las puertas de la ciudad, dijeron que el rey Sebastian iba con ellos.

Inteligente pureza

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Invierno de los árboles Todos los detalles de la vestimenta y la desnudez están completados. Una luna líquida se perfila elegante entre las largas ramas. Han preparado sus brotes frente al seguro invierno, que los sabios árboles soportaran durmiendo en el frío. William Carlos Williams (1883-1963) Trad. Juan M. Pueyo

El poema preciso...¿es una sonrisa de la fortuna?

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Ensueño Para fugarnos de la tierra, un libro es el mejor bajel; y se viaja mejor en el poema que en el más brioso y rápido corcel. Y aun el más pobre puede hacerlo, pues nada debe pagar por ello: el alma en el viaje de su sueño se nutre sólo de silencio y de paz. Emily Dickinson (1830-1886) Versión de Carlos López Narváez

El quejío que no cesa

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Amigos que por siempre nos dejaron... Amigos que por siempre  nos dejaron. Caros amigos, irremplazablemente idos, ya fuera del Tiempo y  fuera del Espacio. Para el alma alimentada de pesar; para el tránsido corazón, acaso. Edgar Allan Poe (1809-1849)

Leopardi: un poeta inolvidable

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El infinito        Canto XII Amé siempre esta colina, y el cerco que me impide ver más allá del horizonte. Mirando a lo lejos los espacios ilimitados, los sobrehumanos silencios y su profunda quietud, me encuentro con mis pensamientos, y mi corazón no se asusta. Escucho los silbidos del viento sobre los campos, y en medio del infinito silencio tanteo mi voz: me subyuga lo eterno, las estaciones muertas, la realidad presente y todos sus sonidos. Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento, y naufrago dulcemente en este mar. Giacomo Leopardi (1798-1837) Versión de Carlos  López  

Sumamente elocuente la poesía del gran Luis Cernuda

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Un español habla de su tierra Las playas parameras al rubio sol durmiendo; los oteros y las vegas en paz, a solas y a lo lejos. Los castillos, ermitas, cortijos y conventos, la vida con la Historia tan dulce al recuerdo. Ellos los vencedores Caínes sempiternos de todo me arrancaron. Me dejan el destierro. Una mano divina tu tierra alzó en mi cuerpo, y allí la voz dispuso, que hablase tu silencio. Contigo solo estaba, en ti sola creyendo; pensar tu nombre ahora, envenena mis sueños. Amargos son los días de la vida, viviendo sólo una larga espera a fuerza de recuerdos. Un día tú ya libre de la mentira de ellos me buscarás. Entonces... qué te va a decir un muerto. Luis Cernuda (1902-1963)

Elogio al afán descubridor renacentista

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Paisaje y la caída de Ícaro, de Brueghel el Viejo, 1555 Boceto para La caída de Ícaro Islitas relucientes en el mar, fragatas de incierta procedencia. Las islas atesoran gran cultura así, entre las diecinueve y las veinte horas; o sea, al anochecer; más no, aún no es tan tarde, pues hay un campesino, uno de esos hombres laboriosos deslomándose para reunir unas monedas, que trabaja todavía en su campo como un héroe agrícola: juega su juego, gana su buen dinero a esa tierra, que es pardo negruzca. Un ser alado a punto está de confiarse al aire, más tarde lo veremos agitarse en el éter.. De maravillosa picardía la mirada de la luna, y uno se sienta admirado sobre el templo de la naturaleza encima de una piedra, limitándose a contemplar un pajarillo canoro volador, enamorado de sus trinos, mientras sus ovejas, abandonadas a si mismas, pacen tranquilas en el pálido poniente adornado de tonos rojizos. ¡Ay, dolor!. Una mano gesticula, en mudo grito de ayuda de

Nacemos solos y morimos solos

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Isla del archipiélago Santorini en el Egeo A veces pienso A veces pienso que mi alma fuera como una isla, rodeada durante muchos años de un espejo inconmovible igual a aquel del prodigioso viaje; isla ufana de sus palmeras, de sus cíclopes, de sus flores; llena de vida y de interior isleño con diminutas villas, con sus mercados, con sendas por las que tal vez corre a la aurora un cochecillo traqueteante, pero olvidada, ensimismada en sueños como suaves neblinas, quizás sin conocer al ceñidor azul que la circunda, ese metal que, bella piedra, acerado la ajusta; su razón de existir, lo que le da su ser, su forma de tierno reloj vivo, o de tortuga: isla. Dámaso Alonso (1898-1990) Extraído del poemario " Hijos de la Ira"

El poeta que canta al amor

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Yo no puedo darte más Yo no puedo darte más. No soy más de lo que soy. Cómo quisiera ser arena, sol en estío. Que te tendieses descansada a descansar. Que me dejaras tu cuerpo al marcharte, huella tierna, tibia, inolvidable. Y que contigo se fuese sobre ti mi beso lento: color desde la nuca al talón, moreno. Ser la materia que te gusta, que tocas todos los días, y que ves ya sin mirar a tu alrededor, las cosas -collar, frasco, seda antigua- que cuando echas de menos preguntas: "Huy, ¿dónde está?" Y cómo quisiera ser una alegría entre todas, una sola, la alegría con que te alegraras tú. Un amor, tan sólo un amor: el amor del que te enamorases tú. Pero no soy más de lo que soy. Pedro Salinas (1891-1951)

Walser y Van Gogh, espíritus incompatibles

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Sala Hospital de Arlés. Vincent Van Gogh Van Gogh El pobre hombre no logra hechizarme. Ante su tosca paleta se dispersa en mi toda perspectiva amable de vida. ¡Con qué frialdad pintó su obra vital!. Pintaba, opino, demasiado bien. Si alguien desea sentirse importante en la exposición, le aterrorizará pincel tan brioso. Atroces son esos sembrados, campos, árboles que le arrebatan a uno el reposo nocturno como sueños groseros. No obstante respeto los vehementes esfuerzos artísticos, por ejemplo ante un cuadro donde se ven locos en el manicomio. Calor del sol, aire, tierra, viento los reproducía de maravilla. Pero uno baja pronto los párpados ante tamaña fuerza autotorturadora en tal obra en parte satisfactoria. Uno empieza a horrorizarse, si la belleza del arte se reduce a exhibir desconsideradamente su deber, querer y poder ante las almas que lo contemplan. Al ver un cuadro suyo, anhelo ser acariciado por un hada bondadosa. Nada, nada. Adios. Robert W

El cuerpo es para el placer, la mente para la felicidad

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Un renunciante muy peculiar Vacana de los galgos Nueve galgos sueltos persiguen a una liebre. Los deseos del cuerpo gritan: ¡Soltad, soltad!. ¡Soltad, soltad!, gritan los deseos de la mente. ¿Llegará hasta ti mi corazón, oh Señor de los ríos encontrados, antes que los galgos del deseo la alcancen y la atrapen? Basavanna (Siglo XII)

La dimensión de la renuncia

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Sadhu y s u "templo", acampado en Allahabad para el Khumba Mela. El cuenco y el espejo El cuenco no es de un material distinto al del espejo. El cuenco y el espejo son del mismo metal. Devolviendo luz, uno se convierte en espejo. Consciente, uno es de la Divinidad. Inconsciente, uno es un simple humano. Venera a la Divinidad, sin olvidarte del Señor de los ríos encontrados. Basavanna (Siglo XII)                    

Reflexión guilleniana sobre la Historia

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Gatos de Roma Los gatos, no vagabundos pero sin dueño al sol adormecidos en calles sin aceras, o esperando una mano dadivosa tal vez por entre ruinas. Los gatos, inmortales de modo tan humilde retan al tiempo, duran atravesando las vicisitudes sin saber de la Historia que levanta edificios, o los deja abismarse entre pedazos bellos aún, ahora apoyos nobles de esas figuras: libres. Mirada fija de unos ojos verdes en soledad, en ocio y luz remota. Entrecerrados los ojos, rubia la pelambre y calma iluminada. Erguido junto a un mármol superviviente resto de columna, alguien feliz y pulcro se atusa con la pata relamida. Gatos. Frente a la Historia sensibles, serios, solos, inocentes. Jorge Guillen (1893-1984)

Pequeña perla, Don Dámaso...

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Gota pequeña, mi dolor... Gota pequeña, mi dolor. La tiré al mar.                           Al hondo mar. Luego me dije: ¡A tu sabor ya puedes navegar! Más me perdió la poca fe...                           La poca fe de mi cantar. Entre onda y cielo naufragué, y era un dolor inmenso el mar. Dámaso Alonso (1898-1990)

Los días mueren, algunos reyes abdican...

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Abdicación Tómame, oh noche eterna, en tus brazos, y llámame hijo. Yo soy un rey, que voluntariamente abandoné mi trono de ensueños y cansancios. Mi espada pesada en brazos flojos a manos viriles y calmas entregué; y mi cetro y corona rotos los dejé en la antecámara. Mi cota de malla tan inutil, mis espuelas de tan vacuo tintineo, quedaron en la fría escalinata. Me desvestí de la realeza en cuerpo y alma, y regresé a la noche antigua y serena, como el paisaje al morir el día. Fernando de Pessoa (1888-1935)