NOCHES BLANCAS

A causa de mi trabajo paso muchas noches en blanco; noches aburridas, horas largas y tediosas -la peor es, para mi, de cuatro a cinco de la madrugada. Así que decido utilizar este blog para combatir el tedio, e ir anotando impresiones, sensaciones y demás.
Otra herramienta de combate es la léctura de clásicos porcedentes de una biblioteca que tengo a mano; imprescindible recordatorio de los eternos, a quienes, ¡ímbecil de mi!, prisionero cercado en la rabiosa actualidad de las novedades, tenía relegados y siempre postergados. Aunque en esa bienaventurada actividad, el silencio de la noche es muy positivo para la concentración, sin embargo atrae, como la miel a las moscas, al imperial, vicioso e invencible sueño, y debo abandonarla si quiero conservar mi puesto de trabajo; pero bueno, aunque sólo lea un capítulo, o tres, o dos páginas... como tengo tantas noches por delante. En esas circunstancias y de tal modo, ya han ido cayendo lecturas y reelecturas absolutamente deliciosas. Ahora estoy con "Anna Karenina", la cual, aunque Tolstoy dijera cuando la escribía que era una obra menor, que estaba harto de la historia, y que tenía unas ganas enormes de sacársela de delante, ahora al reelerla, me sigue asombrando lo bien construída que está, e indefectiblemente, sigo pensando que es magistral: una cumbre de la narrativa universal, de las mejores novelas de todos los tiempos, cuya mayor mayor virtud reside precisamente en la sencillez y la sobriedad de sus recursos, unido claro a la descomunal capacidad imaginativa del conde, quien creo que , a tenor de esas declaraciones suyas,en el momento de escribirla no era consciente de la calidad y magnitud de su obra. Tambien han vuelto a dejarme petrificado de placer estético "La muerte en Venecia" de Mann, "Suave es la noche" de Scott Fitzgerald, "El jardín de los Finzi-Contini" de Giorgio Bassani, "Kim" de Kipling, "On the road" de Kerouac, (que me hizo lamentar la muerte prematura de su autor y comprobar que el vitalismo y la frescura en esa obra siguen intactos), "Los hermanos Karamazov", "La romana" de Alberto Moravia,y Flaubert, Dickens, Balzac, Melville, Stendhal, Fenimore Cooper; en fín, una lista interminable. De quien todavía no he cogido ninguno es de Hemingway, ya caerá... También devoro prensa escrita como "El País", y en la digital los deportes de Google, que por supuesto son de igual modo armas potentes para el tedio.

Anoche, a la una de la madrugada vino un amigo a pedirme dinero para comprarse medicinas para el catarro (?...) que llevaba; esto puede parecer una trivialidad, pero no lo es, porque mi amigo es cocainómano con un sin fín de recaídas a sus espaldas, y llevaba un buen periodo de tiempo rehabilitado. Es decepcionante, y para un adicto abstinente como es mi caso, jodidamente frustrante, lo digo muy en serio; y se lo dejé, no el que me pedía, pero sí algo. ¿Cómo podemos llegar a ser tan débiles los humanos?, ¿qué mecanismos diabólicos hay en nuestras mentes que nos arrastran a la autodestrucción?. Siempre he sido comprensivo con la debilidad, tanto con la de los demás como con la mía, y en este caso excesivamente comprensivo para mi propio bien, y considero que puede justificarse, pero si alguien quiere salir de las drogas, debe desearlo de VERDAD desde el fondo de su corazón, con honestidad y fuera de actuaciones típicas de clases del Actor´s Studio. A final de cuentas por unos cuántos colocones que te devuelven a la mierda de siempre..., ¿merece la pena?. Yo creo que no.
No se me ocurre decirle otra cosa a esta persona.
Me voy con Vronsky y Anna.

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