Kavafis: pasión griega
EL FIN DE ANTONIO
Cuando escuchó el llanto de las mujeres
Que se lamentaban por su ruina.
En su griego semibárbaro.
Alzose la fiereza del fondo de sus espíritus,
La sangre itálica de Antonio se sublevó.
A Ella le pareció todo tan lejano,
Aquello que habían amado tan ciegamente:
La vida de Alejandría abandonada para siempre.
Y al Amante le dijo: “No te lamentes, no te humilles,
Antes bien exalta al gran conquistador que has sido;
A quien tanto poder ganó, aunque ahora sucumba.
Eso no es indigno, sino sólo un romano vencido por otro romano”.
EL DIOS ABANDONA A ANTONIO
Cuando de pronto a medianoche oigas
Pasar una invisible compañía
Con admirables músicas y voces,
No lamentes la suerte de tus obras fracasadas,
Las ilusiones de una vida que llorarías en vano.
Como dispuesto desde hace tiempo. Como un valiente
Saluda, saluda a Alejandría que se desvanece.
Y sobre todo no te engañes, nunca digas
Que fue un sueño, que los odios te confundían:
A tan vana esperanza no desciendas.
Como dispuesto desde hace tiempo. Como un valiente,
Como alguien que ha sido digno de tal ciudad,
Acércate a la ventana con firmeza,
Escucha con emoción, pero nunca
Con lamentos y quejas de cobarde.
Goza por última vez de los sones
Y la música exquisita de esa tropa divina,
Y despide, despide a Alejandría, que así pierdes.
LA TREGUA DE NERON
1918
No se turbó Nerón al escuchar
el oráculo de Delfos:
"Guárdate del año setenta y tres".
¡Cuánto tiempo aún para gozar!.
Tiene treinta años. Amplio es en verdad
el periodo concedido por el dios,
para inquietarse por futuros peligros.
Ahora vuelve a Roma algo cansado,
espléndidamente fatigado, tras un viaje
cuyas jornadas fueron una continuación
de placenteros días en teatros, jardines y gimnasios;
de noches en ciudades aqueas...
y sobre todo la delicia de los cuerpos desnudos.
Así Nerón. Mientras en España Galba
secretamente dispone y adiestra a su ejército,
un anciano de setenta y tres años.
Constantine Petrou Cavafy (1863-1933)
Trad. José María Alvarez
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