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Mostrando entradas de octubre, 2010

El ego supremo y la ciencia

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El Yo adorable  (Anti-Pascal) Era un terrible incrédulo. No creía absolutamente en nada salvo en su propio Yo, y en las formas construidas por la mano del hombre. Filosofaba en la madrugada, bien despierto a la luz del intelecto. Sus negaciones adquirían fuerza de inconmovible pesadumbre: dogmas; dogmas propios de incrédulo infalible. Creía en la escritura, en sus palabras de madrugada frente a frente con el Ídolo, con su Soledad, con su Dios, su Yo, Yo, Yo. Paul Valery (1871-1915)

El Guillén fisgón y poético a propósito de la infamia de Sánchez Dragó con sus zorritas japonesas

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Susana y los viejos Furtivos, silenciosos, tensos, avizorantes, se deslizan, escrutan; y apartando la rama alargan sus miradas hasta el lugar del drama: el choque de un desnudo con los sueños de antes. A solas y soñando, ya han sido los amantes posibles inminentes en visión de la dama. Tal desnudez real ahora los inflama, que los viejos se asoman, tímidos estudiantes. ¿Son viejos? Eso cuentan. Es cómputo oficial. En su carne se sienten, se afirman juveniles, porque lo son. Susana surge ante su deseo, que conserva un impulso cándido de caudal. Otoños hay con cimas y ráfagas de abriles. -Ah, Susana. -¡Qué horror! -Perdóname. ¡Te veo! Jorge Guillen (1893-1984)

Una vida corta y un gran legado

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La muerte de Lérmontov A los veintisiete años Un orgulloso húsar de la Guardia de Su Majestad Imperial Puede cometer la estupidez más solemne Por un quítame allá esas pajas, y morir por ello. También puede proclamar su lealtad a Pushkin, Ante el conflicto que padece la gloria nacional. Puede aceptar por ello el destierro con gallardía,              Entrar en el paisaje y el alma rusa a su antojo,                            Y templarlos hasta el infinito con su bellísima escritura, Para ser un héroe de nuestro tiempo  Ahora, En este siglo veintiuno, Como lo fue en el anterior y el de más allá.                                                                           Como lo será en el venidero. Y así el húsar venció a la Muerte. Juan M. Pueyo (Esplús, 1953)

Un angel tocado por el malditismo

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Hay restos de mi figura y ladra un perro Hay restos de mi figura y ladra un perro. Me estremece el espejo: la persona, la máscara es ya máscara de nada. Como un yelmo en la noche antigua, como una armadura sin nadie. Así es mi yo, un andrajo al que viste un nombre. Dime ahora, payo, al que llaman España, si ha valido la pena destruirme, bañando con tu inmundo esperma mi figura. Tus ángeles orinan sobre mí. San Pedro y San Rafael en una esquina comentan, mientras avanzo borracho sobre esa piedra, payo, que llaman España. Leopoldo Maria Panero (Madrid, 1948)

Una pequeña parte de la gran novela norteamericana de Mr. Lou Reed

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Mi amigo Jorge Leí en el periódico algo acerca de un hombre muerto con una espada, y eso me hizo pensar en mi amigo Jorge. La gente decía que el hombre era de unos cinco pies seis libras, como Jorge con su bastón de matar. Hey, hermano, qué es lo que se decía acerca de mi amigo Jorge... (estribillo) Yo conocía a Jorge desde los ochos años, y siempre pensé, que fue alguien grande; y cualquier cosa que Jorge hiciese, yo podía hacerla también. Jorge amaba la música, y le gustaba la bronca. Trabajaba cada noche en un gimnasio del centro de la ciudad; cuando terminaba su trabajo, nos poníamos cachondos, y me la empinaba. Después separábamos nuestros labios. Era sólo pura diversión. La siguiente cosa que oí de Jorge, es que tenía ese bastón, y que lo estaba usando, para algo más que dar golpes. Luego lo vi tirado en el bar de Smalley. Estaba con los cables cruzados. Traté de calmarlo. Me vengo de ti mismo, me dijo. Me vengo de ti mismo por humanidad. Me vengo de

Mr. Cohen, la voz judía herida

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Leonard Cohen Goebbels abandona su novela y se afilia al partido Su último poema de amor              se rompió en la bahía, donde rubios personajes blasfemaban, cargando chatarra              en oxidados submarinos. Al sol se sintió sorprendido              al notarse tan carente de deseos como una rueda. Más simple que el dinero se sentó sobre un poco de sal derramada, y se preguntó si volvería a encontrar alguna vez las cicatrices de las farolas úlceras de verja de hierro forjado. Recordaba perfectamente cómo dispuso               el ataque cardíaco de su padre, y cómo dejó a su madre en un pozo con la memoria en blanco por la pérdida de culpabilidad. Precisión bajo el sol: los elevadores               las piezas de hierro dispersaron a cualquiera de vosotros, cuyo dolor hubiera dejado igual que un silbato, que dispersa a un equipo de hombres sudorosos. Preparado para unirse al mundo; sí, sí, dispuesto a casarse, convencido que el dolor es cuest

Tagore, la sofisticación bengalí

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Escuela de Santinikethan, creada por Tagore El último trato Una mañana iba yo por la pedregosa carretera,   cuando espada en mano llegó el Rey en su carroza.   "¡Me vendo!", grité. El Rey me cogió de la mano y me dijo:   "Soy poderoso, puedo comprarte." Pero de nada le valió su poderío,   y se volvió sin mí en su carroza. Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía,   y yo vagaba por el callejón retorcido  , cuando un viejo cargado con un saco de oro salió a mi encuentro.   Dudó un momento, y me dijo: "Soy rico, puedo comprarte."    Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda, y me fui. Anochecía, y el seto del jardín estaba todo en flor.   Una muchacha gentil apareció delante de mí, y me dijo:   "Te compro con mi sonrisa." Pero su sonrisa palideció,   y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra. El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente.   Un niño est

Isabel Campo, la fuerza del color

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            Textura Textura suave de cálido pecho, selva impenetrable del cerebro, recoveco íntimo                         aletargante. El sol ardiendo idea con idea tejiendo, un cuerpo único blandiendo la suave música de un sí eterno; tejiendo un sutil contacto preconizado al brusco encuentro del nacimiento, hallando textura suave en el movimiento de la energía del pensamiento.                                Isabel Campo Palacio (Barbastro)

Miguel Hernandez, el poeta de la República

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Miguel Hernandez en el frente Nanas de la cebolla (fragmento)  Desperté de ser niño:                                    nunca despiertes.                                    Triste llevo la boca:                                    ríete siempre.                                    Siempre en la cuna                                    defendiendo la risa                                    pluma por pluma.                                    Al octavo mes ríes                                    con cinco azahares.                                    Con cinco diminutas                                    ferocidades.                                    Con cinco dientes                                    como cinco jazmines                                    adolescentes.                                    Frontera de los besos                                    serán mañana,                                    cuando en la dentadura                                    sientas u

La amistad de Góngora y Juan de Tassis, Conde de Villamediana

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La muerte del Conde de Villamediana, de Manuel Castellano - Mentidero de Madrid, decidnos: Quién mató al Conde, no se sabe ni donde se esconde, sin discurso discurrid. -Dicen que le mató el Cid por ser el Conde lozano. ¡Disparate chabacano!. La verdad del caso ha sido que el matador fue Bellido y el impulsor soberano.                              Luís de Góngora El Conde de Villamediana fue asesinado a causa de un virote lanzado a su corazón por un ballestero real, sicario enviado por Felipe IV. Los celos consumían al putanero más grande que ciñó jamás un trono en la testa. Por los mentideros de Madrid (nótese la similitud con la telebasura rosa de hoy día) se rumoreaba insistentemente, con que tenía relaciones con la Reina Isabel de Borbón; y la evidencia para el celoso y ofendido de la supuesta traición la refleja muy bien una jugosa anécdota sobre la escena, y fue además, lo que colmó de manera definitiva la paciencia del Real ánimo. Estaba un día la Reina asomada en

Gamoneda, merecido Premio Cervantes

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Estar en ti Yo no entro en tí, para que te pierdas bajo la fuerza de mi amor. Yo no entro en tí, para perderme en tu existencia ni en la mía. Yo te amo, y actúo en tu corazón, para vivir con tu naturaleza, para lograr que te extiendas en mi vida. Ni tu ni yo. Ni tu ni yo. Ni tus cabellos esparcidos, aunque los ame tanto. Sólo esta oscura compañía. Ahora siento la libertad. Esparce tus cabellos. Esparce tus cabellos.                        Antonio Gamoneda (Oviedo 1931)

¿Por qué debió titular Espriu este poema en inglés?

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Busto de Espriu, de Manuel Cusachs I beg your pardon Cuando el centro del mundo no eres exactamente tú (por más ilusiones que te hagas), si te despertasen en mitad de la noche, no quieras preguntarte por qué vives: distráete, mordiendo la uña de un dedo. Cuando el centro del mundo queda tan lejos de ti, honestamente empiezas a comprender que no eres nadie. Detente un momento, y arréales a las primeras narices un puñetazo. Problemas cada vez más esquivos vienen a turbar tu dulce sueño. Ya sólo te faltaba según qué días descubrir que no eres el centro del mundo. Vecino de Badalona o de Istambul, tanto si eres activo, como si eres un gandul, en este nuestro mundo sin mañana es más difícil que ganes tu pan. No te daré el más mínimo consuelo: un día cualquiera te volaran. Mientras tanto evita algunos trastornos abrochándote bien los pantalones.                                Salvador Espriu (1913-1985) Trad. José Batlló

Jorge Guillen, la más fiel tradición góngorina

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            Vuelta a empezar Está lloviendo aún de los llovidos Castaños, y la gota de la hierba Compone un globo terso, que conserva La oculta libertad de los olvidos. Pájaros impacientes en los nidos Se aventuran por esa fronda aún sierva Del agua celestial. Ay...sigue acerba La tarde en los balcones prometidos. Tanto gris se demora en una pausa, Donde el mundo coincide con el tedio, Resignado a esperar que todo pase. ¡No! Del propio vacío mientras causa Mi desazón, resurge el fiel asedio: Al encanto inmortal la nueva frase.                              Jorge Guillen (1893-1984) Para mi gusto el mejor soneto escrito en el idioma español, de todos que he alcanzado a leer hasta ahora.

Cementerio marino I

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             Cementerio marino                                                          I Este tejado tranquilo adonde van las palomas; entre los pinos palpita el Mediodía, entre las tumbas, justo allí vestido de fuego. El mar, el mar, siempre volviendo a empezar... o la recompensa después de un pensamiento: una larga mirada sobre la calma de los dioses.                               II Qué puro trabajo de fino resplandor consume tantos diamantes en la imperceptible espuma, y qué paz parece concebirse, cuando sobre el abismo el sol reposa. Obras puras de una causa eterna: el Tiempo centellea, y el Sueño es saber.                              III Estable tesoro, simple templo a Minerva. Masa de calma y visible reserva, agua parpadeante, ojo que guardas en ti tanto sueño bajo un velo de llamas. Oh mi silencio...edificio en el alma, pero coronado de oro las mil tejas, Tejado.                             IV Templo del Tiempo que un suspiro cifra; a ese pun

Yeats: Canto al amor verdadero...y huido

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Cuando estés vieja y gris y somnolienta Cuando estés vieja y gris y somnolienta y cabeceando ante la chimenea, toma este libro. Léelo lentamente, y sueña con la suave mirada y las sombras profundas, que antes tenían tus ojos. Cuántos amaron tus momentos de alegre gracia, y con falso amor o de verdad cantaron tu belleza; pero sólo un hombre te amó por tu alma peregrina, y amó los sufrimientos de tu anhelante cara. E inclinada ante las refulgentes brasas murmura un poco triste, cómo escapó el amor, y anduvo por la cima de altas montañas, y entre un montón de estrellas ocultó su rostro.                              William Butler Yeats (1865-1939) Trad. Nicolas Suescún

Ruben Dario: el eterno reproche al vecino del Norte

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Presidente USA Theodore Roosevelt        A Roosevelt (Fragmento) Es con voz de la Biblia o verso de Whitman, como habría que llegar hasta tí, Cazador. Primitivo y moderno; sencillo y complicado, con algo de Washington y cuatro de Nemrod. Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua, que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo, y habla en español. Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza; eres culto y hábil, te opones a Tolstoy. Y domando caballos o asesinando tigres eres un Alejandro-Nabucodonosor. Eres un profesor de Energía, como dicen los locos de hoy. Crees que la vida es incendio, y el progreso erupción, y que adonde pones la bala, el porvenir pones. No.                                      RUBEN DARIO (1867-1916)

Huidobro, el fino aristócrata chileno

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                             Arte poética Que el verso sea  como una llave, que abra mil puertas. Una hoja cae, algo pasa volando, cuanto miren los ojos creado sea, y el alma del oyente quede temblando. Inventa nuevos mundos, y cuida la palabra, el adjetivo cuando no da vida, mata. Estamos en el mundo del verso. El músculo cuelga como recuerdo en los museos, mas no por eso tenemos menos fuerza: el vigor verdadero reside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa, oh poetas. ¡Hacedla florecer en el poema! Sólo para vosotros viven todas las cosas bajo el sol. El poeta es un pequeño dios.                                Vicente Huidobro (1893-1948)

Miquel Martí i Pol: un intenso aroma mediterráneo

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El poeta Martí i Pol Descubristeis que en un sólo instante Descubristeis que en un sólo instante, puede amarse como en toda una vida. Descubristeis el gozo como una isla desconocida, que puede aparecer ante la proa de la nave, que os lleva una mañana ignorada por una ruta antiquísima. Lanzaos ardientemente entonces a la locura de amaros, ahora que vuestro cuerpo es ágil, y haced trizas el ánfora, que conservaba el viejo perfume, para aspirar de un único golpe toda su intensidad dominadora, y quién sabe, si morir después de la prueba.                 Miquel Martí i Pol (1929-2003) Del libro "Palabras al viento" Trad. Adolfo García Ortega

T.S. Eliot, el estadounidense más inglés

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                         Muerte por agua Flebos el Fenicio, que murió hace quince días, olvidó el chillido de las gaviotas y el hondo mar henchido y las ganancias y las pérdidas.                           Una corriente submarina recogió sus huesos susurrando. Cayendo y levantándose, remontó hasta los días de su juventud, y entró en el remolino.                            Pagano o judío, oh tú, que giras el timón, y miras a barlovento, piensa en Flebos, que otrora fue bello y tan alto como tú.                                    Thomas S. Eliot (1888-1965) Trad. de Agustí Bartra

W. Whitman, o el canto al esplendor de la naturaleza

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La tumba del poeta Una hoja de hierba (Fragmento) Creo que una hoja de hierba, no es más que un día de trabajo de las estrellas. Creo que una hormiga es perfecta, y un grano de arena y el huevo de un régulo son igualmente perfectos; y que una rana es una obra maestra digna de los elegidos, y que una zarzamora podría adornar los salones del paraíso; y que la más mínima articulación de mi mismo avergüenza a las máquinas, y que la vaca que pasta con la cabeza gacha, supera a todas las estatuas, y que un ratón es milagro suficiente, para hacer dudar a seis trillones de infieles.                                      Walt Whitman (1819-1892) Versión de León Felipe » Los que lo llevaban trataron de hacer entrar el féretro en el mausoleo, pero la puerta era demasiado estrecha. Se pusieron entonces en cuatropatas, el féretro pasó sobre sus espaldas combadas, para entrar en la tumba; es así como el más grande poeta democrático, entró en su postrer recinto mientras la

El último poema del sexto Lord Byron

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Al cumplir los treinta y seis años (Fragmento) A qué vivir, correr ninguna suerte, si la juventud tu sien ya no adorna. Aquí está tu muerte. Y está bien, tras tanta palabra dicha el silencio. Allí no hay plenitud, pero hay valor. Lo que tantos han hallado, debes buscar para ti: una tumba de soldado. Y la tienes aquí. Todo cansa, todo pasa. Una mirada hacia atrás y nos vamos a casa. Allí hay paz.                                    George G. Byron (1788-1824) Versión de Enrique Alvarez Bonilla

Heine, el caústico espíritu de contradicción del XIX... y muy irónico.

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         A LA ESPERA (Fragmento) Hermano, prométeme lo que te pido: cuando yo en breve muera, lleva mis restos contigo a Francia, y en suelo francés dame tierra. La Cruz de Honor con su banda roja colócame en el pecho; entre mis manos pondrás el fusil, y también me ceñirás la espada. Así yaceré, y atento escucharé cual centinela en su tumba, hasta el día que oiga truenos de cañón, y cascos de caballos que relinchan. Por encima de mí cabalgará mi Emperador; ya puedo presentir el fragor de las espadas. Cuando eso suceda, saldré de mi tumba a pelear por mi Emperador,...mi Emperador.                       HEINRICH HEINE (1797-1856) Trad. de Berit Balzer

John Donne: Amor de un día

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CONSTANCIA DE MUJER Un día entero me has amado. Mañana al marchar, qué me dirás; tal vez adelantes la fecha de tu último voto,                  o dirás que ya no somos los mismos que antes fuimos; o que de las promesas hechas con temor reverente hacia el amor y su ira, cualquiera puede abjurar; o que tal como la muerte disuelve los matrimonios verdaderos, así los contratos de los amantes atan sólo hasta el sueño, que a imagen de la muerte, los desata; o es que para justificar tus fines al procurar falsedad y mudanza, tu no conoces otro camino para llegar a la verdad. Lunática vana, contra el subterfugio yo podría argumentar razones mil, ganando si lo hiciera.                     Pero me abstengo, porque mañana puede, que yo piense así también.                                                  JOHN DONNE (1572-1631) Versión de Purificación Ribes