La Rusia eterna


"Tblisi", cuadro pintado por el propio Lermontov.

EL ANGEL

Un ángel volaba en el cielo de medianoche
Cantando en voz baja una canción;
Y la luna y las estrellas y las nubes
Oían aquella canción sagrada.

Cantaba la felicidad de los espíritus sin pecado
En las sombras del jardín del Paraíso;
Cantaba la grandeza de Dios,
Y su voz era sincera.

En sus brazos llevaba un alma joven
Destinada al mundo de la pena y de las lágrimas;
Y el sonido de su canción permaneció
En aquella alma joven, sin palabras pero vivo.

Durante mucho tiempo ella se consumió en el mundo
Colmada de un maravilloso deseo;
Y las canciones aburridas de la tierra
No pudieron reemplazar los sonidos del Cielo.

(Este poema Lermontov lo escribió a los diecisiete años, y está dedicado a su madre, que murió cuando él tenía tres años)

LA PATRIA

Amo a mi patria con un amor extraño
Que no vencerá ningún razonamiento.

Ni la gloria con sangre conseguida
Ni la paz de arrogante confianza
Ni las viejas leyendas
Renuevan en mi pecho el entusiasmo.

Amo, y no sé por qué,
De sus estepas el frío silencio
El murmullo de los bosques inmensos
Sus ríos desbordados como mares…

Amo recorrer entre vaivenes los estrechos caminos,
Penetrando las sombras con mirada lenta;
Descubrir los fuegos vacilantes de las aldeas
Desde sus afueras, anhelando posada.

Amo el humo del rastrojo quemado,
Que forma una densa cortina;
Los carros en hilera cuando pasan la noche en la llanura,
Y los abedules de la colina que amarillean en el trigal.

Observo estupefacto, que muchos desdeñan
Las eras con el trigo desgranado;
La casa campesina con tejado de paja
Y ventanas festonadas de madera esculpida.

En las fiestas de noches cubiertas de rocío
Contemplo los bailes animados y bulliciosos
Envueltos de silbidos y alegre taconeo,
Mientras escucho las palabras de los campesinos borrachos.

                       Mikhail Y. Lermontov (1811-1841)
Trad. del ruso John Duggins

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